Los resultados en la primera vuelta de la elección presidencial
en Argentina y la situación político-económica en Brasil abren interrogantes
sobre el futuro de la región. Los partidos conservadores avanzan con el apoyo
de sectores populares que se sienten cada vez menos interpelados por los
gobiernos progresistas.
Rodrigo Gomez Tortosa* /
Especial para Con Nuestra América
Desde
Buenos Aires, Argentina
El candidato Daniel Scioli, la presidente Cristina Fernández y el expresidente Lula da Silva. |
Unas líneas embriagadas de desazón siempre le
sirvieron a Gabriel García Marquez para confinar al olvido las malas jornadas.
Bien conocidos son los contratiempos de
Florentino Ariza en El Amor en los
tiempos de cólera, cuando se autoinfligía placer/dolor sexual con nuevas
acompañantes para imprimirse a flor de piel su penuria amorosa. Escribir estas
líneas tal vez permita desahogar el desasosiego de muchos de nosotros ante la avanzada
de los partidos conservadores o de derecha sobre las clases populares.
“No es el árbol quien abandona a la flor; sino la flor la que abandona
al árbol “reflexionaba Edmond
Dantés en El conde de Montecristo. ¿Por qué millones de
argentinos se inclinaron por opciones electorales de estirpe neoliberal? ¿Son
ellos quienes se retiran de posicionamientos cercanos a sus intereses o son las
estructuras políticas que erran?
Millones de personas en la región han abandonado la
más dura de las pobrezas. Algunos de los gobiernos de la región han comenzado a
cumplir con la agenda pendiente de las deudas sociales que teníamos los
latinoamericanos. La inversión en educación, salud, política social fueron record
en los países con gobiernos de tinte progresista. A pesar de todo eso, la población está empezando a dejar de
acompañar esas alternativas en Brasil y Argentina para pensar e inclinarse por
opciones netamente conservadoras.
Lindos, empresarios, cuasi-carismáticos a
robóticos, y con un discurso que se enraíza en una supuesta alegría, los
Capriles y Macrisboys se extiende por la región para captar los
votos de la NO confrontación y el SI a la Paz. Infiltrados entre
las masas se reagruparon juntos a las corporaciones y formaron estructuras
solidas capaces de disputar con discursos populares de igual a igual con los
gobiernos que supieron decirle NO al ALCA y los organismos de Brenton
Woods(Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc.). Son los nuevos
partidos de masas conservadores.
La flor del pueblo se aleja
para acercarse al fantasma del neoliberalismo y de los grupos concentrados de
poder económico y políticos. Ya hemos sufridos en otras oportunidades lo que
autores han definidos como la restauración conservadora. Sabemos lo que
significa volver a sufrir políticas de concentración del capital, donde siempre
es necesario recurrir a la violencia para someter a la resistencia y hacer una
brutal distribución del ingreso regresiva como mecanismo de disciplinamiento
social tal.
Cayendo los bastiones de Brasil y Argentina
-Partido de los trabajadores y el Kirchnerismo-, Ecuador, Bolivia y Venezuela
debilitan sus posicionamientos antes una avanzada siempre de las derechas
locales respaldadas por los Estados Unidos.
Recordemos el rol sustancial de la UNASUR para frustrar los intentos de
golpe en Ecuador (2010) y Bolivia(2008), sin ella y sin los presidentes
progresistas de la región, un quiebre
constitucional en ambos casos era ineludible.
En la región enfrentamos dos escenarios en lo
inminente, la avanzada sobre Dilma y las
elecciones presidenciales en la Argentina. Ambos casos son disimiles: Dilma
sufre una avanzada de la derecha hacia su gobierno que en primer término le
quedaría tres años, en cambio, Argentina se encuentra ante la primera elección
que puede ganar un partido estructurado a la derecha que convoca a las masas
como modo de legitimación.
Si bien existieron aciertos de la derecha argentina
para tener los resultados de la primera vuelta que lo ponen a tiro a Mauricio
Macri del candidato del Gobierno Daniel Scioli,
los errores propios fueron aún más determinantes para entender la
victoria por escaso margen del ex ocho veces campeón mundial de motonáutica. La
elección por parte de Cristina Kirchner
de un candidato no cercano al núcleo duro de su fuerzas, resquebrajaron hacia
dentro lo que finalmente termino siendo decisorio a la hora de recoger apoyos
para alcanzar la victoria por un margen mayor en las últimas elecciones. Las
principales organizaciones cercanas al gobierno terminaron dando un apoyo
distante y tibio a Daniel Scioli, constándose en la diferencia de votos
recibidos entre el candidato a Presidente y los intendentes propuestos por la
misma fuerza política en la Provincia de Buenos Aires, distrito que posee el
37% del caudal total de votos en el país.
Nos enfrentamos ante una dura realidad eso es innegable. Si todas las fuerzas que al menos
les repulsa el neoliberalismo, no trabajan coordinadamente por evitar que
Mauricio Macri llegue a la Presidencia de la Nación, Argentina será el primer bastión importante
perdido ante la derecha en los últimos tiempos y con ello una inestimable
perdida para las millones de desarrapados de la región diría Paulo Freire. Esto
no solo sufrirá efectos locales sino a su vez en el resto de la región.
Como dijo Cristina Fernandez de Kirchner en su
reaparición pública luego de las elecciones “No
todos somos iguales, no busquen la imagen de tal o de cual dentro de nuestra
propia fuerza. Somos distintos. ¿Pero saben qué? Somos una fuerza política que
está dispuesta a seguir llevando adelante las políticas que han hecho grande a
la Argentina y han hecho prosperar a los argentinos”. El Kircherismo en
Argentina tienen una responsabilidad que
sobrepasa su frontera y nuestra temporalidad. Resulta necesario dejar de lado
las diferencias y apostar nuevamente, a robustecer una política que asegure que
los oprimidos se emancipen, y de este modo, lograr que finalmente la flor no abandone al árbol.
*Politólogo
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