sábado, 4 de mayo de 2024

El enemigo principal

 Vivimos una época de confusión cultural, ideológica y política, que se expresa en problemas como el de la identificación de a dónde y por dónde canalizar los esfuerzos para conseguir mejores condiciones de vida, y en ese río revuelto, hay pescadores que obtienen ganancia.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

La identificación del enemigo principal y la estrategia para derrotarlo fue una de las más importantes tareas de los partidos y movimientos políticos que aspiraban a transformar radicalmente la sociedad. V.I. Lenin, por ejemplo, dedicó numerosas páginas de teoría y análisis de lo que hoy llamaríamos “de coyuntura” política a este asunto, sobre todo en el marco de las discrepancias dentro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia que en 1903 llevaron a su escisión en mencheviques y bolcheviques, que culminó en la fundación del Partido Comunista de Rusia en 1918.
 
En todos estos análisis, el enemigo principal se definía básicamente en función de identificar al sujeto social que se oponía u obstaculizaba el avance del movimiento obrero, entendido este -junto al partido que representaba sus intereses- como la vanguardia que luchaba por tomar el poder del Estado para impulsar transformaciones sistémicas.
 
Se entendía que se trataba de una alianza de grupos populares (trabajadores de la ciudad y del campo, intelectuales progresistas, artesanos y pequeños propietarios y comerciantes) -vanguardizada por la clase obrera- la portadora del proyecto político de avanzada.
 
Los trabajadores asalariados, es decir, aquellos que solo poseen su fuerza de trabajo y la venden en el mercado de trabajo, han cambiado su composición desde entonces, entre otras razones como resultado de sus propias luchas, pero también por los avances tecnológicos, y con ello también se han modificado sus aspiraciones y reivindicaciones.
 
Como se ha podido constatar, no solo a largo de toda la segunda mitad del siglo XX, sino sobre todo en lo que llevamos del siglo XXI, el movimiento obrero ha venido perdiendo protagonismo como el sujeto del cambio social por excelencia -que ha implicado la casi extinción de los que se consideraban los partidos políticos que se autodefinían como representantes de sus intereses-, lo que ha posibilitado la emergencia de grupos sociales que, sintiéndose atropellados en sus derechos, intereses y necesidades, pretenden identificar a quienes consideran los causantes de su situación, y que -siendo sus enemigos principales- sean apartados o eliminados como grupos sociales.
 
Uno de los problemas que se presentan en la actualidad con la identificación del enemigo principal, es la dificultad de que esta identificación tenga un sustento -tanto teórico como empírico- sólido. En la sociedad contemporánea, al debilitamiento de los partidos de clase -que eran los llamados, precisamente, a realizar este tipo de análisis- se ha sumado la proliferación de la información de todo tipo a través de los medios de comunicación y las redes sociales, que son utilizadas, desde el punto de vista ideológico político, precisamente para manipular la conciencia social, orientándola (o desorientándola) en contra de ciertos grupos sociales que, por alguna razón, tienen mejores condiciones laborales o de remuneración dentro de la misma clase de trabajadores asalariados.
 
Estos grupos son vistos como privilegiados y causantes de los males que sufren los más desfavorecidos, y contra ellos se dirige el malestar, dejando en las sombras a los verdaderos causantes de sus precarias condiciones de vida. Por añadidura, es estigmatizada la misma condición por la que estos asalariados han logrado mejor remuneración, por ejemplo, la formación profesional, que implica estudio especializado, con lo que surgen corrientes que demeritan el estudio y a los trabajadores que han avanzado en ese sentido.
 
Pero, dependiendo de la situación particular, así será identificado ese enemigo principal. En Estados Unidos, por ejemplo, una clase obrera que se ha visto afectada por el traslado de la producción a países y zonas que ofrecen mayores ventajas al capital, en primer lugar, por el costo de la fuerza de trabajo, pero también por políticas estatales que fomentan condiciones favorables, ve a su enemigo principal corporizado en China, y de ahí su apoyo fervoroso a quien ofrezca incentivar el retorno de la producción a su país. Eso es lo que ofrece Donald Trump, y por eso tiene su fervoroso apoyo.
 
Vivimos una época de confusión cultural, ideológica y política, que se expresa en problemas como el de la identificación de a dónde y por dónde canalizar los esfuerzos para conseguir mejores condiciones de vida, y en ese río revuelto, hay pescadores que obtienen ganancia.

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