Falta muy poco, apenas dos años, para que se cumpla
medio siglo de la caída de Ernesto ‘Che’ Guevara en Bolivia. Desde aquel 8 de
octubre de 1967 que estremeció al mundo, la América Latina, que él tanto amó,
cambió notablemente. Cierto que todavía nos aplasta el peso descomunal del
imperio, pero los pilares que lo sustentan se han resquebrajado sensiblemente.
Jaime Galarza / El Telégrafo (Ecuador)
Así la sumisión de los militares del continente que
hizo posible aquella cadena de dictaduras que desangró y enlutó a nuestros
países por varias décadas; esa sumisión que prohijó tiranos como Pinochet,
Videla y tantos otros se ha debilitado y se ha visto reemplazada por ejércitos
que acompañan y defienden los nuevos rumbos hacia una democracia más extendida
y profunda que jamás existiera y que marcha por un camino cierto de
nacionalismo antiimperialista.
Esta es una verdad contundente en la misma Bolivia,
donde el Guerrillero Heroico libró su última batalla, y donde fue asesinado por
orden directa y presencial de la CIA, a través de un títere ignaro, el general
René Barrientos. Además, ayer perseguidos y brutalmente destrozados los
movimientos guerrilleros, hoy mujeres y hombres que hicieron armas contra el
imperio y fueron derrotados, en varios casos dirigen sus países y los
encaminan, de un modo u otro, hacia el socialismo, rompiendo las cadenas del
neocoloniaje. Cabalmente, sacudirse del yugo imperialista fue uno de los
principales retos del ‘Che’.
Al mismo tiempo, siguiendo sus llamados -que fueron
en su hora los de Simón Bolívar- nuestros pueblos construyen nexos cada vez más
fuertes, se unen, se integran, se disponen a ser el gran asilo de la paz, la
hermandad y la cultura. Este fue uno de los principales retos planteados por el
‘Che’.
Desde luego queda mucho camino por andar. Basta ver
el retraso con que los movimientos revolucionarios y de izquierda, en general,
asimilan y ponen en práctica las lecciones y experiencias del gran combatiente
caído hace 48 años. Muchos se contentan con lucir su imagen en vistosas
camisetas y cantar en coro “Hasta siempre Comandante”. Entre nosotros, es el
caso del movimiento PAIS y sus aliados, cuyos militantes harían bien al retomar
las enseñanzas del ‘Che’, expuestas y escritas en diversos momentos, como las
siguientes:
1. “El verdadero revolucionario está guiado por
grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario
auténtico sin esta cualidad”. 2. “El militante debe ser el mejor, el más cabal,
el más completo de los seres humanos, pero siempre, por sobre todas las cosas,
un ser humano... Hay que tener una gran dosis de humanidad, una gran dosis de
sentido de la justicia y de la verdad para no caer en extremos dogmáticos, en
escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas”. 3. “No debemos crear
asalariados dóciles al pensamiento oficial”. 4. “Nuestros hijos deben tener y
carecer de lo que tienen y carecen los hijos del hombre común”. 5. “Debemos
construir el hombre del siglo XXI en nosotros mismos”.
Estas sabias y profundas enseñanzas del ejemplar
revolucionario deben ser asimiladas y llevadas a la práctica por los militantes
y, en especial, por los dirigentes de los movimientos y partidos de izquierda,
muchos de los cuales, desgraciadamente, más que en el pueblo, piensan en el
puesto burocrático de alta escala o en las jugosas dietas parlamentarias, que
no tienen nada de socialistas, pues representan cerca de veinte salarios
básicos de la masa de trabajadores ecuatorianos.
Con lo que acabamos de expresar no pretendemos dar
cátedra alguna, sino reconocer en estas enseñanzas el espíritu penetrante y
creador del ‘Che’, el compañero cuya mano estrechamos más de una vez en horas
duras y tristes de Ecuador y América Latina.
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