La izquierda en Chile en el siglo XX, tenía una clara vocación revolucionaria y anticapitalista. Su principal objetivo político e histórico era poner fin a la explotación capitalista.
Juan Carlos Gómez Leyton / Para Con Nuestra América
Desde Santiago de Chile
“Es el propio desarrollo de la democracia el que cuestiona la propiedad privada de los medios de producción, como obstáculo para una consolidación de la democracia, para una consolidación tal que no sea, para las masas populares, tan solo de carácter formal”
(Vladimir I. Lenin, Obras Escogidas, T. III, pág. 13)
La historia del siglo XX en la formación social chilena está marcada por el conflicto político, social y económico entre el capital y el trabajo. Y, es al interior de este conflicto donde hay que situar la crisis del capitalismo nacional durante la década de los sesenta y setenta del siglo pasado, cuya resolución a favor del capital, a través del Golpe de Estado de septiembre de 1973, hace cinco décadas, fue la instalación de una dictadura cívico-militar de carácter terrorista y genocida. La cual además de ocupar militarme su país, la dictadura del capital inició la reestructuración del capitalismo nacional y la constitución de una nueva forma de acumulación y de sociedad: la neoliberal. Esta fue la respuesta del capital al poder del factor trabajo presente en la experiencia revolucionaria de la Unidad Popular entre 1970-1973.
Lo que vamos a proponer en este breve artículo es lo siguiente: la crisis de la dominación y hegemonía capitalista en Chile estuvo directamente relacionada con la capacidad del factor trabajo de desarrollar un efectivo contrapoder con capacidad política, social y cultural constituyente revolucionario. El poder de los trabajadores y de los sectores populares se estructuró como un poder subversivo y transformador de las fuentes directas del poder social del capital.
Este contrapoder social, político e histórico de las y los trabajadores que se extendía, a su vez, al movimiento popular se había venido fortaleciendo tanto social como políticamente desde los años veinte en adelante durante el siglo XX. Este contrapoder se identificó con la lucha por la democracia social, política y económica, o sea, en otras palabras, con el socialismo.
Democracia y Socialismo en el proyecto popular eran sinónimos y se potenciaban recíprocamente esa era la fuerza política que gana las elecciones presidenciales de 1970. El proyecto socialista en Chile de la Unidad Popular y del Gobierno de Salvador Allende tenía como idea fuerza central: el fin de la explotación del “hombre por el hombre” y la abolición de la propiedad privada, en la perspectiva de poner fin a la histórica desigualdad social que afectaba a millones de hombres, mujeres y niñas y niños del país.
El proyecto social histórico de las y los trabajadores y de las y los sectores populares se caracterizaba por ser anticapitalista. Y, lo anticapitalista se expresaba de una forma muy concreta: poner fin con la propiedad privada de los medios de producción. Los programas sociales, económicos y políticos de las primeras organizaciones proletarias y populares nacionales se plantearon la socialización de la propiedad y la creación de la propiedad social. Este planteo a favor de la socialización y/o estatización de la propiedad privada, especialmente, de los medios de producción ya sea industriales, mineros y agrarios estuvo siempre presente en el imaginario político de los trabajadores y los sectores populares desde fines del siglo XIX hasta 1973.
La izquierda en Chile en el siglo XX, tenía una clara vocación revolucionaria y anticapitalista. Su principal objetivo político e histórico era poner fin a la explotación capitalista. A través de la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la constitución de una propiedad social, colectiva y al servicio de todos. Así lo expresó Luis Emilio Recabarren en su proyecto de constitución política de 1921, el artículo 7° establecía:
“En la República Federal Socialista de Chile, sólo hay “propiedad social administrada por la “Asamblea Industrial”, por la “Municipalidad” y por la “Asamblea Nacional”;
y declaraba en artículo 9:
“Es propiedad social la tierra y sus productos, la manufactura, la habitación, medios de producción, elementos de servicios públicos, transportes y cuanto no sea de inmediata utilidad o uso individual”.
En 1970 el Programa de la Unidad Popular establecía como objetivo central la constitución del Área Social de la Producción. El programa justificaba la creación del Área Social de la Producción de la siguiente manera:
“Las fuerzas populares únicas buscan como objetivo central de su política reemplazar la actual estructura económica, terminando con el poder del capital monopolista nacional y extranjero y del latifundio, para iniciar la construcción del socialismo”.
Para tal efecto,
“El proceso de transformación de nuestra economía se inicia con la política destinada a constituir un área estatal dominante, formada por empresas que actualmente posee el Estado más las empresas que se expropien. Como primera medida se nacionalizarán aquellas riquezas básicas, como la gran minería del cobre, hierro, salitre y otras que están en el poder de capitalistas extranjeros y de los monopolios internos”.
Entre el proyecto socialista de Recabarren y el programa de gobierno de la Unidad Popular hay una continuidad ideológica y política que permite sostener que la izquierda chilena y el movimiento popular tenía una profunda convicción de que la única forma de superar la desigualdad y la explotación era poniendo fin al capitalismo. La principal diferencia entre lo que postulaba Recabarren y lo postulado por la Unidad Popular estaba en quien debía administrar la propiedad social. Para él primero, era el Municipio, es decir, el poder local, mientras que para los segundos, el Estado, o sea, el poder central. La abolición de la propiedad privada era, entonces, para la izquierda una condición necesaria y fundamental en la construcción de la sociedad socialista. La construcción de la democracia política y social plena requiere la democratización de la economía. Por esa razón, esa democracia es sinónimo de socialismo.
Entre 1970 y 1973 la lucha social y política que marca el periodo esta signada por la democratización popular de la propiedad privada de los medios de producción. El impulso y desarrollo del poder popular que se expresó en la ocupación y dirección por los trabajadores de cientos de centros productivos evidenciaban que la pérdida del poder social que experimentaban los sectores capitalistas. El poder social de los trabajadores y sectores populares (pobladores, campesinos, indígenas, etcétera) expropiaba la base material del poder del capital. Esa el contenido fundamental de la revolución socialista de la Unidad Popular. La fuente principal del poder popular.
En defensa del poder del capital los grupos propietarios con el apoyo de los sectores medios recurrieron al poder de las Fuerzas Armadas y de Orden, las cuales intervinieron para dar “solución” a la crisis del capitalismo nacional, instalando en el poder a Pinochet.
El capital puso en marcha el proceso de restauración de su dominación y hegemonía en la sociedad chilena. Para tal efecto debió destruir el contrapoder de los trabajadores y de los sectores populares. Conjuntamente con esa destrucción la restauración del derecho de propiedad privada.
Actualmente la sociedad chilena se plantea nuevamente un cambio constitucional, sin embargo, en ninguno de los proyectos que se levantan para reemplazar la Constitución Política de 1980 legada por la dictadura militar tiene como objetivo político modificar la estructura real y efectiva del poder del capital, es decir, la propiedad privada de los medios de producción. Por esa razón, en Chile ya no se lucha por el socialismo. Este fue derrotado en 1973, hace 50 años atrás.
San Joaquín, 28 de junio de 2023
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