El sábado 21 de noviembre ocurrieron hechos criminales cuyo propósito final era desvirtuar la multitudinaria manifestación pacífica realizada en la Plaza de la Constitución y reprimirla brutalmente para infundir terror. Los hechos ocurridos en la sede principal del Congreso de la República muestran actos sospechosos.
Oscar Álvarez Gill / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de Guatemala
El contingente policial usado para la custodia del Congreso, estaba ausente el sábado 21 de noviembre. En su lugar había solo un piquete de elementos de la PNC que lejos de salvaguardar el edificio se quedaron absortos y paralizados. Los manifestantes violentaron ventanas, se observaron llamas que provenían del interior, folders con supuestos documentos fueron pasados a través de la ventana y aquella puerta en la que hay sendos sistemas de seguridad para mantenerla cerrada, se abrió con extrema facilidad, casi se puede pensar que estaba abierta o la abrieron intencionalmente por dentro y así entraron para realizar destrozos.
Posteriormente llegó el pelotón antimotines y en su accionar conminaron a los manifestantes a dirigirse con rumbo a la Plaza de la Constitución donde se realizaba una manifestación pacífica. La misma mostraba de manera ordenada y guardando medidas sanitarias ante la pandemia su indignación y repudio ante el actuar del Presidente de la República, sus ministros y en contra también de las acciones oscuras realizadas por los diputados en la aprobación de un presupuesto desbalanceado, clientelar, con alto endeudamiento y que lejos de priorizar las necesidades primarias de la población las relega y rebaja de manera indignante.
Pese al amparo concedido por la Corte de Constitucionalidad para que se respetara el derecho a manifestar y que la manifestación en la Plaza se llevaba de manera pacífica, el Pelotón Antimotines disparó bombas lacrimógenas y proyectiles de plástico en contra de la población manifestante en la que había niños, adolescentes y personas de la tercera edad. Al huir las personas tratando de salvaguardarse de la agresión policial, hubo capturas con lujo de fuerza de personas que sin cometer falta o delito alguno y sin resistirse al arresto fueron tratados con extrema brutalidad. Vale decir que durante las acciones realizadas frente al congreso de la república al momento de los actos vandálicos no hubo captura alguna. De lo dicho anteriormente abundan en los medios de comunicación y en las redes sociales múltiples fotografías y videos que muestran con claridad los hechos. Seguramente la población espera que la Fiscal General y Jefe del Ministerio Público muestre su disposición a la averiguación de la verdad y sin dilación alguna ordene la investigación que procede y se haga la persecución penal a quienes resulten responsables, entre ellos el Director de la Policía Nacional Civil y el Ministro de Gobernación que flagrantemente desobedecieron el mandato de la Corte de Constitucionalidad.
Ante estos hechos el presidente Giammattei ha invocado la Carta Democrática Interamericana y pedido al Secretario General de la OEA su intervención para convocar al diálogo. Cabe recordar la actitud que el señor presidente ha mantenido frente al diálogo: ha evitado dialogar con su propio Vicepresidente y ha dejado de invitar a reuniones al Procurador de los Derechos Humanos y a personas que le muestran opiniones contrarias a las suyas. También es necesario recordar las actitudes sesgadas que en su accionar ha tenido el señor Luis Almagro al frente de la OEA. Debemos tener presente que la aprobación del presupuesto 2021, es solo una más de las acciones del señor Giammattei que le ha merecido el rechazo de la mayoría de la población. Y que en las razones esgrimidas en el Comunicado de Prensa en la que invoca la Carta Democrática Interamericana, asume el papel de víctima angelical cuando la realidad es que ha actuado como inmoral victimario.
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