La de América Latina es una voz
que resalta en el concierto mundial de las naciones. Es una voz que habla un
nuevo lenguaje y se respalda con acciones inéditas que están permitiendo verle
un nuevo rostro a la región.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Asamblea General de la ONU. |
Durante la semana que termina, en
Nueva York se ha realizado la 70 Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas, y a ella han acudido jefes de Estado de la mayoría de los
países del mundo. Cada uno de ellos ha expuesto ante el mundo lo que para su
respectiva nación constituyen los puntos que le afligen o le alegran, o sus
reclamos y logros.
Un vistazo rápido, a vuelo de
pájaro, nos muestra un mundo convulsionado como nunca, en el que tal vez, como
parece proponer el Papa Francisco, ya se está librando la Tercera Guerra
Mundial o sus prolegómenos, y cuyos efectos más dramáticos recaen, como
siempre, en cientos de miles de personas que, sin ser combatientes, mueren, son
heridas, deben abandonar sus hogares y, en general, sufren los efectos
devastadores de enfrentamientos.
No es ninguna novedad que el Medio
Oriente siga siendo un polvorín, alimentado por las pugnas entre las diferentes
potencias y sus acólitos locales, girando siempre en torno de las tan
apetecidas fuentes del petróleo. Siria es hoy la víctima principal de tales
enfrentamientos; descuartizada, es la última trinchera que resiste los embates
de los movimientos aupados por los Estados Unidos y la OTAN, que ya derribaron
gobiernos en otros países de la costa mediterránea africana con el pretexto de
abrir caminos a la democracia, y que solo han logrado crear un caos
generalizado cuyas consecuencias ya está pagando la misma Europa.
Esas mismas tensiones se expresan
en el Mar de la China, en el sudeste asiático, en donde el gigante chino puja
por asegurar su entorno estratégico, y choca nuevamente con la omnipresencia
mundial de los Estados Unidos y sus aliados locales, en primer lugar Japón y
Corea del Sur.
En este contexto de tiras y
aflojes, América Latina sobresale esta vez por otras razones, que no son las
bélicas sino todo lo contrario, que muestran signos de acercamiento entre los
pueblos, de solución pacífica de los conflictos y preocupación por encontrar
los cauces que permitan mejorar la calidad de vida de sus pueblos.
La presencia del Papa Francisco ha
jugado el papel de catalizador de estas circunstancias, dejando claro que él
mismo es un representante de esa una nueva era que habla con un nuevo lenguaje,
se identifica con grupos sociales secularmente marginados y hace propuestas
atrevidas.
Lo mismo se puede decir de los
discursos que pronunciaron otros líderes latinoamericanos, como Rafael Correa,
Evo Morales, Cristina Fernández, Dilma Rousseff o Raúl Castro, protagonistas
todos ellos de los procesos que en nuestro continente buscan formas de salir
del atolladero en el que nos sumió el neoliberalismo.
Dos procesos acapararon, sin
embargo la atención, porque ambos apuntan a la resolución de situaciones
conflictivas de larga data, que han constituido contante preocupación para toda
América Latina: las relaciones bilaterales entre Cuba y los Estados Unidos, y
las conversaciones para la paz en Colombia, que parecen aproximarse a buen
puerto.
Las primeras, han puesto las
primeras piedras, aunque falta aún mucho por avanzar, como bien ha remarcado,
una vez más, el presidente Raúl Castro: sin un cese del bloqueo, ninguna
relación entre los dos países avanzara normalmente. Y las segundas han hecho
públicos sus casi definitivos avances hace unos pocos días, augurando una
pronta conclusión del conflicto armado interno más prolongado de todos los
tiempos en América Latina.
Siendo estos dos procesos claros
protagonistas de nuestros tiempos latinoamericanos, no debe dejar de
mencionarse la claridad y pertinencia con la que otros mandatarios y
mandatarias, principalmente de lo que podemos denominar como gobiernos
nacional-progresistas, han planteado la necesidad de estructurar nuevas formas
de relacionamiento entre los pueblos, de tomar medidas rápidas y pertinentes
para mejor el nivel y la calidad de vida de los pueblos y de atajar el
creciente deterioro ambiental que compromete el futuro de todo el planeta.
La de América Latina es una voz
que resalta en el concierto mundial de las naciones. Es una voz que habla un
nuevo lenguaje y se respalda con acciones inéditas que están permitiendo verle
un nuevo rostro a la región.
Debemos sentirnos orgullosos de
ello.
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