Luego de la masiva e inconmensurable convocatoria del pasado 18 de junio, algo que a muchos les recordó el 17 de octubre de 1945, el gobierno libertario anda más perdido que “turco en la neblina”. Su pésima y cruel gestión le cae encima y hasta sus aliados ante la respuesta popular, le sueltan la mano.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Según datos presentados esta semana por el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica CELAG, “El 50% de la población (los de menos recursos) sólo acumula el 4% de la riqueza del país. El 10% más rico concentra el 59% de la riqueza. El 1% más rico concentra el 25% de la riqueza.” Un nivel pocas veces alcanzado de deterioro y miseria generado por políticas económicas en nuestro país, similar a los gobiernos conservadores del siglo XIX y principios del XX, bajo el modelo agroexportador liderado por la Inglaterra de la reina Victoria. Consecuencia de la destrucción progresiva del Estado y una desindustrialización feroz, que ha generado el mayor desempleo de décadas y arrastrado al hambre a millones, a un año y medio de gobierno de Javier Milei. Algo horroroso y despiadado.
Siguiendo el exitoso mayor ajuste de la historia de la humanidad, en mediciones del Instituto Nacional de Estadística y Censos INDEC, el desempleo se elevó al 7,9% en el primer trimestre de 2025, marcando un giro en la tendencia de descenso que se venía observando desde la mitad de 2024, que era de 6,4%.
No hace falta hurgar en datos y números sólo basta con observar la realidad circundante, acuciada por la ola de frío que adelantó el invierno austral y los miles de personas arrastradas a situación de calle en todo el país para advertir el sufrimiento de multitudes. De allí la reacción ante la privación de libertad de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner como bocanada de esperanza para romper con las atrocidades de Milei.
Como turco en la neblina, Milei y sus adláteres, vive encerrado y usa a su vocero, Manuel Adorni, para comunicar sus maldades en su tarea de destrucción estatal desde adentro, como manifiesta orgulloso, fiel a sus patrones internos y externos.
Cabe aclarar que la frase del título proviene de España, cuando se denominaba “turca” a la borrachera generada por el vino puro, también conocido como vino moro o vino turco y de allí se trasladó a las pampas chatas, como sinónimo de encontrarse sumamente perdido.
Perdido y atolondrado sin saber qué hacer, Javo y sus chicos, se siente rechazado hasta por sus mentores como el FMI que vino a observar cómo evoluciona la política económica, pero a la vez, también no es ajeno a las movilizaciones sociales surgidas a partir de sus políticas de recortes.
Simultáneamente a los datos socioeconómicos publicados precedentemente por los organismos mencionados, ante la llegada de funcionarios del Fondo Monetario Internacional que llegaron estos días para monitorear el programa presentado por el ministro Luis Caputo, el equipo que conduce salió a asegurar que el marcado incremento en las operaciones de dólar futuro que registró el Banco Central en mayo, estuvo involucrado a un contrato puntual que generaba “distorsión en el mercado” y que la utilización de esa herramienta de intervención, estuvo conversada con el FMI en el marco del nuevo programa. El ministro Caputo insiste que el déficit externo, “es absolutamente razonable y hasta sano”. Algo que el resto de los economistas ortodoxos viene señalando como peligroso.
Hasta al jefe de Gabinete Guillermo Francos, perdido como turco en la neblina, se le chispotea el discurso en el Congreso en momentos de dar su informe semanal expresando: “Las medidas impulsadas por el presidente Javier Milei guían al país a un futuro de confianza y pobreza.”
Es vergonzoso dar testimonio semana a semana de la gestión de un gobierno cada día más degradado cuyo único recurso es la canalización de un odio profundo a la sociedad repartiendo insultos a mansalva a sus adversarios, dando muestras de su falta de imaginación, su pésimo manejo de la gestión pública y su exceso de improvisación ante la incertidumbre que le plantea el complicado momento que vive el país y el mundo.
Los medios hegemónicos archiconocidos, los cientos de trolls, los genios de la comunicación en las redes, llevan año y medio agrediendo y reposteando los tuits presidenciales, cuyo destino es atacar a la oposición o los que piensan distinto de ellos. No se hacen cargo de la cruda realidad que vive la gente en las calles y mucho menos de las protestas generalizadas de todos los organismos públicos que protestan masivamente a diario.
