Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Proceso electoral que paradójicamente destacó por tener como gran triunfador al abstencionismo. Es decir, los ciudadanos que no acudieron a las urnas llegaron a sumar a más del 40% de los posibles votantes. En esa nación centroamericana ninguno de los 25 candidatos presidenciales lograron tener una votación que superara al porcentaje logrado por la abstención de la mayoría de los ciudadanos convocados a elegir al nuevo presidente del país centroamericano.
Los candidatos presidenciales que lograron una mayor votación fueron José María Figueres, del Partido Liberación Nacional (PLN) 27,26%; Rodrigo Chaves, del Partido Progreso Social Democrático (PPSD)16,70%; Fabricio Alvarado, del Partido Nueva República (PNR) 14,82%; Lineth Saborío, del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) 12,36%; Eliécer Feinzaig, del Partido Liberal Progresista (PLP) 12,33% y José María Villalta, del Frente Amplio (FA) 8,70%.
Sin lugar a duda, puede inferirse que toda esa campaña de elecciones puso en evidencia el desgaste alcanzado por el sistema de partidos políticos con la más añeja democracia político-electoral de América Latina y el Caribe. En el escenario internacional Costa Rica figura como uno de los países con mayor estabilidad política y con la democracia electoral más madura de los países latinoamericanos. A su vez económicamente disfruta como una de sus principales riquezas la conservación y protección del medio ambiente, cuestión donde obtiene buena parte de sus recursos económicos y donde hay una destacada derrama económica producto del turismo internacional atraído por la riqueza de su flora y fauna. A la par que es una sociedad en gran medida desmilitarizada y con amplios sectores sociales ubicados en las clases medias. Sin embargo, en los últimos tiempos, se han expresado en su estructura social y económica fuertes problemas alentados por el modelo neoliberal que ha predominado en las últimas décadas en esa nación del istmo centroamericano.
En nuestro libro “Costa Rica en los inicios del siglo XXI” (UNAM, 2008 y Universidad Nacional, Costa Rica, 2013), apuntamos: “También en Costa Rica el llamado modelo neoliberal ha cobrado un efecto significativo por el papel que en la orientación de la estructura económica y social del país centroamericano ha tenido. Las políticas de ajuste estructural conformaron un nuevo esquema, muy distinto al tradicional modelo del llamado ‘bienestar social’”. Para el Banco Mundial la situación de Costa Rica ha presentado las siguientes características: “A pesar del sólido sistema de salud de Costa Rica y la respuesta oportuna a la crisis, la pandemia tuvo un gran impacto en su economía. El Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo un 4,1 por ciento en 2020, la mayor caída en cuatro décadas, impulsada por fuertes bajas en la inversión y el consumo privado. Uno de cada cinco trabajadores estaba desempleado en el cuarto trimestre de 202. (...) A pesar de los fuertes esfuerzos de mitigación, los ingresos del 40 por ciento más bajo de la población disminuyeron un 15 por ciento el año pasado y se estima que 124.000 personas cayeron en la pobreza con lo cual se elevó la tasa de pobreza al 13 por ciento en 2020” (https://www.bancomundial.org/es/country/costarica/overview#1).
De esa manera, dicho país ha enfrentado la crisis de un pretendido Estado de bienestar o benefactor. El desarrollo actual de la economía costarricense muestra un elevado déficit fiscal, una cada vez más evidente propagación de la corrupción, un creciente desarrollo de la pobreza, del desempleo, un elevado índice de la desigualdad, así como un constante crecimiento de la delincuencia organizada. Pero también en últimas fechas los problemas y daños al medio ambiente también han crecido.
Toda esta situación sin lugar ha duda debilitó la credibilidad de grandes grupos de ciudadanos sobre el sistema de partidos políticos. Con una población que rebasa los cinco millones 200 mil habitantes, únicamente una minoría de ciudadanos costarricenses decidieron quiénes avanzan a la segunda ronda electoral para realizarse en el mes de abril. Los candidatos son de dos partidos conservadores: José María Figueres (PLN) y Rodrigo Chaves (PPSD). La izquierda tica representada por el Frente Amplio, a diferencia de la de otros países latinoamericanos como Argentina, Bolivia, Chile, Cuba, Honduras, México, Nicaragua, Perú, San Vicente y las Granadinas y Venezuela, no ha tenido la capacidad de capitalizar el descontento de la gran mayoría del pueblo y ofrecerse como una real alternativa para la transformación social y económica de esa nació centroamericana.
De esta manera lo que parece prefigurar en el horizonte político de ese país de nuestra América, es la continuidad del modelo neoliberal y un mayor estancamiento del desarrollo social y económico de su sociedad. La tendencia es que en la segunda ronda electoral, para decidir quien será el próximo mandatario seguirá prevaleciendo el abstencionismo. Sin duda, puede pensarse que se incrementará la poca credibilidad sobre los partidos políticos y sus candidatos. Situación que en el mediano plazo, puede pensarse, que acumulará un mayor descontento contra la clase política y que en un determinado momento estallará la rebeldía de los amplios sectores populares frente a su deterioro económico y social y la consecuente profundización del modelo neoliberal costarricense.
No hay comentarios:
Publicar un comentario