Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Se trata de los efectos que ha tenido el enorme éxito de Morena en términos electorales, lo cual es derivado de la aceptación popular hacia Andrés Manuel López Obrador y su gobierno. No cabe duda de que el éxito tiene sus costos cuando un partido quiere mantener ideales y principios que lo llevaron a ganar una parte importante del poder del Estado. Los costos del éxito de Morena se revelan en las dos preocupaciones fundamentales de militantes y simpatizantes que son críticos del rumbo que está tomando el partido en el gobierno.
En primer lugar, la integración al partido de personajes provenientes del PRI y del PAN que no necesariamente comparten los principios éticos y políticos de Morena y que en la mayoría llegan animados de ambiciones de candidaturas y poder político. En segundo lugar, el que en el contexto de la llegada de estas personas con la cultura política tradicional de sus partidos de origen y las propias deformaciones que producen en un partido el poder y el dinero, Morena termine convirtiéndose en un partido que reproduzca los vicios e inclinaciones de los partidos neoliberales.
Los asistentes a la Convención Nacional Morenista expresaron la voluntad de cambiar los órganos de conducción y dirección del partido e iniciar un proceso para retomar el rumbo de Morena en el sentido de que no se aparte de sus principios, cumpla cabalmente su papel de pedagogo de la Cuarta Transformación, conserve su autoridad moral, cuente con órganos colegiados y deliberantes, una sólida formación política, se aleje del electorerismo, se vincule a las luchas sociales, transparente la designación de sus candidaturas y que su órgano interno de impartición de justicia sea parcial.
Morena tiene una enorme responsabilidad en que la Cuarta Transformación no sea un fenómeno pasajero dependiente de un líder moral, que se retirará de la política cuando termine su período presidencial en septiembre de 2024. El líder carismático que surge de cuando en cuando, que ha desencadenado la Cuarta Transformación tiene que ser sustituido por una institución partidaria que garantice la continuidad de la voluntad posneoliberal, la separación del poder político y el poder económico y la vinculación indisoluble entre la ética y la política. La Convención Nacional Morenista del 5 de febrero no tuvo un espíritu divisionista ni ánimo golpista. Lo que existe es una profunda preocupación porque Morena no deje de ser Morena. O como dijo Andrés Manuel López Obrador en una conferencia mañanera en 2019: que no se eche a perder.
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