sábado, 12 de septiembre de 2020

Ecuador y Bolivia en tiempos de coronavirus

 Los actores tradicionales y adversarios a la Revolución Ciudadana seguramente seguirán poniendo piedras en el camino a las fuerzas progresistas ecuatorianas. Se sigue una estrategia neoconservadora y golpista como lo han hecho en Bolivia contra el Movimiento al Socialismo (MAS).

Adalberto Santana / Para Con Nuestra América

Desde Ciudad de México


Ecuador y Bolivia llegaron a convertirse en un referente en el imaginario de la vida política mundial en el nuevo siglo XXI latinoamericano. Los cambios sociales y políticos generados en esos país con el ascenso a la presidencia de Evo Morales en enero de 2006 en Bolivia y   de Rafael Correa en 2007 en Ecuador, generaron nuevos referentes alternativos para la vida política de varios países de la región. Sin embargo, en nuestros días en el auge de la pandemia del coronavirus, en esas naciones sudamericanas con el gobierno traidor del ecuatoriano Lenin Moreno y de la golpista boliviana Jeanine Añez, resultan todo lo contrario para el bienestar de sus pueblos.

 

Las transformaciones que comenzaron a fraguarse en el Ecuador con la presidencia Rafael Correa (15 de enero de 2007 - 24 de mayo de 2017) hoy son un referente en el imaginario de uno de los presidentes latinoamericanos con mayor credibilidad regional. Recordemos que en el año de 2006 se fundó la Alianza PAIS (Alianza Patria Altiva i Soberana). El triunfo de Rafael Correa fue en una segunda vuelta electoral el 26 de noviembre de 2007 con el 56,67 % de los votos. Uno de los primeros logros de la gestión de Rafael Correa fue el haber convocado el 28 de septiembre de 2008 a una consulta popular para la aprobación de una nueva Constitución política. El texto fue avalado por más del 60 por ciento de los votantes. De igual manera un logro social durante su gobierno fue la reducción de pobreza. Se reconoce que entre 2006 y 2014, la pobreza descendió de 38 por ciento a un 26 por ciento y la pobreza extrema logró reducirse a un 6 por ciento, disminuyendo a más de la mitad desde 2006. Así, el mandato del presidente Rafael Correa a lo largo de sus periodos de gobierno mantuvo una política de sano bienestar para los ecuatorianos. Una política semejante se desarrolló en el caso boliviano con Evo Morales. 

 

Sin embargo, el 7 septiembre del 2020, se conoce que el tribunal de la Corte Nacional de Justicia a tomado una resolución que de hecho inhabilita al ex mandatario ecuatoriano para que pueda ser candidato en las próximas elecciones del país andino. Ante tal resolución el mismo Rafael Correa en el exilio belga afirmó lo que es un hecho político: “No entienden que lo único que hacen es aumentar el apoyo popular. Yo estaré bien. Den toda la solidaridad a perseguidos allá y recuerden: a lo único que nos condenan es a vencer”. Situación semejante es la que le han aplicado por otro tribunal en Bolivia al ex presidente Evo Morales, también exiliado, pero en Argentina. En ambos casos, la popularidad y la adhesión de amplios sectores populares de Ecuador y Bolivia respaldan a los ex mandatarios exiliados.

 

Es evidente que en el caso de Lenín Moreno, mandatario ecuatoriano quien fue vicepresidente con Rafael Correa, cuando llegó al poder realizó una drástica ruptura con su predecesor. Incluso haciendo una pertinaz persecución contra el mismo ex presidente (refugiado en Bélgica) y otros miembros de su gobierno que Moreno los llevó a la prisión como el vicepresidente Jorge Glas y a otros ex funcionarios correístas que tuvieron que buscar el refugio en México. Destacaron entre ellos Ricardo Patiño, ex canciller ecuatoriano al que le otorgó el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador asilo político.  “Llegué en abril a México y le pedí al Gobierno que me conceda la calidad de refugiado por razones políticas y me la acaban de dar. El 2 de septiembre México reconoce que yo soy un perseguido político de Lenín Moreno, lo cual agradezco mucho”. Cuestión semejante fue el apoyo que el gobierno progresista de Andrés Manuel López Obrador brindó a Evo Morales, para sacarlo de Bolivia asilarlo en México y evitar un atentado contra él después del golpe de Estado acontecido el 10 de noviembre de 2019. El mismo presidente boliviano señaló las motivaciones que llevaron al golpe de Estado: "Mi pecado es ser indígena, dirigente sindical y cocalero".

