Es
responsabilidad de América Latina y el Caribe, avanzar hacia su propia
integración, aprovechando mejor las oportunidades que China ofrece,
trascendiendo el corto plazo y estableciendo programas y planes con visión
estratégica.
Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra
América
Desde Caracas,
Venezuela
La
semana pasada visité la República Popular China, por invitación del Centro de
Estudios Globales de la Universidad de Shanghái y la Asociación de Cultura
Internacional de esa ciudad para dictar tres conferencias en el marco del
“Simposio de Relaciones Sino-Venezolanas” organizado por esas dos instituciones
de la urbe más grande del país asiático. Los temas de mis conferencias fueron:
la situación política en Venezuela de cara a las elecciones parlamentarias de
diciembre, las relaciones sino-venezolanas y las relaciones entre Estados
Unidos y Venezuela. Así mismo, participé como comentarista de la ponencia
presentada por el Doctor Xu Schicheng, profesor-investigador titular y tutor
del doctorado del Instituto de América Latina (IAL), anexo a la Academia de
Ciencias Sociales de China, quien cuenta con más de 50 años de experiencia en los estudios sobre América
Latina. El Profesor Xu disertó sobre el “Desarrollo de las relaciones entre
China y América Latina y el Caribe en el siglo XXI”.
Por
la importancia que tiene conocer el estado de las relaciones entre China y
América Latina a partir de su visión propia,
me parece importante rescatar algunos aspectos fundamentales de la
presentación del profesor Xu, quien
comenzó recordando que los vínculos entre su país y América Latina datan
desde hace varias décadas, pero la llegada del siglo XXI los ha potenciado hasta llevarlos en una
tendencia positiva de desarrollo que llamó “omnidireccional, de amplio alcance
y de múltiples niveles”, a partir de la intensificación de los contactos y la
consolidación de un alto grado de “confianza política mutua”.
En
2008, el gobierno chino publicó un
documento sobre la Política de China hacia América Latina y el Caribe
(ALC) denominado Libro Blanco, en el que se señala que al enfocar las
relaciones con la región desde una mirada estratégica, “el Gobierno chino se
esforzará por establecer y desarrollar con los países latinoamericanos y
caribeños una asociación de cooperación integral caracterizada por la igualdad,
el beneficio recíproco y el desarrollo compartido”.
Ello
hace necesario profundizar la cooperación estratégica, intensificar los
intercambios de alto nivel, crear mecanismos de consulta intergubernamentales,
ampliar los contactos entre los parlamentos, los partidos políticos y los
gobiernos locales y reforzar el intercambio de experiencias en materia de
gestión de gobierno y manejo de asuntos administrativos. Con esos objetivos se
han realizado en lo que va de siglo las visitas de los presidentes Hu Jintao en 2004, 2008 y 2010, Xi Jinping en 2013 y 2014
y de los primeros ministros Wen Jiabao
en 2012 y Li Keqian en 2015.
En
el plano económico, China ha fomentado la complementación recíproca con
ventajas mutuas. El comercio bilateral pasó de 12.596 millones de dólares en
2000 a 263.600 millones de dólares en 2014, siendo China el segundo socio
comercial de la región.
Así
mismo, se ha fortalecido el intercambio cultural. Hasta ahora se han creado 32
institutos Confucio para el estudio del mandarín y 10 Cátedras en 14 países de
ALC, y se estableció el primer Centro de Cultura de China en México. De igual
manera, se ha intensificado el envío de
estudiantes y profesores entre ambas partes y los vínculos académicos.
El
Doctor Xu expuso que “China ha reforzado la comunicación y la coordinación de
posiciones con ALC sobre temas comunes como cambio climático, seguridad
alimentaria, energética y financiera, el sistema comercial multilateral, los
objetivos de desarrollo del Milenio de la ONU y otros de carácter global con el
objeto de preservar los intereses comunes. Frente a la compleja situación
financiera y económica internacional, China está fortaleciendo el intercambio
de experiencias con ALC sobre la prevención de riesgos para proteger la
estabilidad financiera y económica nacional y regional y la participación
conjunta para influir activamente en la elaboración de las reglas económicas,
financieras y comerciales internacionales promoviendo el avance de un orden
económico internacional más justo y razonable”.
En
julio del año pasado, el presidente Xi Jinping visitó la región. Durante su
estadía en Brasil, Xi se reunió con líderes de ALC acordando establecer relaciones de asociación integral basadas en
la igualdad, el beneficio mutuo y el desarrollo común, y decidieron crear una
comunidad de destino compartido entre China y ALC. Así mismo, se estableció el
Foro China-CELAC, con lo que se crea una nueva plataforma para llevar
adelante el diálogo multilateral sobre
aspectos políticos, comerciales, sociales y diplomáticos a fin de innovar, creando
una forma de colaboración y promoción del desarrollo común, avanzando en la
cooperación integral bilateral.
