Varias propuestas distintas sobre el ingreso básico están circulando hoy. Difieren en algunas de sus dimensiones, por ejemplo, en la periodicidad del pago, en los montos del ingreso básico, en la fuente de financiamiento, en la naturaleza y el tamaño de las reducciones de otras transferencias que podrían acompañarlo, si fuese el caso.
Manuel Barrera Romero / Para Con Nuestra América
Desde Chile
En este artículo haremos referencia a la actual propuesta popularizada por la organización BIEN y por el libro de Rutger Bregman, ambos mencionados más adelante. Sin embargo, es necesario mencionar que la idea de un ingreso básico tiene un largo recorrido histórico. En el libro En busca de la política, capítulo 3 “En busca de visión”, el afamado sociólogo Zygmunt Bauman dedica desde la página189 a la 199 a lo que llama “Defensa del ingreso básico”.
Ahí sostiene que el primero el plantear la idea fue el escritor, filósofo y político revolucionario Thomas Paine que vivió entre los años 1737 y 1809. Dos siglos después de Paine su idea de separar la subsistencia esencial del empleo fue retomada en Francia por Jacques Duboin en la década de 1930 y por sus seguidores en varios países europeos, incluyendo actualmente al partido de los Verdes. En Irlanda el Consejo Nacional de Obispos se pronunció también a favor del ingreso básico. Algunos de los nombres que se asignan a esta idea son: “revenue d´existense”; “distribución unversal”; “ingreso por cuidadanía”; “el segundo cheque”.
Bauman señala en un párrafo: “El desacoplamiento del derecho al ingreso y el trabajo de pago y del mercado laboral puede servir a la república en un solo aspecto, pero se trata de un aspecto crucial: el de alejar la espantosa mosca de la inseguridad de la dulce miel de la libertad. Si hay algo que limitar son los riesgos que implica la práctica de la libertad. Pero esta limitación de riesgos y daños es precisamente el objetivo más crucial del ingreso básico” (op.cit.; pág. 197-198)
Se entiende por ingreso básico a un pago periódico en efectivo entregado incondicionalmente a todos de manera individual, sin los requisitos de probar los bienes que se poseen o el trabajo que se realiza. Es decir, el ingreso básico tiene las siguientes cinco características en su formulación más completa:
1. Periódico: se paga a intervalos regulares (por ejemplo, todos los meses), no como una subvención única.
2. Pago en efectivo: se paga en un medio de cambio apropiado, lo que permite a quienes lo reciben decidir en qué lo gastan. Por lo tanto, no se paga en especie (como alimentos o servicios) o en cupones dedicados a un uso específico.
3. Individual: se paga de forma individual, y no, por ejemplo, a los hogares.
4. Universal: se paga a todos, sin prueba de bienes poseídos.
5. Incondicional: se paga sin el requisito de trabajar o demostrar la voluntad de trabajar.
Varias propuestas distintas sobre el ingreso básico están circulando hoy. Difieren en algunas de sus dimensiones, por ejemplo, en la periodicidad del pago, en los montos del ingreso básico, en la fuente de financiamiento, en la naturaleza y el tamaño de las reducciones de otras transferencias que podrían acompañarlo, si fuese el caso. Quizás la distinción más importante de estas propuestas sea entre el "ingreso básico completo" y el "ingreso básico parcial". Los partidarios del primero aducen que de ese modo no solo se termina con la persistente pobreza, sino que además se estimula la participación social y cultural de cada individuo. Otra ventaja: el “ingreso básico completo” disminuye los costos administrativos que implican los sistemas de protección social existentes, algunos de los cuales se eliminan. Los partidarios del "ingreso básico parcial" aducen las ventajas de avanzar paulatinamente hacia la meta del "ingreso básico completo", a fin de tener claridad sobre los efectos positivos y negativos de esta política. Mientras tanto, se complementa el ingreso recibido con los sistemas de protección existentes.
