La aprobación definitiva de la reforma laboral la semana pasada en Colombia representa un triunfo para la clase trabajadora y le devuelve derechos y dignidad.
Consuelo Ahumada / Para Con Nuestra América
Desde Colombia
En principio, esto debería subsanarse en poco tiempo, pero hay que estar vigilantes, porque todavía habría posibilidades de saboteo por parte de la oposición. La reforma recibió el respaldo de la OIT y beneficiará de inmediato a tres millones de personas mayores muy vulnerables, en especial mujeres, desprovistas de algún ingreso.
Pero centrémonos en la reforma laboral, cuya celebración comenzó con una enorme concentración en la plazoleta Alpujarra de Medellín, lugar emblemático para el uribismo.
Desde comienzos del gobierno, era claro que sería la reforma más difícil de tramitar. Y al mismo tiempo la más popular. Se trataba de devolverles derechos a los trabajadores y trabajadoras, conquistados en luchas de décadas y confiscados mediante dos leyes: la primera, la ley 50, impuesta por César Gaviria en 1990, en los inicios del período neoliberal.
La segunda ley es la 789, impuesta por Álvaro Uribe en 2002, que le quitó todavía mayores derechos a la clase trabajadora. Pero como jefe de la ultraderecha colombiana, no se limitó a ello, sino también expropió tierras para ponerlas al servicio del paramilitarismo y el narcotráfico. Fue responsable además de algunos de los episodios más nefastos de desaparición forzada en el conflicto armado.
Su reforma laboral extendió la jornada laboral y redujo el pago de horas extras, dominicales y festivos y eliminó el contrato laboral a los jóvenes aprendices del SENA, entre otras medidas.
Es decir, la aprobación de la reforma de Petro fue una batalla ganada a los sectores más recalcitrantes de la derecha y la ultraderecha en el país.
Fue además la derrota de la contrarreforma laboral que presentaron en el Congreso. Revirtió todas sus medidas regresivas e incluyó otras muy positivas como la formalización laboral de madres comunitarias, empleadas del servicio doméstico y del trabajo en las plataformas.
Es cierto que quedaron algunos puntos importante pendientes, como los derechos colectivos y sindicales, el contrato laboral para los transportadores, para trabajadores y trabajadoras del sector agrario, los derechos de las trabajadoras menstruantes, la licencia de paternidad. En estos puntos deberá avanzarse pronto, en la medida en que la correlación de fuerzas lo permita.
Hay que recordar que la oposición interpuso todo tipo de obstáculos y triquiñuelas para discutir la reforma en el Congreso. Los poderosos gremios empresariales, los voceros de la trasnochada ortodoxia neoliberal, los dueños de las finanzas, los conglomerados mediáticos, no escatimaron esfuerzo alguno para hacerlo.
El pasado 18 de marzo, cuando la reforma laboral se hundió en la Comisión 5 del Senado sin siquiera discutirse, el presidente encontró la salida política para persistir. Convocó la consulta popular, que recibió gran acogida entre la población. Fue entonces cuando la oposición se vio obligada a tramitar de nuevo la reforma.
Todo esto se dio en medio de una permanente movilización social en todo el país, convocada por el sindicalismo, las organizaciones sociales y el movimiento indígena y de las mujeres.
La laboral hace parte del conjunto de reformas estratégicas planteadas por el gobierno de Petro: salud, agraria, justicia, servicios públicos, ley orgánica de competencias para transformar el Sistema General de Participación, SGP, de manera que permita incrementar en términos reales, la transferencia de recursos del Estado central a las entidades territoriales.
Con ello, el presidente pretende sentar las bases para la transformación territorial en el tercer país más desigual del mundo. Ese fue el clamor del estallido social y el eje de su plan de desarrollo Colombia potencia de la vida.
En todas las reformas planteadas, la pelea de fondo es por la asignación y manejo los recursos públicos. Durante décadas, pero en especial a partir de los noventas, el aparato estatal se puso al servicio de los poderosos grupos económicos, nacionales e internacionales, mediante el Consenso de Washington, impuesto a rajatabla en LAC.
La oposición se ha expresado también con claridad en los campos económico y jurídico. Es cierto que se logró la aprobación de una reforma tributaria progresista a comienzos de este gobierno, pero la Corte Constitucional se opuso a que se les cobraran impuestos a las multinacionales mineras, lo que desfinanció el Plan de inversiones.
La oposición se negó a aprobar el presupuesto general y a discutir el plan de financiamiento.
Se niega a destinar recursos para el desarrollo territorial, fundamental para la paz. Ha habido una disputa política permanente en contra de la inversión social en las zonas más rezagadas y golpeadas por el conflicto armado. En todos los gobiernos anteriores, la prioridad la tuvieron siempre los negocios de los grandes empresarios.
Se despertó también el debate por la activación temporal que hizo el gobierno de la cláusula de escape a la regla fiscal (aunque esta sigue vigente) de manera que el gobierno pueda atender sus compromisos fiscales.
El triunfo con la reforma laboral deja una lección importante: la movilización social, múltiple, permanente y diversa en todo el territorio nacional, es definitiva para avanzar en la transformación social frente a las poderosas elites, nacionales e internacionales, empeñadas en preservar todos sus privilegios.
Esta movilización social permitió superar el empeño de la oposición en aislar y desprestigiar al gobierno, en especial después del atentado contra el precandidato presidencial. Es el triunfo del gobierno del cambio y de los trabajadores y trabajadoras colombianos.
Terminamos con las palabras de Petro: “Ganamos más dignidad, estabilidad, inclusión y justicia en el mundo del trabajo. Ganamos porque no nos rendimos, porque marchamos, insistimos y resistimos, porque el trabajo digno no es un privilegio, es un derecho. Gracias a quienes se la jugaron con valentía desde los territorios, los sindicatos, el Congreso y las calles”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario