La rendición del mercenario estadounidense William Walker, el 1º de mayo de 1857, y en particular el triunfo en la Guerra Centroamericana, puede interpretarse como la primera victoria de América Latina en contra del imperialismo norteamericano.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
(Ilutración: La rendición de Walker en Rivas, Museo Histórico Cultural Juan Santamaría)
Desde 1889 se reconoce el 1º de mayo, Día Internacional del Trabajo, como una fecha de reivindicación de la lucha social y la solidaridad de la clase obrera, que desde finales del siglo XIX se moviliza en América y Europa por el reclamo de justicia, respeto y dignidad en las relaciones laborales. De ahí que sea, también, una fecha para celebrar la emancipación humana.
Un momento culminante de estas luchas se presentó en las huelgas y manifestaciones realizadas en Chicago, en 1886, y cuya represión propició el injusto proceso judicial contra los líderes laborales y anarquistas de ese movimiento. Cuatro de ellos fueron ejecutados y un quinto se suicidio en 1887, en momentos en que la república norteamericana se encontraba “amedrentada (…) por el poder creciente de la casta llana, por el acuerdo súbito de las masas obreras”, como lo relatara José Martí en su célebre crónica Un drama terrible (publicada el 1 de enero de 1888, por La Nación de Argentina)[1].
Por razones distintas, aunque emparentadas en su contenido liberador, este día también guarda otro significado en Centroamérica: se recuerda la rendición de William Walker, el aventurero estadounidense que en 1855 se lanzó a la conquista de los entonces nacientes y convulsos estados centroamericanos. Su capitulación definitiva en Rivas, Nicaragua, el 1 de mayo de 1857, se da cuando sus tropas eran incapaces ya de oponer resistencia a la alianza de los gobiernos centroamericanos -predominantemente conservadores y apoyados por los británicos- pero sobre todo, a la unidad y valor de nuestros pueblos.
Convocado por los liberales nicaragüenses, este mercenario tomó control de ese país, declaró el inglés como idioma oficial, restableció la esclavitud y se proclamó presidente de un gobierno reconocido por el Departamento de Estado norteamericano en mayo de 1856. Walker, como explica el historiador Héctor Pérez Brignoli, “estaba preparando una verdadera anexión [de Centroamérica] a los Estados Unidos, reforzada por la injerencia creciente de capitales, armas y hombres del sur esclavista, en la fuerza mercenaria”[2].
Ese temprano y vergonzoso proyecto imperialista, animado por la ideología del Destino Manifiesto y la reciente anexión por la fuerza de la mitad del territorio mexicano (California, Arizona, Texas y Nuevo México) en 1848, tras la guerra de rapiña emprendida por Estados Unidos y la firma del tratado Guadalupe-Hidalgo, fue contenido por las sucesivas batallas de la Guerra Centroamericana. Para algunos investigadores, esta puede interpretarse como la primera victoria de América Latina en contra del imperialismo norteamericano[3].
En esa conflagración, en la que gravitaba la evidente rivalidad imperialista entre estadounidenses y británicos, en un período de transición hegemónica, asomaba además una incipiente conciencia antiimperialista, que se desarrollaría con el paso de los años en nuestra América.
Así, por ejemplo, el 1 de mayo de 1895, cuando ya estaba en curso la Guerra Necesaria de independencia y liberación de Cuba –la primera guerra antiimperialista-, el Dr. Antonio Zambrana, patriota cubano de la Guerra de los Diez Años, radicado entonces en Costa Rica, dio un discurso en el que destacó la “resolución inquebrantable” de los combatientes costarricenses y centroamericanos, “por el pecho firme que opusieron, como muro no tomado, al paso del conquistador”, y cuyas acciones permitieron “firmar en América la independencia de nuestra sangre, el derecho de posesión de nuestra familia, un grupo, sí, pero un grupo de leones”[4].