La respuestas de sus funcionarios son lamentables frente a los serios y sensatos reclamos de estudiantes, profesionales, administrativos, personal auxiliar de los organismos destruidos por la motosierra insensible de Federico Sturzenegger. Ya nadie les cree ni los mentideros ensobrados que el presidente ataca y a la vez, dócilmente reproducen sus incongruencias.
La desesperación por el resultado de las próximas elecciones llevaron a Javier Milei y su equipo de gobierno a la ciudad de La Plata. Allí renovó y batió un nuevo récord de insultos, cuyo blanco fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof y donde confesó su crueldad. Sí, manifestó su ejercicio de la crueldad contra los empleados públicos, los estatistas y, desde luego, los kirchneristas. Algo que solo le creen los fanáticos que arrastra en sus exposiciones; porque claro, debe estar rodeado de gente que lo cuide, porque sabe que tiene los días contados y algún loquito, desquiciado por sus acciones, le devuelva la perversa crueldad que el desarrolla cotidianamente.
Retomando la cordura y despojando el pintoresquismo de sus previsibles presentaciones, hay un vacío de contenido demasiado evidente; vacío que no escapa a sus pretendidas exposiciones académicas, que tampoco dicen nada, pero presumen de un pseudo conocimiento con el que oculta sus sofismas. Siempre retorna al fracaso nacional desde hace un siglo, sin datos ni números, dentro de esa atmósfera enrarecida a la que nos tiene acostumbrados.
Lo real, es el deterioro progresivo e imparable de la sociedad, llevando a la miseria a grandes sectores de la población y a los profesionales más especializados a emigrar, como sucedió en los años noventa. Algo que viene sucediendo en educación y ahora en la salud, miles de médicos y enfermeros se van del país, porque Argentina no les ofrece las mínimas condiciones de vida, no digamos de progreso y oportunidades, como se decía en épocas anteriores, sino de supervivencia.
En estos momentos los medios viralizan el caso de un investigador del CONICET, el Dr. Leonardo Amarilla, que maneja un Uber para poder sobrevivir. Algo totalmente absurdo, aberrante y por desgracia comprobable.
Pregunta, los burros que conducen el gobierno, por nombrar algunos: el vocero presidencial, las diputadas de La Libertad Avanza que ganan millones, ¿saben de esta situación en particular? Otra, ellos ¿se quemaron las pestañas estudiando tantos años? No creo...
Dentro de las microhistorias que conforman el relato histórico mayor, debo confesar que mis únicos tres nietos, hijos de mi hija mayor, trabajan en el exterior y se formaron acá con mucho sacrificio. Tampoco piensan como mi generación, cuyas aspiraciones se centraban en techo, tierra y trabajo, esas tres T por las que abogaba el Papa Francisco.
Hay una brecha de aspiraciones que entrecruzan las generaciones, que pone de manifiesto un cambio progresivo de los valores que sustentaban a la sociedad en otros momentos.
No somos ajenos a los cambios tecnológicos que sabemos imparables, como lo han sido en otros tiempos. Debemos huir de consignas como: todo tiempo pasado fue mejor. La vida es dinámica y su movimiento requiere una adaptación simultánea, por mucho esfuerzo personal y colectivo a invertir.
Sin embargo, también tenemos que estar prevenidos de no dar legitimidad ética al reiterado machaque de las redes sociales y los medios hegemónicos, que trabajan por imponer la realidad que ellos diseñan diariamente y que influyeron para que llegáramos a este momento, donde un comediante de mal gusto y desconocido hace seis años, hoy ejerza la primera magistratura y lo haga como si fuera un emperador, desentendiéndose de los poderes del Estado y el resto de las instituciones de la República, o peor aún, introduciendo prácticas delictivas en Casa Rosada.
Perdidos como turco en la neblina seguirán haciendo daño como elefante en bazar. No saben otra cosa. Insistimos, el odio no lleva a ningún lado, la historia nos dará la razón.
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