Declaraciones cruzadas entre Asunción y Washington. La estrategia del Pentágono para bases en la región y su interés histórico en la Triple Frontera. ¿Qué es lo que se mueve tras bambalinas?
Algo está sucediendo en Paraguay pero las dudas crecen, sobre todo por las grandes dificultades a la hora de recoger información confiable. Apareció el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), grupo “guerrillero” autodeclarado “marxista-leninista y guevarista”, que estaría actuando en cinco departamentos del país: Concepción, San Pedro, Amambay, Presidente Hayes y Alto Paraguay.
El origen del EPP data de principios de 2008 y estaría conformado por un núcleo activo de 20 miembros. Dice estar enfrentado con el presidente Fernando Lugo, a quien acusa de no promover la Reforma Agraria, cuestión que motorizaría sus esfuerzos para destituirlo, tomar el poder en su reemplazo y constituirse como un gobierno marxista leninista. Todo demasiado lineal, ¿no?
El origen del EPP data de principios de 2008 y estaría conformado por un núcleo activo de 20 miembros. Dice estar enfrentado con el presidente Fernando Lugo, a quien acusa de no promover la Reforma Agraria, cuestión que motorizaría sus esfuerzos para destituirlo, tomar el poder en su reemplazo y constituirse como un gobierno marxista leninista. Todo demasiado lineal, ¿no?
No desmiente sus vinculaciones con las FARC colombianas ni que sus miembros habrían sido entrenados en Cuba y en Venezuela. Se le achacan robos, secuestros, atentados y al menos cuatro asesinatos en lo que va del año. Todo muy parecido al discurso mano dura de figuras como Alvaro Uribe, de Colombia, ¿no?
Al presidente Lugo no le faltan problemas: no cuenta con mayoría en el Congreso; tiene al vicepresidente en contra, es apedreado por los medios de comunicación y el Poder Judicial, por demandas sexuales motivadas durante su obispado. Además el EPP actúa sobre el territorio donde él actuó como sacerdote y se enfrento al latifundio. Escenario propicio para la desestabilización, ¿no?
Las prefecturas de Concepción, San Pedro, Amambay, Presidente Hayes y Alto Paraguay -donde operaría el EPP- se caracterizan por la concentración de grandes extensiones de tierras en pocas manos. Dichas tierras fueron adjudicadas durante los procesos dictatoriales de Stroessner a militares jerarcas del régimen. Otras, en zonas fronterizas, fueron adquiridas por ganaderos y sojeros brasileños, merced a leyes y decretos violatorios de la soberanía del país.
La región involucrada ocupa gran parte del territorio medio del país, con unos 800 mil habitantes sumidos en la pobreza; abundan las haciendas ganaderas y las llamadas "zonas liberadas" para cultivos de marihuana.
Lugo había proclamado durante su campaña la necesidad de encarar una reforma agraria integral inmediata como vehículo por excelencia para combatir la desigualdad social del país. Sin embargo, los avatares de su mandato signado por continuos intentos destituyentes lo han forzado a postergar sus proyectos.
En ese contexto se produce la sugestiva irrupción del EPP. Sugestiva porque su pobre organización no está a la altura de los objetivos que se le adjudican; porque su imagen mediática parece estar construida en la medida justa que requiere la formación de una políticamente correcta opinión pública -de rechazo a las prácticas violentas antidemocráticas- y porque a nadie se le escapa que la mejor manera de favorecer la reforma agraria no es socavar el gobierno de Lugo sino todo lo contrario.
La aparición del EPP ha forzado al mandatario paraguayo a solicitar el estado de excepción por 30 días en los departamentos afectados y eso significa que por ese lapso el Ejecutivo podrá decretar detenciones en la zona de lucha. "El objetivo principal del estado de excepción es capturar a los miembros del EPP que han cometido una serie de crímenes horrendos en Paraguay", según explicó el propio Lugo.
La medida fue acompañado por el desplazamiento de 3.000 efectivos -entre ejército y policía-, comandados por el general Oscar Velázquez.
Respecto de la participación militar, el presidente del Partido Comunista de Paraguay, Ananías Maidana, destacó el importante apoyo de las fuerzas populares al ministro de Defensa, Luis Bareiro Spaini, “porque él representa lo mejor de la tradición y la historia del ejército paraguayo en la defensa de la soberanía nacional y contra la intervención extranjera”. La cita es importante porque pone al ministro de Defensa fuera de sospechas de desestabilización.
La Cámara de Diputados –opositora a Fernando Lugo- intenta destituir a Barreiro Spaini. El ministro habría enviado una carta a la Embajada de Estados Unidos en Asunción, censurando en ella algunos conceptos que su titular habría vertido sobre la gestión de Fernando Lugo, lo cual motivó las iras de los legisladores –materializadas en un “voto de censura a su gestión”- y motivo que el mismo Lugo tuviera que respaldar a Spaini.
En lo estrictamente operacional, los entendidos en temas militares destacan el control que el Ejército Paraguayo tradicionalmente tiene de su territorio nacional, al que califican de “efectivo y total”. De ser así en la realidad el PPE debería tener sus días contados, dado que al esfuerzo militar se suma el hecho de que sus cabecillas estarían identificados, lo cual los aleja de refugios en zonas urbanas y los relega a una áspera supervivencia en la selva.
Las actitudes de la diplomacia estadounidense, cuestionadas por el ministro de Defensa, recuerdan las acciones de la Embajada de Washington en Bolivia, cuando los episodios en “la Media Luna”, en 2008, tendientes a la destitución del presidente Evo Morales.
En efecto, plantear un movimiento insurgente sin armas ni recursos; sin medios para tareas de propaganda y sin algún apoyo urbano es una situación difícil de digerir y que cuenta con tantos antecedentes negativos en la historia militar que no puede creerse que alguien entrenado los desconozca. ¿Por qué entonces tanto ruido con esto? Todo huele muy raro, ¿no?
Por un lado puede pensarse que se ha forzado al presidente Lugo a distraer esfuerzos en una cuestión, que de no ser exitosa le acarreará una imagen de debilidad y socavará aún más las bases de su gobierno.
Por otro, lo obliga a utilizar mecanismos de represión excepcionales –empleo del ejército en cuestiones internas- sentando un peligroso antecedente para toda América del Sur.
Además, ha trascendido que militares estadounidenses afincados en la localidad de Estigarribia podrían poner su “experiencia de combate en zonas de similares características” al servicio de esta operación de caza a modo de “colaboración extraoficial”.
Esto abona la teoría de que Estados Unidos intenta por cualquier medio involucrarse militarmente en zonas de abundantes recursos –ya está en Colombia- y desde allí proyectarse a países limítrofes con Paraguay.
En ese marco, toda la operación EPP podría ser una nueva creación táctica de Washington, al fin de cuentas, ello no constituiría ninguna novedad, ¿no?
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