La
Primera Reunión Ministerial del Foro de la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y China, se realizó en Beijing los días 8
y 9 de enero de este año. El presidente Xi Jinping fijó el objetivo del
comercio bilateral entre China y ALC en 500.000 millones de dólares en los
próximos diez años. El mandatario chino señaló que la inversión directa de
China en América Latina alcanzará los 250.000 millones de dólares en la próxima
década. Propuso un marco de cooperación y varios préstamos, fondos y proyectos
en materia de infraestructura, agricultura, recursos energéticos, manufactura,
alta y nueva tecnología, intercambios entre ciudadanos, entre otros. En la
reunión se aprobó la Declaración de Beijing, el Plan de Cooperación CELAC-China
2015-2019, y las Reglas Institucionales del Foro CELAC-China. De esta forma,
quedaron formalizados los acuerdos tomados en Brasil seis meses antes.
Al
hacer mis comentarios sobre la presentación del Profesor Xu, señalé que para
ALC, los vínculos con China marcan un nuevo tipo de relación de la región con
una potencia mundial. Por primera vez, estas no son de subordinación y de
imposición militar por parte de una parte hegemónica. No se puede ocultar, que
-más allá de cualquier crítica o desacuerdo-, ello marca un punto de inflexión
de las relaciones de la región con cualquier poder mundial en toda su
historia. Para América Latina y el
Caribe es positivo que China busque asociaciones estratégicas y de coordinación
en asuntos internacionales y de integración con la región promoviendo consensos
en temas internacionales. Eso ayuda a potenciar nuestro propio proceso de
integración.
En
2012, durante la visita del primer ministro Wen Jiabao, en un discurso
pronunciado en la sede de CEPAL en Santiago de Chile expresó que ambas partes
nos debemos atener al “…respeto mutuo y al trato en pie de igualdad y atender
de conjunto los intereses esenciales y las preocupaciones trascendentales…”
Para nuestra región, con un historial de invasiones, ocupaciones,
intervenciones militares y económicas y apoyo a golpes de Estado por parte de
las potencias hegemónicas, ese tipo de trato, es ya ganancia.
Las
dificultades más notorias tienen que ver con las diferencias históricas entre
nuestros países y las orientaciones tan diversas de los líderes y los
gobiernos, lo cual obliga a una búsqueda de consensos a partir de los intereses
compartidos. En esa medida, hasta ahora, el ritmo de las relaciones ha sido
trazado en gran medida por Beijing, ante la pasividad de la región por generar
propuestas de conjunto en beneficio de varios países simultáneamente a partir
de los intereses propios. Por ejemplo en el área de infraestructura la
prioridad de China es desarrollar proyectos que integren las costas del
Atlántico y el Pacífico, pero a la región también le debería preocupar llevar
adelante propuestas que potencien nuestra propia integración y, en esa medida, realizar
planes que nos permitan vincularnos más de norte a sur y viceversa.
En
la región hay particularidades que conllevan distintos ritmos en su relación
con China, lo cual hace que ésta privilegie a aquellas naciones con los que
convergen mejor sus intereses. Por ello, es muy difícil hacer una evaluación
global del impacto de los vínculos entre ambas partes. Hay países que tienen
economías complementarias con China y hay otros (siendo México, el caso más
emblemático) que compiten, sobre todo por el mercado estadounidense.
Por
otro lado, es positivo para América Latina y el Caribe que China tenga
necesidades de materias primas que se producen en nuestros países, pero esto
podría conducir a la potenciación de una reprimarización de la economía, si se
perpetúa la condición de exportadores de productos básicos y se reducen las
posibilidades de industrialización en perjuicio de la empresa local. Todo ello
conllevaría una interdependencia asimétrica que podría conducir de manera
peligrosa a reproducir esquemas clásicos
de la relación centro-periferia si no se establecen oportuna y puntualmente los
correctivos. Pero ello depende más de la parte latinoamericana, de sus líderes
y gobiernos que de China que ha mostrado voluntad de cooperar en el desarrollo
industrial y tecnológico y el intercambio de conocimientos.
Hoy,
cuando la economía china pasa por un momento de reducción de su demanda interna
y un vuelco hacia un desarrollo endógeno que apunta a una elevación de la
calidad en el crecimiento por encima de la cantidad que la había caracterizado
en los últimos años, tal proceso ha tenido un fuerte impacto en la región, el
que debe ser estudiado y enfrentado para sacar conclusiones necesarias que
minimicen las consecuencias.
Se
trata de vincular la agenda regional con laos necesidades de la agenda china, optando por el desarrollo
productivo para evitar la reprimarización de la economía, creando políticas de
esa índole en múltiples áreas en las que China puede ayudar estableciendo una
relación integral no sólo en materia económica, también en lo referido a la
cultura, la política y la seguridad, por ejemplo.
Es
responsabilidad de América Latina y el Caribe, avanzar hacia su propia
integración, aprovechando mejor las oportunidades que China ofrece,
trascendiendo el corto plazo y estableciendo programas y planes con visión
estratégica.
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