Contener el cambio climático y sus efectos no pasa
por denostar y maldecir el capitalismo. Aunque razones sobren para ello, eso
está bien sólo para foros como el de las Naciones Unidades y las cumbres como
Tiquipaya, o la COP 21; en realidad, de lo que se trata es de superar las
formas de organización social y económica que han causado el problema.
Donovan
Osorio Suárez* / Especial para Con Nuestra América
Desde Bolivia
Cumbre de los Pueblos contra el Cambio Climático, en Tiquipaya, Bolivia. |
No voy a comenzar reflexionando o criticando a
cerca del por qué estas cumbres son la cúspide de la retórica, demagogia e
hipocresía mundial y nacional respecto a estos temas “ambientales”, sino que
aquellos que critican con justas razones
al capitalismo mundial como una de las causas del cambio climático, pero que también
subestiman los aportes de los países “pobres”, “subdesarrollados”, “en “vías de desarrollo”, del “sur”, al
mentado calentamiento global, como Bolivia, que abandera y apropia la difusión de los
derechos de la madre tierra, pero que depende de la renta de la exportación de materias primas
proveniente de la explotación, que deviene de la demanda de recursos naturales
de los poderes transnacionales y nacionales, que en nuestro país causa grandes problemas
socioambientales; cambios del uso del suelo y aguas, siendo estas las
principales fuentes de gases de efecto invernadero, y causas que aportan al calentamiento global, por ejemplo nuestras ciudades; paradigmas de
desarrollo que imitan y dependen del “desarrollo” de los países ricos, capitalistas
y socialistas del “norte” del planeta, y sus empresas transnacionales, que
definitivamente va contra el discurso y paradigma del “buen vivir”.
Más bien intento desnudar las relaciones de poder
existentes en torno al Cambio Climático, para dejar en evidencia que no sólo
los países “ricos” sino también en los “pobres”, este problema no es más que motivo
para sugestivas poses discursivas.
Cambio climático es principalmente un problema
político. No se trata tan sólo de cuantificar las emisiones de dióxido de
carbono y otros gases de efecto invernadero, tampoco es suficiente identificar
las mayores fuentes de contaminación en general, sino precisar quiénes y por
qué razones los emiten, o más aún, precisar quiénes evitan su resolución y por
qué. Mientras tanto las discusiones en este tipo de cumbres, conferencia y
foros, se debaten y reducen prácticamente a propuestas encaminadas a quien
tiene más culpa, si los ricos o los pobres, si cuantos grados centígrados, o partes
por millón de gases de efecto invernadero, más o menos, serán el límite para la catástrofe climática
sin retorno.
Prima la soberbia de los países más consumistas y
derrochadores del planeta, que emiten más gases de efecto invernadero, pero los
países “pobres” del “sur” buscan que los daños del “desarrollo” del norte, -nuestra imitación y complicidad con la misma,
y que le llamarán “derecho al desarrollo” en la COP 21 de este noviembre en
Francia- sean compensados con dinero,
para los ricos; mercados de carbono de la economía verde, consiste en pagar a los contaminadores por
dejar de contaminar, algo parecido al mecanismo de la mafia, a la cual había
que pagarle para estar “protegido” de ella misma. Es decir, legalizaría la
contaminación atmosférica. En otras, los países ricos ganarán por contaminar;
pagando algo de dinero, una inversión, para que los pobres supuestamente fijen
y almacenen el dióxido de carbono emitido en el norte y que el sur fijará o
almacenará en sus bosques, mientras los países “pobres” suministren los insumos
necesarios para ello, seguir contaminando, pues más o menos una molécula de
dióxido de carbono pueden ser millones de dólares de ganancias o pérdidas, pero
darles “derechos al desarrollo” a los pobres exportando materias primas que se
vuelven gases de efecto invernadero, empobreciendo, contaminando suelos y aguas
en el sur. Para los pobres; supuestamente luchando por derecho y justicia se
crearía un tribunal de justicia climática para que los países ricos compensen a
los pobres como resultado de alguna violación, es decir medidas mitigadoras, no
precautorias. Gana el Capitalismo.
Contener el cambio climático y sus efectos no pasa
por denostar y maldecir el capitalismo. Aunque razones sobren para ello, eso
está bien sólo para foros como el de las Naciones Unidades y las cumbres como
Tiquipaya, o la COP 21; en realidad, de lo que se trata es de superar las
formas de organización social y económica que han causado el problema.
En este sentido también debería impulsarse las
experiencias de producción agrícola local y comunitaria, apuntalar su
sustentabilidad y potenciarlas, que este tipo de actividades agrícolas no coticen
en Wall Street, no significa que no puedan alimentar a la humanidad entera. Al
mismo tiempo se debería estimular la investigación de energías “limpias” y
renovables, y promover su sustitución paulatina
en todos aquellos aspectos donde se ha demostrado que son más económicas y
viables que los combustibles fósiles, sobre todo si se toma en cuenta el ciclo
completo de producción y desecho, y se internalizan los costos ambientales de
extraer, refinar y utilizar hidrocarburos. Sin embargo, este tipo de agricultura
y el uso de energías renovables implican y exigen que optemos por un tipo de
vida y relacionamiento social distinto al desarrollismo y consumismo
capitalista. Por lo tanto la exportación de energía proveniente de mega
represas, también son contraproducentes ya que generan metano, gas de efecto
invernadero, generan graves impactos socioambientales, quedando descartadas con
fines de ser fiel al discurso pachamamista, así también la obsoleta energía nuclear, que cada vez
es en el “norte” es desechada, por
principio precautorio, y que nosotros consecuencia con el discurso nacional en
foros internacionales sobre estos temas, deberíamos debatirlos más, con una
fuerte carga de autocrítica, ya que también nos vemos involucrados con la
agroindustria transgénica.
