Es falso todo lo que se le ha endilgado a César Montes. El fuego a granel que se le lanza tiene que ver con los campos de batalla en los cuales la derecha no ha salido bien librada: la memoria, la verdad y la justicia.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Es falso todo lo que se le ha endilgado a César Montes. El fuego a granel que se le lanza tiene que ver con los campos de batalla en los cuales la derecha no ha salido bien librada: la memoria, la verdad y la justicia. Habiendo ganado la guerra interna gracias a un baño de sangre, la derecha ha venido perdiendo la guerra en los tres terrenos de combate aludidos. La teoría de los dos demonios, que equipara a guerrilla y ejército como igualmente sanguinarios, ha sido derrotada. Nacional e internacionalmente es sabido que las fuerzas armadas y policiacas guatemaltecas fueron las causantes del 95% de las violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante el conflicto interno. Varios integrantes de las policías y ejército han sido condenados por crímenes de lesa humanidad. Ríos Montt fue condenado por genocidio en un juicio que resultó paradigmático a nivel mundial. No en balde ya hay quienes, con ropaje académico, intentan reescribir la historia de Guatemala para desmantelar lo que ahora se acepta como la verdad histórica.
César Montes es la primera víctima expiatoria de la guerra ideológica que busca revertir los reveses en la memoria, la verdad y la justicia. Si la derecha tiene éxito en este primer embate por construir otra memoria y otra verdad, los ánimos de venganza se cebarán en otros chivos expiatorios en el terreno de la justicia. Giammattei dijo que uno de sus objetivos prioritarios este 2020 era la captura de César Montes y anticipadamente lo declaró culpable. ¿Por qué no ha sido objetivo prioritario del gobierno guatemalteco la captura y extradición de Donaldo Álvarez el asesino ministro de gobernación de Lucas García? Sabe muy bien el gobierno que Álvarez vive escondido en alguna de las ciudades de México. Viejo, enfermo, ese victimario está olvidado por sus patrocinadores. Pero ese olvido es también impunidad. Se advierten entonces, las dos varas en la justicia guatemalteca. Y surge el temor a un juicio con una condena anticipada.
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