 

En tanto que, en el mes de octubre de 2019, en Ecuador se desataron una serie de protestas que generaron como resultado al menos siete fallecidos y más de mil 121 detenidos. Recordemos que el gobierno de Moreno, aplicó una serie de medidas económicas que afectaron a los sectores más vulnerables. Entre ellas, la eliminación al subsidio a las gasolinas. Situación que desató una ola de protestas multitudinarias en varias partes del Ecuador, y con mayor beligerancia en Quito. Incluso esto llevó a la ultraderecha latinoamericana a manifestarse en apoyo a Lenin Moreno, a través de una resolución que firmaron el 13 de octubre de 2019, 18 ex presidentes iberoamericanos. En este grupo político regional se condenaba sin pruebas y tendenciosamente que lo acontecido en Ecuador había sido respaldado por el gobierno del presidente Nicolás Maduro de la Republica Bolivariana de Venezuela y su “aliada” las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En todo este sainete era evidente que se acentuaba el giro hacia la derecha del gobierno de Lenin MorenoLa agrupación llamada Iniciativa Democrática de España y de América (IDEA), contó dentro de los firmantes a personajes tan polémicos y cuestionados por sus políticas represivas y corruptas como el español José María Aznar, el colombiano Álvaro Uribe Vélez, el argentino Mauricio Macri y el ecuatoriano Lucio Gutiérrez  entre otros. En esos mismos días del mes de octubre, tras las protestas sociales en Ecuador, un grupo de opositores del movimiento Revolución Ciudadana, en virtud de su persecución política, se refugiaron en la Embajada mexicana en Quito. Logrando finalmente el nueve de enero de 2020, partir hacia la Ciudad de México tras el permiso del gobierno de Lenin Moreno. Entre los asilados se encontraba la asambleísta Gabriela Rivadeneira y otros opositores.

 

En ese contexto incluso la cancillería mexicana cuando tenía que elegirse al nuevo secretario general de la OEA el 20 de marzo de 2020, el gobierno de México propuso a dicho cargo a la ex canciller ecuatoriana María Fernanda Espinosa. También correísta y a cuya candidatura se sumó el apoyo de Argentina y de diversos países del Caribe. Finalmente, la votación del grupo conservador impuso a Luis Almagro que contó con 23 votos y Espinosa con 10. El mismo gobierno de Moreno votó en contra de su compatriota por su militancia con el presidente Rafael Correa. A la vez que la presión estadounidense se manifestó con el respaldo de Brasil y Colombia (identificados como los gobiernos más conservadores de América Latina con sus presidentes Jair Bolsonaro e Iván Duque Márquez). Durante la votación en la OEA, a la propia ex canciller ecuatoriana no se le permitió estar presente en la sesión. A la par de que México y países de la Comunidad del Caribe (Caricom), propusieron que por la pandemia fuera aplazada la votación. Fue evidente que en la OEA se manifestaba ya la posición de dos bloques contrapuestos. Incluso el mismo Almagro previamente había dado el reconocimiento a la representación de Venezuela a través del representante Gustavo Tarre del gobierno autodesignado de Juan Guaido. Lo que fue más evidente por la inclinación de Washington con la candidatura de Almagro. 

 

Finalmente, en ese escenario ecuatoriano, lo que se vislumbra para las elecciones del 7 de febrero de 2021 es de nueva cuenta la expresión de distintos actores políticos que ocuparán la presidencia los próximos cuatro años, en un contexto de crisis tanto económica como sanitaria por el desarrollo de la pandemia del coronavirus. Ecuador figura proporcionalmente dentro de los países latinoamericanos como uno de los más afectados. Lo que se muestra en la tercera encuesta de Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), donde se puso de manifiesto el hecho de que la mayoría de la población (83,4 por ciento) desaprueba al gobierno de Lenin Moreno. En tanto que la misma encuesta expresa que el correísmo se ubica como la fuerza prevaleciente para las próximas elecciones con un 31,4 por ciento de preferencias. Esto manifiesta que las fuerzas ligadas al ex presidente Rafael Correa sin duda serán actores fundamentales de ese proceso político. Ahí se perfila la candidatura presidencial de Andrés Aráuz, un joven de 35 años y candidato del Partido Centro Democrático (Unión por la Esperanza), es sin duda el candidato del correísmo. Por lo tanto, es el candidato a vencer por las diversas agrupaciones, más de 15 que aspiran a la presidencia en el Ecuador.

 

Los actores tradicionales y adversarios a la Revolución Ciudadana seguramente seguirán poniendo piedras en el camino a las fuerzas progresistas ecuatorianas. Se sigue una estrategia neoconservadora y golpista como lo han hecho en Bolivia contra el Movimiento al Socialismo (MAS). Sin embargo, a menos de 40 días que se realicen las elecciones en ese país sudamericano, las preferencias muestran una inclinación por Luis Arce con un 26 por ciento, muy por encima de los candidatos de la derecha, Carlos Mesa con un 17.1 por ciento y la golpista Jeanine Añez con un 10.4 por ciento. En Bolivia y Ecuador, las fuerzas de los sectores populares llevarán al triunfo a sus candidatos. Sin embargo, el peligro del golpismo en Bolivia y Ecuador sigue latente. La derecha sudamericana tratará con sus trampas y sus fraudes impedir nuevos triunfos de las fuerzas progresistas latinoamericanas, las cuales por su capacidad de organización y resistencia volverán a la senda de la victoria. 

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