Sitiados por la pandemia e imponiendo restricciones para evitar más contagios, el gobierno nacional pudo negociar con éxito buena parte de la deuda. Negociación con ribetes de ajedrez, moviendo pieza por pieza a la espera de la reacción del oponente.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Desde luego la prensa hegemónica y los economistas adictos han hecho todo lo posible para denigrar la gestión del joven ministro; no pueden esgrimir falta de capacidad porque harían el papelón frente a la opinión de Joseph Stiglitz.
Más despreciable han sido las expresiones de la oposición, los verdaderos autores de la catástrofe. Mucho menos podemos tomar en cuenta las declaraciones al pasar hechas por el ex presidente en reciente escapada europea. Digo escapada, porque la justicia anda tras sus pasos y tiene terror el rubicundo ingeniero de caer preso. Desliz trascendido en alguna entrevista, temor que se opone a sus escuchas y persecuciones, más compatibles con las obsesiones voraces de un chacal que con estrategias un dirigente.
Nada ajeno a sus vergonzantes conductas, la oposición se ha arrinconado en negar la gravedad de lo ocurrido, en cerrar filas a en torno a revisar la gestión y desde luego, desarticular posibles causas judiciales. Encaramados en la torre de marfil, sus bates critican cuanta acción realiza el actual gobierno, abocado primordialmente, a cuidar la salud de los habitantes. No obstante, consciente de la caída de la actividad económica, no bien juntó aliento con la negociación de la deuda, ha reactivado el Plan Procrear para la construcción de viviendas en todo el país, habilitando 9 líneas de crédito para la construcción de 34 mil nuevas viviendas y reformas de otras 273 mil existentes. Esto dentro del marco de medidas económicas tendientes a la reactivación pos pandemia.
Por su parte el presidente Fernández, a quien no le gusta mirar el pasado, comentando el arreglo de la deuda, ha dicho, “nos hemos sacado una mochila muy pesada que alguien cargó sobre la espalda de todos los argentinos”[1], ganando autonomía y capacidad de decidir. Esto en relación a la reactivación de la obra pública paralizada en cinco provincias: Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, San Juan y Santa Cruz en los que se invertirán más de 22 mil millones de pesos y darán trabajo a miles de personas.
Una por tantas que genera oxígeno y esperanza. Una por tantas, que retornan a la memoria por obra y gracia del soplo de aire fresco en un momento sofocado por la pandemia y los demonios crecidos durante el encierro. Un encierro que ha generado sus propias expectativas y multiplicado adversidades, pariendo nuevos y viejos monstruos como los añejos endeudamientos surgidos desde los albores de la vida independiente.
Una por tantas, se puede interpretar como un amago simplista de asimilar hechos aparentemente aislados encerrados en una expresión caprichosa con tufillo de rencor o revancha. Asimilar hechos del pasado que repercuten en el presente. Debilidad generalizada en viejos debates académicos, retratados en La inmadurez histórica de los argentinos, ensayo de dos conocidos historiadores.[2]
Además nadie escapa al interrogante, ¿cómo es posible conocer la sociedad que nos contiene y nosotros mismos? ¿Cuánto sedimento colectivo coagula nuestra identidad?
Preguntas que se van respondiendo a medida que avanzamos en la vida y comenzamos a luchar contra dificultades parecidas a las encontradas por nuestros padres y abuelos. Hecho que nos lleva sin quererlo ni desearlo a combinar sucesos similares, a sabiendas que podemos equivocarnos.
Una por tantas, al cumplirse este viernes 7 de agosto, Día de San Cayetano (Patrón del pan, la salud y el trabajo), 130 años de la asunción de Carlos Pellegrini, “el piloto de tormentas”, luego de la revolución del Parque encabezada por Leandro Além, uno de los creadores de la Unión Cívica Radical.
Entonces como ahora, el endeudamiento y la emisión descontrolada de moneda generados por Miguel Juárez Celman, llevaron a la bancarrota al país. En un momento en que las empresas extranjeras ferroviarias se expandían sin sentido, devorando terrenos fiscales e imponiendo condiciones asfixiantes. Época de sumisión a la prolongada ambición victoriana, donde el “Gringo” Pellegrini venía impulsando la industria y crea al asumir como vicepresidente, la presidencia dejada por Celman, la Escuela de Comercio de la Capital de la República y, al año siguiente, el Banco de la Nación Argentina. Entidad nacida expresamente para hacer frente a las graves dificultades económicas por las que se atravesaba, conformado por capital estatal, que rápidamente se constituiría en el mayor banco comercial del país, cubriendo su extensa geografía.
No hay que olvidar que a las dificultades de la crisis, se sumaba la continuidad del pago del préstamo de la Baring Brothers contraído en 1824 que se terminaría 14 años después, iniciado el nuevo siglo.
Una por tantas, no resulta simplista y mucho menos inocente, parece una sentencia o una maldición pretérita que ha condicionado nuestro devenir como nación. Un sube y baja interminable, cuyos ciclos extremos desde hace 75 años se han ido acortando a medida de aumentar su frecuencia, llegando últimamente a tres lustros.
Una por tantas, como las innumerables y masivas peregrinaciones a Luján a pedirle a San Cayetano, pan y trabajo que curiosa o no tan curiosamente, se iniciaron hace 45 años, meses antes de la horrenda dictadura cívico militar. Una expresión popular surgida trasgrediendo la autoridad obispal que no la autorizaba, tendiente a fortalecer la fe, pensando en el otro, en las necesidades compartidas por millones de pobres generados esos años.
Una por tantas, también renueva la esperanza, la fe en la lucha, vuelve a dibujar la línea del horizonte hacia el que caminamos día a día.
Momento mágico en que volvemos a reconocernos en ese nosotros colectivo, puesto en movimiento por la acción de aquellos que escuchan su silencioso y estremecedor mandato.
1 comentario:
Excelente análisis. Una luz hacia donde nos encaminamos.
Diría Nuestro Presidente, empezamos a poner a la Argentina de pie.
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