¿Podrá la derecha conservadora conservar su unidad de propósito en un orden que se desordena? Y la izquierda, ¿podrá hacer del progresismo un instrumento de transformación social y política, y no solo de modernización del Estado en nuestra América?
Guillermo Castro H. / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Panamá
El pasado 12 de septiembre, La Estrella de Panamá destacó en primera plana un texto del mayor interés para el análisis de la crisis política en nuestra América. Se trata de un intento de construir, desde la perspectiva boliviana, un escenario regional que advierte sobre los riesgos de un vacío de poder en el centro ante el crecimiento de una izquierda subversiva y, cabría agregar, la agresividad de una derecha corrupta y conservadora.[1]
La presentación de la coyuntura está plagada de lugares comunes, medias verdades y otras enteras, todo articulado mediante teorías de la conspiración atribuida a una “izquierda” que
es muy buena para llevar adelante estrategias de subversión, de agitación y de venta de la utopía de un cambio a través de la revolución y de la aplicación de movimientos tácticos populistas, todo para rentabilizar en su propio beneficio, la pobreza, las diferencias sociales y la desconfianza de los ciudadanos respecto a la capacidad del Estado para satisfacer sus necesidades más sentidas; pero al mismo tiempo, ha dado resultados negativos en el ejercicio del gobierno y en la construcción de políticas públicas incluyentes que tengan como fin el bienestar de los ciudadanos.
Con todo, el texto no busca tanto convencer a las masas, sino dar forma, sentido y propósito a los miedos e incertidumbres de una audiencia ya convencida. Y lo hace mediante una convocatoria a la unidad política en defensa de la democracia ante el riesgo de que sea el partido del expresidente Evo Morales el que gane las elecciones convocadas tras su derrocamiento por un golpe de Estado de claro corte racista y antipopular, ejecutado biblia en mano con el apoyo del señor de la OEA y sus supervisores.
Desde esa perspectiva, y con la clarividencia propia de los liberalismos ilustrados de nuestro tiempo, lo más notable del texto está en las conclusiones, presentadas como un catálogo de advertencias y recomendaciones que llaman a “aprender de las experiencias recientes de la política latinoamericana,[…] la existencia de unos “caramelos de cianuro”, mortales para cualquier democracia.” Ante ese peligro, el autor convoca a sus lectores a “elaborar una agenda política” que incluya “conectar con las grandes mayorías, sobre todo con los más necesitados”; superar “los cálculos racionalistas-individualistas de ganancias particulares,” para “pensar en la política como el vehículo para la construcción del bienestar nacional”; recordar que “se necesitan más y mejores estadistas […], conocedores de su rol frente a la historia”; no limitar la política “al internet y a las redes sociales”, y entender “que solo unidos” podrán “proteger la República, la libertad, los derechos humanos, la institucionalidad del Estado y el imperio de la constitución y las leyes.”
Este último es el punto medular del mensaje. Esa unidad, se dice allí, “no solo es ni debe ser para ganar elecciones.” Más allá de eso, es ante todo necesaria para “elevar los estándares de gobernanza democrática que consiste en mejorar la eficacia y la eficiencia de los gobiernos en la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos, al tiempo que se elevan los niveles de confianza, de inclusión y de equidad que vienen a reforzar el tejido y paz social en nuestras naciones.”
A esto sigue un ejercicio de aritmética electoral destinado a demostrar que únicamente sumando la intención de voto por los siete patriotas que buscan proteger la república en torno al candidato con mayor porcentaje, se lograría al menos ir a una segunda vuelta electoral, pues ni así se lograría igualar intención de voto por el Movimiento al Socialismo, del derrocado presidente Morales. Es una versión peculiar de la lógica de Dumas y sus mosqueteros: todos para uno, y todo para todos.
Aun así, algo queda para aprender de este frenesí patriótico. Lo más visible es que la agenda que está construida a partir de una propeusta de autocrítica al desempeño político de quienes necesitan preservar y legitimar el precario poder espúreo obtenido ayer apenas por medios discutibles, para decirlo de la más púdica manera posible. Para eso, se quiere llevar la derecha al centro, que es el espacio predilecto del liberalismo criollo, en una circunstancia en la cual – a contrapelo de lo usual en nuestra América -, no es la izquierda la que está fragmentada, sino una derecha que requiere la prédica de la unidad.
Un centro fuerte es sin duda una condición indispensable para la estabilidad política de cualquier sociedad. Esa fortaleza, sin embargo, responde siempre a circunstancias históricas puntuales. La consigna de “ni con la izquierda ni con la derecha: con Panamá”, por ejemplo, tuvo amplia acogida en nuestra tierra en la década de 1970, cuando lo que definía al país era la lucha contra el enclave militar extranjero en nuestro territorio. Hoy, en cambio, al país lo define la presencia de conflictos cada vez más severos dentro de nuestra sociedad, que en lo político se expresan en el desencuentro entre la soberanía popular y la nacional, y no hay aún consigna unitaria que exprese adecuadamente esa situación.
Con todo, allá, acá y acullá estos son apenas ensayos de preparación para la crisis política que viene, en la que se definirá lo que vaya a haber de nuevo en la normalidad que tome forma a partir de nuestras luchas sociales. ¿Podrá el liberalismo criollo encontrar un centro para sí en esa circunstancia? ¿Podrá la derecha conservadora conservar su unidad de propósito en un orden que se desordena? Y la izquierda, ¿podrá hacer del progresismo un instrumento de transformación social y política, y no solo de modernización del Estado en nuestra América? Veremos lo que hagamos, y el tiempo lo dirá.
Panamá, 14 de septiembre de 2020
[1] Luna Ramírez, Carlos S.: “Una revancha de la izquierda y los movimientos del populismo”
https://www.laestrella.com.pa/internacional/america/200912/revancha-izquierda-movimientos-populismo
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