La idea de una renta básica universal no es nueva. Ya en 1516 Tomás Moro la plantea en su “Utopía”. En el S.XX (1948) en la “Declaración de Derechos Humanos,” artículo 25, se menciona como un derecho del futuro. Además, desde las últimas décadas del S.XX se han venido realizando numerosos experimentos, en diferentes países de distintos continentes. Uno de los primeros es el de Dauphin, Canadá, en 1973, donde se garantizó masivamente una renta básica de modo que nadie quedara por debajo del umbral de pobreza. Un cambio político suspendió el experimento. No obstante, los análisis estadísticos posteriores demostraron progreso en todas las variables medidas.
Al revés de lo pudiera pensarse en una primera impresión, la idea de otorgar dinero gratis no es monopolio de los sectores políticos izquierdistas. El Presidente de Estados Unidos Richard Nixon hizo dos intentos para que el Congreso aprobara una renta básica modesta, pero que creía que terminaría con la pobreza y que consideraba “la ley social más importante en la historia de la nación”. Su mensaje suscitó apoyo mayoritario en la prensa y fue aprobada por amplia mayoría en la Cámara de Representantes, pero rechazada en el Senado por votos de los senadores...demócratas. Hizo un segundo intento al año siguiente, 1971, que modificaba el anterior al restringirlo a familias con niños. Tuvo la misma suerte. Fue aprobada ampliamente en la Cámara y rechazada en el Senado.
En la actualidad hay varias aplicaciones de esta propuesta en los diferentes continentes. Quizás la más importante sea la del Estado de Alaska que paga cada año una cantidad variable, dada la fuente de financiamiento, a todos los habitantes del Estado (incluidos niños), sean nativos o afuerinos con seis meses de residencia a lo menos. En total se paga a alrededor de 650.000 personas.
Peter S. Goodman, periodista de economía, escribió un artículo completo sobre los recientes avances de Renta Básica para el New York Times (15 de noviembre de 2017). Ahí informa de los siguientes experimentos que se realizan actualmente. En Europa, el artículo incluye los experimentos en Finlandia, Holanda y Barcelona. En los Estados Unidos, el artículo menciona los experimentos que se están preparando en Oakland y Stockton, (California). También se menciona el experimento canadiense en Ontario y el experimento en Kenia organizado por Give Directly, organización filantrópica que lleva programas en África.
Un antecedente interesante a la de la renta básica es la solución dada en las ciudades del Estado de Utah, USA, en 2005, al problema social de los sin techo, que nosotros con eufemismo llamamos “personas en situación de calle”. Los sin techo significaban grandes costos al Estado en policía, salud, alimento, tribunales, armonía social. La solución: departamentos gratuitos. No solo se resolvió este grave problema social sino también se ahorró presupuesto. Varias ciudades de Holanda, entre otras, siguieron pronto el ejemplo.
Los partidarios de la renta básica universal se han organizado, en una asociación de europeos primero y, luego, con inclusión de personas de otros continentes. En efecto, en 1986 se realizó una conferencia en Lovaina La Nueva, Bélgica, donde se acordó la creación de la asociación "Red Europea de Ingreso Básico (BIEN)". Desde entonces realiza congresos cada dos años. A partir de enero del 2000 publica NewsFlash, un informativo cada dos meses. Además, mantiene un sitio WEB (basicincome.org). Dada la acogida de la idea en otros continentes esta organización amplió su nombre a Basic Income Earth Network conservando el acrónimo BIEN, en una conferencia realizada en 2004 en Barcelona.
Una muestra del entusiasmo que provoca la idea en algunos sectores de Alemania es la reciente formación del Bündnis Grundeinkommen, partido político que hace campaña sobre el tema único de la introducción de un ingreso básico en el país y que se apronta a participar en las próximas elecciones nacionales.
