Este 7 de octubre comenzó la campaña electoral a nivel
municipal, y el FA aspira a acceder a espacios de poder institucional y a
acumular fuerzas desde lo local. La elección es atípica, dado el contexto de
cambios y celebración de comicios a la mitad del período presidencial.
Héctor Solano Chavarría / Especial para Con Nuestra
América
Patricia Mora, diputada y presidenta de Frente Amplio. |
Para Patricia Mora,
presidenta del Frente Amplio (FA), el objetivo de la agrupación amarilla de
cara a las elecciones municipales del 2016, pasa por consolidar los avances
conseguidos en el 2014, acumular fuerzas y “convertir ese trabajo que vamos a hacer en cada uno de los cantones de
nuestro país, en un músculo que nos posicione de cara a las elecciones del 2018”.
“Cuando nosotros pongamos un pie en cada una de las Alcaldías
–prosiguió Mora-, en un año se les habrá
quitado el miedo. Se darán cuenta que no somos ningunos terroristas y que
únicamente nos mueve el amor por Costa Rica”.
Los fuegos electorales
están abiertos. Conforme los partidos van culminando sus respectivos procesos
asamblearios internos con la finalidad de designar y ratificar candidaturas, el
Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) se apresta a organizar unos comicios que
por algunas de sus características, no tienen antecedentes. Es la primera vez
que ocurren a la mitad del período presidencial y es mucho lo que está en
juego.
Para José María
Figueres, presidente del Partido Liberación Nacional (PLN), en cuanto a las
próximas elecciones municipales a Costa Rica “le conviene que gane Liberación Nacional”. “Siempre –afirmó Figueres-
que hemos estado con Liberación Nacional hemos estado mejor, y si no veamos lo
que está sucediendo con el gobierno actual”.
Pero si algo ha
rechazado de manera sistemática la ciudadanía costarricense en el último
tiempo, ha sido la política tradicional. Rechazo que se expresó en la
apabullante derrota cosechada en la elección presidencial de 2014 por ese PLN
cuyo presidente al día de hoy es Figueres, y quien está, según afirma, muy
comprometido en presentar a esa misma ciudadanía que lo rechazó “un nuevo
Liberación”. El reto por lo demás es difícil.
Según datos de la
propia Contraloría General de la República (CGR), en Costa Rica, ocho de cada
diez municipios manejan sus recursos sin mayores criterios, sin la existencia
siquiera de registros contables. El PLN controla en la actualidad 59 de las 81
municipalidades que hay en el país, y uno de sus diputados insignia en la
actual Asamblea Legislativa, Juan Marín, propuso hace algunas semanas
transferir a los gobiernos locales cerca de 800 mil millones de colones, sin
asignarles mayores responsabilidades a éstos.
Al propio Figueres le
es difícil escamotear su imagen de político tradicional. Ex-mandatario entre
1994 y 1998, muy cuestionado, prófugo de la justicia por más de 10 años tras su
vinculación en el conocido escándalo ICE-Alcatel, en el que recibió pagos por
aproximadamente 900 mil dólares de parte de la transnacional francesa.
Su gobierno, que entre
otras cosas selló el denominado Pacto Figueres-Calderón, cerró los trenes y
puso punto final a la existencia de CODESA, terminó con unos índices de
popularidad bastante modestos. Una nota de La
Nación de mayo de 1998, inclusive, destacó en ese entonces como “noticia”
el que por primera vez en 40 meses, las valoraciones positivas en torno a la
gestión de Figueres superaran las negativas en las encuestas. De “impopularidad
crónica”, era catalogado su gobierno por parte de la prensa de entonces.
El reto de posicionar
una “renovación” en el PLN, así, parece más que complicado. El “nuevo
Liberación” lleva como segundo abordo después de Figueres, a su flamante
secretario general, Fernando Zamora, quien en días recientes se dejó decir que
“aquella peligrosa doctrina sexual y
familiar de los textos clásicos del marxismo, ha regresado hoy: se llama
ideología de género”.
Nótese la joyita… “Concebían (los bolcheviques en Rusia) que era por medio del sexo sin compromiso que la mujer lograba vencer
las “cadenas opresivas” que le imponía el hombre”. “Esta peligrosa corriente –nos advierte Zamora- se está manifestando por medio de múltiples políticas públicas. Entre
muchas, una especialmente preocupante: la nueva doctrina que los ideólogos del
libre sexo están implementando en nuestras escuelas y colegios”.
Así las cosas, es claro
que los ingentes esfuerzos de Figueres por “revitalizar” y limpiarle la cara al
PLN, chocan con pared. Chocan con los hechos. Con la triste realidad.
La campaña electoral
que se avecina, y cuyo desenlace será en febrero del próximo año,
necesariamente pone a la ciudadanía costarricense frente a una disyuntiva: o
seguir profundizando los cambios a los que se apostó entre febrero y abril de
2014; o apostar por la política tradicional representada por el PLN. Lo nuevo
contra lo viejo.
Y esa es la oportunidad
que tienen frente a sí el FA y demás referentes del campo popular-progresista.
“Sembremos esperanza”, se llama la
consigna.
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