¿Qué quiere Obama para levantar el
bloqueo? Desde el inicio lo ha dicho abiertamente y sin ningún tapujo: lograr
lo que en más de 50 años no logró por las malas, es decir, que Cuba renuncie a
su modelo de desarrollo y abandone el socialismo.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
En el marco del proceso de
acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos, la Secretaria de Comercio de este
último país visitó la isla hace unos pocos días, pero los resultados no fueron
los que la administración norteamericana esperaba. Los responsables de que esto
sucediera fueron los cubanos, quienes se plantaron, con toda la dignidad que
les caracteriza, ante la prepotencia que exhiben sus vecinos del norte.
En primer lugar, dejaron claro que
el principal obstáculo para que las relaciones entre los dos países progresen,
en todos los niveles, inclusive el del comercio, es el levantamiento del
bloqueo.
No son posibles relaciones
respetuosas entre las naciones si una agrede a la otra de cualquier manera, y
el bloqueo es una agresión de los Estados Unidos hacia Cuba. Como bien indica
la parte cubana, en la isla tienen muy claro lo complicado que es remover la
legislación que se ha establecido al respecto en el Congreso norteamericano.
Pero también es cierto que el presidente Obama puede hacer más y, si no lo
hace, es porque no quiere.
¿Por qué no habría de querer Barak
Obama que avanzara un proceso de distención en el que él mismo es un
protagonista estelar? Muy sencillo: porque Obama quiere tener el bloqueo en la
mano como en su tiempo tuvo el garrote Theodore Roosevelt: si no haces lo que
yo quiero, garrote; es decir, no levanto el bloqueo.
¿Qué quiere Obama para levantar el
bloqueo? Desde el inicio lo ha dicho abiertamente y sin ningún tapujo: lograr
lo que en más de 50 años no logró por las malas, es decir, que Cuba renuncie a
su modelo de desarrollo y abandone el socialismo.
Como no podía ser de otra forma,
la Secretaria de Comercio norteamericana hizo planteamientos a los cubanos que
van en esa línea. A ellos, dijo en La Habana, lo que les interesa es que la
cooperación y las inversiones fluyan hacia Cuba pero no a donde el gobierno
soberano de la isla lo decida, sino a donde a ellos les interesa, es decir,
hacia el sector social que quieren fortalecer para crear una alternativa
política opositora: al incipiente sector privado, el del “cuentapropismo”. Es
decir, la de empoderar sectores sociales que podrían apoyar un cambio político
interno.
La estrategia norteamericana en
este sentido tiene muchas aristas. Una es la que aquí reseñamos, pero otras han
sido ya claramente planteadas: ganar a los cubanos por la cultura, por la
seducción de las industrias culturales y propalar a través suyo los valores de
la sociedad de consumo. Confían en que dicha estrategia ha tenido éxito en
Europa del Este y piensan repetir aquí.
Es, ciertamente, un reto
formidable para la sociedad cubana, y ellos mismos lo admiten, sobre todo en
una sociedad en la que se ha vivido tan ascéticamente durante tanto tiempo. Los
jóvenes son los principales destinatarios de tales políticas.
Se están moviendo mucho los
norteamericanos en distintas direcciones. El ámbito del periodismo es otro.
Promueven jornadas de adiestramiento sobre lo que han dado en llamar el
periodismo de barrio, al que invitan y acuden jóvenes interesados en utilizar
las redes sociales con fines políticos. Buscan encontrar sustitutos de quienes
se han desgastado y perdido relumbrón, como la bloguera Yoani Sánchez. En
Alemania reunieron a un grupo de muchachos recientemente con estos fines.
Ya lo había dicho Obama: “…no
podemos continuar usando las mismas formas de hacer política y esperar
que haya resultados diferentes”.
La misma política de inicios del
siglo XX: la zanahoria y el garrote. No cambian nada estos norteamericanos.
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