Otra prueba adicional de la vigencia de esta propuesta es la incorporación en la agenda del reciente Foro Económico Mundial Davos 2018 del tema “¿El Ingreso Básico Universal resuelve la pobreza y estimularía las economías?”, el día 26 de enero inmediatamente antes de la esperada intervención del mediático presidente de los Estados Unidos. En una de las comisiones el Profesor de la Universidad de Londres Guy Standing expuso sobre “trayendo dignidad con ingresos básicos”.
Evidentemente que se han expresado críticas a esta propuesta. Desde luego, hay quienes propugnan que la protección social se logra mejor a través de la focalización del gasto en vez de otorgar “derechos sociales universales”, como argumenta en un editorial el diario El Mercurio (26 de enero 2018, pág. A 3). Justamente el Ingreso Básico pretende eliminar, en la medida de lo posible, algunos o todos de esos focos, y constituirse en un derecho social universal. Otra observación que se realiza es que su vigencia puede afectar la motivación por el trabajo. En los experimentos en que se han analizado los resultados se desmiente la tendencia a la holgazanería. Lo que en efecto sucede es que trabajadores insatisfechos con su empleo buscan otro que les provea mayor satisfacción. Bueno, si un albañil tiene una vocación artística ¿no es acaso estupendo que tenga la posibilidad de desarrollarla? La Organización Internacional del Trabajo (OIT) también ha planteado dudas sobre un eventual perjuicio para la negociación colectiva y a los sindicatos.
Puede suceder que en países de afiliación voluntaria disminuya el interés por incorporarse a los sindicatos, en medianas y pequeñas empresas. Otra duda se vincula con el salario mínimo. Habría que cuidar que el monto que se fije para el salario mínimo no sea inferior al monto del ingreso básico para que ningún empleador procure sacar ventajas.
El economista Guy Standing mencionado anteriormente, que fuera importante personero de la OIT por largos años, es actualmente vicepresidente honorario de BIEN.
Otras observaciones son más generales.
1. Se cuestiona la viabilidad económica y social de la esta iniciativa;
2. Se duda de la capacidad para abordar las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad;
3. Se teme que esta propuesta pueda menoscabar el estado de bienestar existente y, así, aumentar la pobreza y la desigualdad.
La validez de estas observaciones generales depende de la real situación económica y social de la sociedad de la cual se trate. Sin embargo, la globalización de la economía, es decir el proceso de constitución de un mercado mundial, está trastocando profundamente a las economías nacionales y a sus realidades laborales. Las fusiones y adquisiciones de empresas, la desregulación, la liberalización, la flexibilización, la externalización y la deslocalización de empresas y empleos están entre estos fenómenos que ponen en jaque a las grandes construcciones de sistemas laborales y sociales anteriores. Eso está sucediendo, por ejemplo, con el estado de bienestar europeo que se fue construyendo a lo largo de muchos años de avances sociales y políticos realizados, en ocasiones, después de dolorosas batallas sindicales. Hoy el estado de bienestar en Europa ya no es lo que era. Sobre estos fenómenos, pero en especial sobre las deslocalizaciones y el efecto sobre el empleo en Alemania, Francia y España, el autor de este artículo hizo un estudio con referencia al año 2004. (Véase Manuel Barrera; “Las deslocalizaciones: el nuevo fantasma que recorre Europa”; Santiago: Diplomacia; Academia Diplomática Andrés Bello; No.99; julio-septiembre 2004; pág. 5-26).
Otro de los procesos importantes que explica la actualización de la propuesta que nos ocupa en este artículo es la cuantía y el ritmo del cambio tecnológico en actual desarrollo y el que se prevé para los próximos años. Nunca en la historia de la humanidad este cambio ha sido tan rápido ni tan ubicuo. Está en todos los sectores de la economía y de la administración y lo está al mismo tiempo. Ello pone en entredicho la capacidad de todas las sociedades para proveer empleos a todos los que lo necesitan. Es cierto que el cambio tecnológico destruye y crea empleos. Pero siempre sucede que los empleos que se pierden y los que se crean no afectan a las mismas personas. Y un cambio amplio y rápido dificulta una recalificación profesional a su ritmo.
