Este jueves 6 de junio, al mediodía, el presidente Alberto Fernández en el discurso dado en la entrega de 90 viviendas en el barrio Valle Chico en San Fernando del Valle de Catamarca, expresó como al pasar, pero zanjando diferencias con el gobierno anterior entre el hacer y el no hacer en la gestión de gobierno: “los unos y los otros”.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Habló del litio, habló del cobre catamarqueño, del oro y la plata que aguarda en sus entrañas, y también habló de las provincias que están desarrollando la agricultura y la ganadería.
“Los unos y los otros”. “Hemos sido el gobierno, sin duda, que más dinero y más recursos destinó al interior de la Patria”, expresó entusiasmado. “Y ese porcentaje de que el 40% de nuestros recursos estén en el Norte Grande, tiene que ver con la necesidad que el Norte tenía también por el olvido y la postergación que había tenido.”
“Los unos y los otros”. Más adelante en su alocución expresó: “En unos días más, voy a ir – con Coqui Capitanich (gobernador de la provincia de Chaco), a inaugurar un acueducto que lleva agua a 450 mil chaqueños que hoy no tienen agua potable. Ahora, yo marco esto por lo siguiente: nosotros privilegiamos llevar agua al Norte argentino porque lo necesitan, claro que lo necesitan. Y marco el acueducto de Chaco, porque los recursos que estaban destinados al acueducto del Chaco, en la gestión que me precedió, fueron usados para hacer el Paseo del Bajo, de Puerto Madero. Puerto Madero es el barrio más caro de la Ciudad de Buenos Aires y, el Paseo del Bajo era un lugar para aliviar el tránsito de los porteños que andábamos por ahí. ¿Qué es más importante? ¿Qué los vecinos de Puerto Madero vayan un poco más rápidos con sus autos o que 450 mil chaqueños y chaqueñas tengan agua? Esa es la diferencia y es mentira que el Norte no puede desarrollarse, el Norte tiene la riqueza que el mundo necesita, tiene esa energía del litio que hoy el mundo necesita. Puede desarrollar más energía solar, que la Argentina necesita. Y el Sur tiene la energía de transición, que en este tiempo se necesita que es el gas. Y, el domingo, casi vamos a declarar nuestra independencia, cuando demos por terminado el Gasoducto Néstor Kirchner.”[1]
“Los unos y los otros”. En campaña el ingeniero Macri, luego de haber logrado sumar al radicalismo que le brindó en bandeja el territorio nacional con la complicidad de unos pocos dirigentes vendidos, sin consultar a sus afiliados del interior, prometió en campaña por el gran Norte, ocuparse del bienestar de sus habitantes. Lo hizo como si estuviera en la cancha de fútbol, lugar de donde no debería haber salido. Hoy, sus candidatos, también de la reina del Plata, también prometen el oro y el moro. No miento ni pretendo hacerlo, me ha llegado una boleta de Patricia Bullrich 2023, con su foto y la leyenda: La fuerza para ordenar el país, que visto lo sucedido bien sabemos que podría mudar el verbo y decir, la fuerza para ordeñar el país. Lo ordeñaron hasta dejarlo exangüe con un préstamo maldito. Marquemos entonces la diferencia, entre los unos y los otros.
Me viene a la memoria, “Los unos y los otros” un film de culto de 1981, dirigido y escrito por el cineasta francés Claude Lelouch. Una película musical, una obra maestra que conjuga la historia de cuatro familias de diferentes nacionalidades (rusa, alemana, francesa y estadunidense) con la misma pasión por la música. Sus vidas transcurren desde los años treinta hasta la década de los ochenta del siglo pasado. Sus historias se cruzan varias veces en diferentes lugares y tiempos; marcada especialmente por las vivencias familiares durante la Segunda Guerra Mundial.
La música es una maravillosa creación de Michel Legrand y el clima transcurre entre la alegría de lo que disfrutan hacer y los terribles dolores a que son expuestos por las persecuciones, flagelos, los obligados destierros y la muerte a la que los somete ese horroroso conflicto bélico. Sus descendientes reiteran encuentros, entre nostalgia y melancólica ternura.
