Los
hechos hablan por sí mismos. En poco más de cuarenta y ocho horas la aviación
rusa le ha ocasionado a los terroristas del EI más daños que los dudosos que
dicen haberles infligido, en más de un año, una coalición a la que le es ya
imposible ocultar sus verdaderos propósitos geopolíticos de dominación mundial.
José Luis Callaci / Especial para Con Nuestra América
“Ningún individuo o grupo humano se
puede considerar omnipotente ni está autorizado a pasar por encima de los demás”.
Papa Francisco
El presidente Putin durante su discurso en la Asamblea General de la ONU. |
La
decisión de Rusia, a solicitud del gobierno de Siria, respetando las normas
internacionales de intervención, de atacar los puntos estratégicos del
territorio ocupado por el Estado Islámico (ISIS) en ese país ha enfurecido a
algunos líderes de las potencias occidentales. Perciben en esta
sorpresiva acción de la aviación rusa, que se derrumban sus propósitos de
derrocar a un gobierno que no se les subordina al, ahora extendido, “destino
manifiesto”, o a ese tipo de “liderazgo” que, en boca de un precandidato
usa-americano, solo se consigue con la fuerza de las armas.
El enojo
es tal que multiplica las temerarias, incoherentes e infundadas
afirmaciones sobre los objetivos de los ataques rusos. Afirmaciones que
son descartadas por una realidad imposible de ocultar, gracias a las
asombrosas tecnologías de la comunicación moderna. Los hechos hablan por
sí mismos. En poco más de cuarenta y ocho horas la aviación rusa le ha ocasionado
a los terroristas del EI más daños que los dudosos que dicen haberles
infligido, en más de un año, una coalición a la que le es ya imposible ocultar
sus verdaderos propósitos geopolíticos de dominación mundial.
Las
últimas injerencias en los asuntos internos de países del norte de
África y el Medio Oriente, incluso en Ucrania, ha llegado a tales
extremos que, como decía el afamado escritor latinoamericano Eduardo
Galeano, ha provocado la desintegración de países, grandes cementerios y
“un manicomio total”. Habría hoy que agregarle la dramática situación
que padecen cientos de miles de familias, que deambulan
desesperadas en busca de refugio en los distintos confines del
planeta.
La frase
del discurso pronunciado por el Presidente de la Federación de Rusia
Vladimir Putin en la reciente Asamblea de las Naciones Unidas, al
increparles a los responsables de esta vorágine que amenaza la paz
mundial, a quienes desde fuera generaron los conflictos: “¿Se dan cuenta de
lo que han hecho?”, quedará estampada en la historia de la humanidad cómo
una de las más lapidarias y a la vez certera y oportuna dichas por un
gobernante.
¿Se
auguran tiempos nuevos de paz y armonía planetaria? Aún no lo sabemos, pero lo
evidente es que los acontecimientos de sustantivos cambios se precipitan
y aportan grandes lecciones. Una de ellas es saber distinguir esa
perversidad humana hecha poder y sistema que no conoce
de límites. Las justas intenciones y la buena voluntad no han
sido nunca rasgos distintivos de los que guían sus vidas impulsados por la
codicia y los febriles deseos de dominio sobre los demás. Apartar esa
ingenuidad, que el gran Sacerdote de Troya Laooconte con su ruego: “señor
no le creas a los griegos ni aun cuando te ofrecen regalos”, ni Casandra,
la hija del Rey Priamo, pudieron lograr, es un imperativo de todo
gobernante que se sienta responsable de la seguridad de todos los habitantes
del planeta El resto es historia conocida.
Nadie debe arrogarse el derecho de calumniar a un
pueblo o una nación. Las sistemáticas diatribas con el mismo mensaje “los
rusos son malos”, casi como venidos de otro planeta para
destruir lo existente, es mito y una patraña que si bien una
vez lograron hacerla grande ya se les está cayendo de manera estrepitosa
debido a la avalancha de hechos que les provocan desatinos
y una incontenible furia que enceguece a los más recalcitrantes.
Sin embargo, aflora la esperanza y un moderado optimismo
que nos lleva a pensar que la sensatez, como pareciera suceder en altas
esferas del poder mundial, sigue ganando terreno para aislar cada vez más a los
iracundos que se resisten a aceptar la existencia de un mundo multipolar y de
relaciones multilaterales entre todas las naciones. Entendemos que la
hipocresía y los engaños, intrínsecos de un sistema en decadencia
seguirán existiendo. En dosis cotidianas se continuarán difundiendo, a diestra
y siniestra siguiendo, lo que el filósofo e historiador francés
Francois Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, le escribió a su
amigo Nicolás Claude Thieriot: “calumniad, calumniad, que siempre algo
queda.”
Cosas veredes amigo Sancho que harán fablar a las piedras, le dijo Don Quijote a su escudero. Espíritu latente
en este mundo atribulado que bien podría llegar a hacer que hasta las
piedras hablen, a pesar de aquellos que teniendo oídos no quieren oír y
teniendo ojos no quieren ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario