En Guatemala se realiza este
domingo la segunda vuelta de las elecciones generales. Han quedado en la lid
solo dos contendientes, Jimmy Morales y Sandra Torres, quienes emergieron de una
primera vuelta que se realizó a escasos días de la renuncia a la presidencia de
la República de Otto Pérez Molina.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Los candidatos Jimmy Morales y Sandra Torres. |
La renuncia de Pérez Molina y su
vicepresidenta, Roxana Baldetti, ambos en la cárcel con cargos de corrupción en
la actualidad, se produjo luego de masivas manifestaciones ciudadanas que
coincidieron con el período electoral que se cierra este domingo.
Una de las consecuencias de tales
manifestaciones sobre el proceso electoral fue la defenestración del candidato
Manuel Baldizón, que venía punteando en todas las encuestas y era considerado
el virtual ganador de la contienda.
Varios colaboradores cercanos a
Baldizón, incluido su candidato a la vicepresidencia, pero también diputados de
su bancada en el Congreso de la República, fueron acusados por la CICIG
(Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, nombrada por la ONU) de
cargos de corrupción.
Tras una reñida disputa, Sandra
Torres y su partido, la Unión Nacional de la Esperanza, lograron arrebatarle el
segundo lugar y, con ello, pasar a segunda ronda.
Sandra Torres no es nueva en estas
lides. Entre el 2008 y el 2012 fungió como primera dama del país, siendo a la
sazón esposa de Álvaro Colom, presidente de la República. En esos cuatro años,
la ahora candidata tuvo a su cargo las políticas sociales del gobierno, lo que
le granjeó tanto apoyos como animadversiones.
Los apoyos provienen sobre todo de
sectores pobres de la ciudad y del campo que se vieron beneficiados con tales
políticas sociales, como, por ejemplo, Hambre
cero, que se encuentran emparentadas con las impulsadas por gobiernos
nacional-progresistas de otros países latinoamericanos.
Las animosidades provienen, en
primer lugar, de las sospechas de malos manejos de los fondos gubernamentales
destinados a los programas que impulsaba.
Jimmy Morales no tiene mayores
antecedentes en la política. Se le conoce en el país principalmente por su
trabajo como comediante televisivo. En la coyuntura actual, en el que la
ciudadanía se encuentra híper sensibilizada con el tema de la corrupción, el
que no se le conozcan antecedentes en ese sentido es una ventaja.
Morales no llega huérfano a la
política. Se ha articulado con una serie de sectores de larga trayectoria
política en el país, especialmente con militares de derecha que hicieron carrera
y lograron visibilidad en las décadas del 80 y 90, cuando formaron parte del
aparato represivo del Estado que llevó adelante la guerra contrainsurgente que
dejó al país bañado en sangre.
Jimmy Morales tiene sobre Sandra
Torres, entonces, lo que podríamos llamar esa ventaja coyuntural: no se le
asocia con la corrupción. Pero, además, habiendo sido comediante televisivo,
tiene habilidades histriónicas que la señora Torres no posee y, como se sabe de
sobra, en tiempos de la telepolítica eso no es poco decir.
Luego de largas y admirables
jornadas de movimiento ciudadano, los guatemaltecos se aprestan a decidir entre
dos malos candidatos. Ninguno de ellos tiene un verdadero programa de trabajo y
tampoco tienen calidades personales suficientes como para pensar que,
eventualmente, tales carencias pudieran ser suplidas por una personalidad que
conjuntara esfuerzos que ya se han expresado, por ejemplo, en las marchas
ciudadanas.
No se trata, sin embargo, de dos
males iguales. El candidato Jimmy Morales tiene tras de sí la sombra de un
pasado funesto, la que proyectan sus colaboradores militares que, como han
dejado claro con sus actuaciones y declaraciones de la actualidad, no han
dejado de pensar y actuar con el autoritarismo de siempre, y ya sabemos que no paran
mientes en utilizar los más atrabiliarios métodos para hacer prevalecer sus
intereses: 36 años de guerra nos lo recuerdan.
Sandra Torres, quien no es ningún
Ángel de la Guarda, es sin embargo una mujer que ya ha dado muestras de tener
preocupación por los sectores más desfavorecidos de la sociedad, lo cual ya es
decir mucho en una sociedad como la guatemalteca, en donde se exhiben los más
altos índices de pobreza de América Latina y, en algunos casos, del mundo. Y,
si por las vísperas se saca el día, en el gobierno de su esposo el Estado
guatemalteco no se caracterizó por su signo represivo, y se lograron algunos
avances en la reparación a los familiares de víctimas de la guerra.
Las últimas encuestas electorales
le dan a Jimmy Morales un poco más del 67% de las preferencias del electorado.
Sin embargo, como dicen siempre los que van atrás en las mediciones de este
tipo en todas partes, la verdadera encuesta es el domingo.
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