“Solo hay dos o tres historias en la vida de los seres humanos y se repiten tan cruelmente como si nunca hubieran ocurrido.” Es la frase con que comienza el film, que bien podría puede aplicarse también a las sociedades y que en la película resulta fundamental para entender la trama. Ganadora del Pulitzer en 1923 por “Uno de los nuestros”, Wilella Silver Cather, más concida como Willa Cather, muere el 24 de abril de 1947, después de dejar un frondoso legado de novelas y relatos hilvanado a través de sus 74 años de vida. Jorge Donn – el único argentino que figura en el reparto –, es el célebre bailarín que interpreta el Bolero de Ravel en el film, nace en Villa del Parque, Ciudad de Buenos Aires, el 28 de febrero de 1947. Quien escribe estas líneas, nace meses más tarde de este mismo año, hecho azaroso que permite relacionar el título del film y la frase enunciada.
El film es una vehemente exhortación contra la guerra, exhortación que transcurridas cuatro décadas de su proyección, no ha servido de nada. El negocio de la muerte está más vivo que nunca.
Los unos y los otros marcan diferencias, establece fronteras, pone espalda contra espalda entre las personas y las comunidades. Los límites naturales o no, dividen a los países. Nuestra comunidad latinoamericana, el sueño de los Libertadores, no son estos países surgidos después de las guerras de la Independencia y las luchas interiores libradas por los caudillos y capitanejos al servicio de oligarcas e intereses foráneos de los imperios de turno.
Argentinos y uruguayos fuimos parte de Las Provincias Unidas del Río de la Plata, la guerra con el imperio de Brasil en 1826, por influencia británica que no deseaba un gran Estado con ambas márgenes del río de la Plata, alentó la separación de Uruguay en 1828.
En abril de este año, las periodistas Silvia Naishtat y María Eugenia Estensoro, publican Laboratorio Uruguay, un ensayo en el que narran la radicación de 30 mil argentinos en Uruguay pandemia de por medio. Los migrantes son empresarios del agro y profesionales. Sus autoras dividen su trabajo en tres laboratorios: el tecnológico, el político y el cultural. En el primero pensando en el futuro y sabiendo que las comunidades que no cambien su matriz económica pueden quedar a la deriva, los uruguayos tomaron la decisión que su economía se desacoplara de la Argentina y Brasil y cambiaron su matriz con 15 años de gobiernos de izquierda que profundizaron las políticas macroeconómicas y la inversión extranjera en nuevos sectores.
En sus comentarios a favor de los orientales, señalan que, a diferencia de Argentina con la crisis del 2001, el país vecino decidió decirle no al default y logró reprogramar el pago de la deuda.
¿En serio? No, sus miradas derechosas les impidieron e impiden ver la realidad. Sin embargo, su relación con los grandes grupos económicos hace comprensible su prédica.
Continuando, así la posibilidad de convertirse en un polo de innovación se volvió realidad en un contexto de estabilidad política y macroeconómica y de la mano de la generación dorada de tecnología argentina. La República Oriental se convirtió en un semillero de unicornios, empresas que alcanzan un valor de mil millones de dólares o más a nivel mundial. No por nada algunos sostienen que es el nuevo hub tecnológico de la región.[2]
Sostienen que es un libro político, comparando los 40 años de democracia que celebra Argentina este año, celebración que Uruguay tendrá dentro de dos años, enfatizan que este país, tal vez el único de la región, está mucho mejor que en los ochenta. No hay allí la desesperanza que embarga a los argentinos.
Según datos oficiales de julio de 2022, en Argentina hay 212.800 uruguayos, en España, 80.000 y en Estados Unidos, 69.380.[3]
La relación entre nuestros dos países es tan estrecha y entrañable que hay toda una tradición de artistas y personas de a pie que directamente se consideran rioplatenses y disfrutan los beneficios de la cercanía.
Claro que también están los que cruzan el río color de león buscando refugio, escondiéndose de la justicia. Pero bueno, allí también se dan, los unos y los otros.
Declarados zona de paz, nuestros países, han salido a proclamar tanto el cese de la guerra de Ucrania como colaborar activamente en defensa del medio ambiente. Asfixiados por las deudas de los organismos financieros de los países centrales, salimos de la pandemia más golpeados que antes.
En el otro extremo, Europa ha puesto en marcha el instrumento de reconstrucción post COVID 19 más ambicioso, Next Generation EU, un total de 2.018 millones de euros a precios corriente para ayudar a reconstruir una Europa más ecológica, más digital y más resiliente.
Otra vez, los unos y los otros. Otra vez, “Solo hay dos o tres historias en la vida de los seres humanos y se repiten tan cruelmente como si nunca hubieran ocurrido.”
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