Lamentablemente, este tipo de medidas y opciones,
perfectamente viables, no cristalizan ni se generalizan porque la economía
mundial y las relaciones internacionales están estructuradas para precautelar
los intereses de una cuantas transnacionales; así como las economías nacionales
y locales, las relaciones sociales entabladas a su alrededor, están ordenadas
para favorecer a los grupos sociales entroncados con dicho orden, como las antiguas
y nuevas elites corporativas bolivianas Por este motivo, urge planificar la
economía y embridar el libre desenvolvimiento de los intereses privados con
visión y misión comunitaria; no sólo con el fin de potenciar los caminos y
opciones señaladas para contrarrestar el cambio climático, sino también para
reorganizar la sociedad y la economía en función de los intereses colectivos de
la humanidad. Suma a la contradictoria realidad el empecinamiento gubernamental
por instalar una planta nuclear, comprar armamento e impulsar mega obras
improvisadas eludiendo transparentar la información, los estudios
medioambientales correspondientes y el debate plural sobre estos asuntos.
El giro neo-extractivista de Bolivia se traduce en
la autorización para exploración y explotación hidrocarburifera en áreas
protegidas y la ampliación de la frontera agrícola para transgénicos. Lo hacen
sin sonrojarse siquiera, con el cinismo propio de subestimar a propios más que
a extraños. ¿Será porque según el Gobierno las áreas protegidas son un invento
gringo e imperial?, ¿Será por eso que desdeñamos las auditorias petroleras de
Mariaca? Se nota por el borrón y cuenta nueva a las petroleras de ex ministro
de hidrocarburos Gutiérrez, luego ¿sobreviene la entrega de las áreas
protegidas a las transnacionales?, ¿o el olvido de nacionalizar las áreas protegidas
propuesta por el gobierno del MAS y SERNAP en agosto del 2006?
Según expertos, la agenda internacional frente al
inexorable cambio climático, apunta a la
necesidad de reducir el porcentaje de emisiones derivadas de la explotación de
recursos energéticos y de la deforestación acelerada. Al respecto ¿cómo andamos
por casa?
La deforestación en Bolivia preocupa. Bajo el
argumento de que no queremos ser los “guardabosques” del planeta proponemos la
ampliación de la frontera agrícola para monocultivos extensivos de transgénicos
y coca, cediendo a la presión sobre la tierra de empresarios de la
agroindustria y de campesinos “interculturales” cocaleros que avasallan parques
y bosques impunemente.
Considero que en estos 10 años se nos negó la
oportunidad para debatir y crear políticas que sean coherentes y precautorias
relativo a la necesidad de “desarrollar” e industrializar, y la de proteger
nuestros ecosistemas, sobre todo las funciones ambientales que contribuyen al
formación de suelos y agua saludables. El retroceso en este campo ha sido
notable y proporcional a la pérdida de credibilidad del Gobierno en estos
asuntos. Tras el montaje del show,
escenas, retórica y discursos, en
Bolivia prevalece el reino de la informalidad e improvisación, que como en tiempo coloniales, los “espejitos”
encandilan a gobernantes y gobernados cual Felipillo y Malinches.
La cumbre estuvo
organizada en 12 mesas de trabajo y una casi extraoficial, la 18, que fue la contestaría
a todas las mesas oficiales. Esta mesa estuvo conformada por las organizaciones
sociales, urbanas e indígenas, Comcipo, Conamaq, APG, Condecob y otras 20
organizaciones; resolvió la unidad para impulsar la campaña por el NO a la
reelección, no a la derecha tradicional, expulsión de las transnacionales, fin
del latifundio, no al modelo extractivista neoliberal.
Los puntos de vista de la mesa 18 con mucho realismo fueron
expuestos por Pablo Solón, ex embajador ante las Naciones Unidas, quien dijo
que Bolivia “pierde su credibilidad” a nivel internacional debido a que las
propuestas que planteó en la anterior Conferencia no están siendo respaldadas
con medidas coherentes a nivel interno”. Pero hasta el 1 de octubre de este
año, sólo 148 países miembros de las Naciones Unidas presentaron la propuesta
de contribución a la reducción de emisiones, “es lo que ellos van a reducir,
pero bajo la lógica voluntaria” y no obligatoria. A pesar de ser una propuesta
“voluntaria”, Bolivia fue uno de los países que no presentó su documento a pesar
de tener una conferencia, Bolivia no ha presentado su propuesta y el tema
principal en el país, en cuanto a emisiones, no es combustibles fósiles, sino
es la deforestación.
La política que adoptó el Gobierno de Evo Morales es “muy
contradictoria, ya que nos muestra que en realidad el compromiso interno no es
un compromiso fuerte” de preservar y respetar los derechos de la Madre Tierra,
como profesa a nivel internacional. La principal causa del cambio climático en
Bolivia es la deforestación y los compromisos asumidos del Gobierno de
incentivar esta práctica mediante la ampliación de la frontera agrícola e
hidrocarburífera. Lo mismo ocurre con las megas represas, generadoras de
grandes cantidad de metano, un gas de efecto invernadero más efectivo que el
dióxido de carbono. Una prueba clara de lo anterior son los acuerdos de la
Cumbre Agropecuaria de este año, que planteó ampliar la frontera agrícola y
ganadera en un millón de Has, por año y convertirnos en exportadores de energía.
En estas cumbres y foros los gobernantes
latinoamericanos progresistas de izquierda no están trabajando por cambiar la
raíz del problema, sino por obtener mejores posiciones en el tablero mundial de
las relaciones y el poder mundiales, como cualquier otro gobierno de derecha.
*Biólogo y
activista
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