sábado, 5 de septiembre de 2020

Argentina: Ciencia recuperada

 Ciencia recuperada o mejor dicho, recuperar la ciencia como elemento indispensable de desarrollo y mantenimiento de la sociedad es una expresión descabellada en una época descabellada, salpicada de incursiones aberrantes y obscenas que opacan el horizonte cotidiano…

Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina


Era Semana santa de 2016 y nos encontrábamos en Bariloche en casa de unos amigos con motivo de la celebración. Coincidimos en el almuerzo con un ingeniero nuclear y su familia que había arribado al país con la Ley Raíces de 2008, el programa de repatriación de científicos del gobierno que se encontraban en el exterior. 

Se cumplían cuatro meses de la asunción de Mauricio Macri en la presidencia y la revolución de la alegría comenzaba a oscurecer el cielo argentino. A los postres, el científico que trabajaba en el Instituto Balseiro que funciona en el Centro Atómico de esa localidad rionegrina, deslizó como al pasar mientras saboreábamos los postres, que temía por su futuro porque había comenzado el recorte financiero de algunos proyectos. El hombre que había trabajado varios años en Austria y Australia, acompañado de su familia, tenía sobrada experiencia en este tipo de maniobras que lo habían obligado a salir del país a fines de los noventa.  

 

No emitimos palabra, no agregamos nada a su comentario para no introducir la política en la conversación y alimentar una polémica inútil, dado que sabíamos cuál era el objetivo del nuevo gobierno, aunque descontábamos el grado de devastación que iría a producir en el país.

 

En ese mismo sitio se encuentra el INVAP, empresa argentina de alta tecnología, reconocida como la más importante de América Latina, que unos meses atrás había lanzado al espacio el Arsat 2, íntegramente fabricado en esa planta; hecho que coincide con el nuevo lanzamiento realizado en estos días del Soacomb B1, desde Cabo Cañaveral, Florida con el Arsat 3, satélite encargado de controlar la humedad de los suelos y brindar amplia información sobre su uso y deterioro entre otros datos y que había sido abandonado por la gestión anterior.

 

Hace menos de un mes, nuestro desarrollo científico y tecnológico como institucional, nos permitía anunciar la elaboración de la vacuna contra el Covid 19 en colaboración con los laboratorios de Oxford y México. 

 

Un esfuerzo posible en base al trabajo de la comunidad científica que en ningún momento bajó los brazos y nos ha permitido campear esta enfermedad sin un elevado costo humano como ha sucedido en otros países. 

 

Gracias también a que una parte importante de esa comunidad ha nutrido los cuadros del actual gobierno y poder recuperar el Estado como instrumento irreemplazable en el bienestar de la comunidad. Una comunidad arrasada por esa caterva indolente, ávida de poder que rapiñó cuatro años el trabajo de millones de argentinos.

 

Esos técnicos y científicos formados en la Universidad pública de la que están orgullosos, “no cayeron” en sus claustros como un castigo, como expuso el ex presidente, descendiente calabrés de la Ndrangheta[1], educado en el Cardenal Newman y la UCA como sus amigos y socios en el uso y abuso de los recursos nacionales. 

 

Ellos más que nadie, son conscientes de la devolución que hay que hacer a la sociedad por todo lo que aportó con su trabajo para que se educaran y pudieran abrirse camino con mayores recursos. Nadie más que ellos saben de su responsabilidad moral en un país en que las mayorías no pueden acceder a ese beneficio concentrado en las grandes ciudades y que paulatinamente, ha podido acercarse a localidades dispersas. Producto de la creación de nuevas casas de altos estudios que fueron llegando a lugares distantes para que puedan acceder esos jóvenes que estaban condenados a la ignorancia.

 

La Universidad pública ha formado a los integrantes del gabinete nacional incluido el presidente, quien sigue siendo docente en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Quizás esa sea la característica más notoria del relevo gubernamental: un sólido equipo de estudiosos preocupados por los problemas de todos frente a un rejuntado de millonarios exitosos, pícaros amantes de la meritocracia y poseedores de fortunas heredadas. Razón natural para que sus representados les resbalen por los cuatro costados, tanto como las instituciones republicanas a las que dicen defender con un cacareado coro de hienas. Total… para eso están los medios y sus sicarios a sueldo que corroen la subjetividad colectiva con sus celebrados sofismas. 

 

No contentos con la “infectadura” ahora reclaman e invocan “el uso ilegal del terror sanitario”; rubricado por personalidades del arte y la cultura como garantes de las libertades individuales frente a las medidas de preservación de la salud aconsejadas por la comunidad científica global y local a las autoridades.

 

De allí que, salvo las vidas y padecimientos que ha cobrado la pandemia, hoy se puede afirmar, que el azote neoliberal ha sido más dañino que cualquier virus, enfermedad, accidente climático o telúrico o las mangas de langostas que bajan desde el Amazonas y devoran de un tris los sembradíos. No exagero. Lo ha expresado el presidente cansado de las críticas descabelladas de los negacionistas opositores y las inoportunas e insensatas declaraciones de sus líderes que hasta quieren sesionar en el Congreso como si nada hubiera pasado.

 

Ellos, que rehúyen y se quejan de que se les recuerde su horrorosa gestión, les irrita que el Ministro Martín Guzmán – discípulo de Joseph Stiglitz, de apenas 38 años – haya piloteado y negociado la vergonzosa deuda por ellos contraída y logrado una reestructuración de la deuda en default, impidiendo la acción desestabilizadora de los especuladores globales a través de una Cláusula de Acción Colectiva CAC. Hecho destacado que el presidente anunció en presencia de los gobernadores y los principales dirigentes nacionales, entre los que se encontraba Guzmán. 

 

Seguramente, esto aportará un ahorro de 37 mil millones de dólares que no serán pagados. Tarea ciclópea de este piloto de tormentas que supo advertir la complicidad de las anteriores autoridades del Fondo Monetario Internacional que trasgredieron sus reglas para favorecer a los carroñeros que medraban en el poder. 

 

Seguramente también, otros países seguirán este camino trazado en las discusiones de la deuda externa frente a las dificultades que ha planteado la pandemia. Pero bueno, para eso es necesario ser honesto, solidario, comprometido con el otro o los otros, es decir, ser humano, no ese ente amorfo individual e imbécil engendrado por este capitalismo voraz como sujeto en el que se apoya.  

 

Ciencia recuperada o mejor dicho, recuperar la ciencia como elemento indispensable de desarrollo y mantenimiento de la sociedad es una expresión descabellada en una época descabellada, salpicada de incursiones aberrantes y obscenas que opacan el horizonte cotidiano, donde como en Cambalache, es lo mismo un burro que un gran profesor, un periodista devenido opinólogo profesional que un científico dedicado todo el tiempo a salvar vidas. 

 

Es lo que hay, expresión que representa la resignación actual entre tanto atentado a la cordura, en donde la esperanza se abre paso como puede.



[1] Rocco Carbone, La mafia capital, en Página 12, 14 de enero de 2020.

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