Más tarde, en 1913, el intelectual costarricense Joaquín García Monge, editor de la histórica revista Repertorio Americano, insistiría en el doble sentido del 1 de mayo para Centroamérica, el laboral y el antiimperialista, con motivo de la primera celebración del Día del Trabajador en Costa Rica. Las suyas son palabras que, al cabo de un siglo, conservan plenamente su vigencia:
“Para el trabajador centroamericano, el 1º de mayo es doblemente significativo en lo que importa a su condición de hombre y artesano. En un día como este, hace 56 años, el filibustero yanqui desistió de su primera tentativa de conquista armada del territorio que nuestros mayores nos heredaron. Y de entonces acá, el 1º de mayo destaca en el horizonte de nuestra historia como una estrella luminosa solitaria que advierte a las generaciones nuevas que la libertad tiene sus eclipses y hasta sus ocasos, que debemos estar alerta, porque detrás de los montes nativos aletea el águila de la rapiña extranjera y que si bien no llega al son de tambores y clarines, resplandece en el oro de las monedas y a paso lento se adueña de las conciencias de los políticos corrompidos, y legalmente, de nuestro territorio”[5].
Ahora, en este siglo XXI, cuando el neoliberalismo impenitente se niega a morir en Centroamérica, y avanza con sus últimas privatizaciones, la “flexibilización” de los derechos de los trabajadores y la “norteamericanización” de la cultura; ahora, cuando el neopanamericanismo se solaza en estas tierras, en medio de tratados de “libre comercio”, bases militares y nuevos golpes de Estado, recordar estos hechos que dan sentido a la historia centroamericana, y a sus luchas populares, e impedir que su memoria se disuelva en el olvido oficial, es una manera necesaria, urgente, de construir la Patria Grande tanto tiempo postergada.
NOTAS
[1] Martí, José (2003). Escenas norteamericanas. Caracas: La Expresión Americana. Pág. 118.
[2] Pérez Brignoli, Héctor (1989). Breve historia de Centroamérica. México D.F.: Alianza Editorial Mexicana. Pág. 93.
[3] Véase: McGuinness, Aims. “La llegada del fantasma: la retirada de William Walker por Panamá y las raíces del imperialismo estadounidense en América Latina”, Boletín AFEHC N°36, publicado el 4 junio 2008, disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1934
[4] Zambrana, Antonio. “1º de mayo símbolo en la historia de Centroamérica”, fragmento del discurso pronunciado el 1 de mayo de 1895 en San José, en: Comisión de Investigación Histórica de la Campaña Nacional 1856-1857 (2006). Proclamas y mensajes (comp. Francisco María Núñez et al). San José: Editorial Costa Rica. Pág. 288.
[5] Un resumen de este discurso está disponible en: http://www.frenteamplio.org/?p=1500
[1] Martí, José (2003). Escenas norteamericanas. Caracas: La Expresión Americana. Pág. 118.
[2] Pérez Brignoli, Héctor (1989). Breve historia de Centroamérica. México D.F.: Alianza Editorial Mexicana. Pág. 93.
[3] Véase: McGuinness, Aims. “La llegada del fantasma: la retirada de William Walker por Panamá y las raíces del imperialismo estadounidense en América Latina”, Boletín AFEHC N°36, publicado el 4 junio 2008, disponible en: http://afehc-historia-centroamericana.org/index.php?action=fi_aff&id=1934
[4] Zambrana, Antonio. “1º de mayo símbolo en la historia de Centroamérica”, fragmento del discurso pronunciado el 1 de mayo de 1895 en San José, en: Comisión de Investigación Histórica de la Campaña Nacional 1856-1857 (2006). Proclamas y mensajes (comp. Francisco María Núñez et al). San José: Editorial Costa Rica. Pág. 288.
[5] Un resumen de este discurso está disponible en: http://www.frenteamplio.org/?p=1500
No hay comentarios:
Publicar un comentario