¿Cómo encarar el tema del empleo en el próximo futuro? He ahí un grueso problema para gobernantes y gobernados. Rutger Bregman, afamado pensador holandés, en su libro Utopía para realistas (Barcelona: Ediciones Salamandra; 2017) argumenta que dos son las soluciones. Una, el ingreso básico sobre lo cual afirma: “La situación nunca había estado tan madura como ahora para la introducción de una renta básica universal e incondicional…Una mayor flexibilidad en el puesto de trabajo exige que dispongamos también de mayor seguridad. La globalización está erosionando los salarios de la clase media…Y el desarrollo de los robots cada vez más inteligentes podría acabar, incluso, con los empleos de los más favorecidos” (Ibid.; pág. 50).
La otra solución concurrente con la anterior sería, según este autor, la semana laboral de 15 horas. Nosotros en Chile deberíamos, como sugiere el ex Presidente Lagos, ir reflexionando sobre la idea del ingreso básico y de cómo adecuar esta idea a nuestras propias condiciones. Una experiencia acotada geográfica y socialmente nos daría luces acerca de sus dificultades y de sus méritos. Expresa Rutger Bregman: “Talvez crisis no es la palabra correcta para nuestro estado actual. Parece más buen que estamos en coma. Eso también es griego antiguo. Significa “sueño profundo, sin soñar” (Ibid.; pág. 224)
El Profesor Klaus Schwab, creador y director general del Foro Económico Mundial, en su libro “La cuarta revolución industrial”(Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial; 2016) analiza las relaciones de las nuevas tecnologías en curso con el empleo. En una importante observación general dice: “A la luz de estos factores impulsores, hay una certeza: las nuevas tecnologías cambiarán profundamente la naturaleza del trabajo en todas las industrias y ocupaciones. La incertidumbre fundamental tiene que ver con la medida en que la automatización sustituya a la mano de obra. ¿Cuánto tiempo tardará y hasta dónde llegará?” (pág. 54).
Son los temas que nos plantea el futuro.
Ni el capitalismo neoliberal ni el socialismo del Siglo XX están preparados para ellos. Las soluciones surgirán de nuevas ideas, de mentalidades abiertas a los cambios que los desarrollos de la ciencia, de la tecnología y de las relaciones sociales, algunos de ellos aún insospechados, nos deparen. El futuro, aún incierto, se nos aparece actualmente como un cuadro pintado con tenues colores. De lo que estamos cierto es que el S.XXI nos regalará una economía y una sociedad que todavía no imaginamos cabalmente ni en sus bondades ni en sus peligros.
Terminamos este artículo con una cita de la colaboradora de Forbes, Frances Coppola tomada de su artículo Por qué la naturaleza del trabajo significa que necesitamos un ingreso básico universal:
“Proporcionar a todos un ingreso básico también ayudaría a terminar con el miedo a la tecnología que está frenando el progreso. No sabemos cómo serán los trabajos o las industrias del futuro. Pero si lo hacemos de la manera correcta, podría haber una explosión de productividad y actividad empresarial cuando los humanos se liberen del trabajo pesado.
El ingreso básico universal no solo despeja el camino para que los robots se hagan cargo de los trabajos que los humanos no quieren hacer (y no son tan buenos), sino que también respalda a aquellos que quieren correr el riesgo de probar algo nuevo. Las personas estarán más dispuestas a comenzar nuevas empresas si saben que no perderán todo si todo sale terriblemente mal. Los grandes negocios del futuro nacerán de esta explosión de experimentación, y crearán productos y servicios que aún no podemos imaginar”.
En todo caso, como dijo Albert Einstein, “tendremos el destino que nos hayamos merecido”.
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