Para que un diálogo nacional funcione es preciso un pluralismo social, de lo contrario está condenado al fracaso. En el discurso a la nación, el presidente de la República, Laurentino Cortizo, dio un informe sobre su primer año de gestión. En este artículo queremos resaltar lo que él llamó “Acuerdo Nacional” o “nuevo pacto social”, a la luz para su funcionamiento, del “pluralismo social”.
Abdiel Rodríguez Reyes y Toribio Pineda Camargo / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Laurentino Cortizo, presidente de Panamá |
Lo resaltado del discurso del presidente, lo analizamos a partir del “pluralismo social”, según Daniel Innerarity: “la política es una actividad que articula el pluralismo social […] no hay buena política en aquella sociedad que, para mantenerse unida sacrifica su diversidad”. Esa es la cuestión.
Hemos visto cómo al menos desde el período post-invasión, los gobiernos se sienten cómodos en la unidimensionalidad. Además de la poca cultura cívica y trabajo organizativo para un pluralismo social, peor aún es cuando los gobiernos en vez de potenciarlo lo obstaculizan. En la que gradualmente se va perdiendo la comunicación entre el Gobierno y la sociedad. Así pierde la democracia y gana el autoritarismo.
Un “Acuerdo Nacional”, un “nuevo pacto social”, es factible si se está dispuesto a dialogar sin agendas previas, sin recetarios impuestos. Es con el pluralismo social que un diálogo nacional cobra sentido. En el que tanto el Gobierno como los miembros de la sociedad puedan comunicarse sobre objetivos en común.
Todo diálogo es un hablar entre dos o más personas. La pluralidad social no solo es un asunto de multiplicidad, sino que debe incluir a los que piensan distinto, ha de incluir al Otro. Esto es un asunto de política y en ella es necesario “convencer”, nos dice Innerarity. Tenemos un mundo y país en común. La base del diálogo está justamente en este hablar sobre lo común y los problemas implícitos. Lo que más nos atañe ahora mismo es la economía de la salud y la salud de la economía. Sin “convencer” estaríamos forzando al “Otro” a seguir unidimensionalmente nuestro criterio. Aquí surge la coacción del pensamiento ajeno, en este caso el del Gobierno, si este solo responde a los intereses de un sector. El pluralismo social necesita del “antagonismo democrático”. Muchos gobiernos le temen y procuran simular.
Sin la participación ciudadana de los distintos grupos étnicos panameños, por equidad de género, tanto con la participación de empresarios como de trabajadores en igualdad de condiciones, sería condición ineludible para llegar a convenciones reales. Si se sacrifica la diversidad como es habitual en nuestra cultura cívica, está condenado cualquier intento de “Acuerdo Nacional” o “nuevo pacto social”, usando los términos del presidente.
Hay otro problema difícil de resolver. Las medidas anunciadas por el presidente son neoliberales, lo cual no es sorpresa. Los gestores de los millones de dólares serán los banqueros y empresarios, con un poco porcentaje para los pequeños y medianos empresarios, y menos para los trabajadores. Por otro lado, el discurso de la flexibilidad laboral tampoco aportará. Este es un problema de fondo, olvida lo social y eso trunca cualquier acuerdo, en todo caso sería muy limitado. Daría paso a un estallido social.
Si queremos que un diálogo nacional funcione, debemos estar sujetos a lo contingente, no partir de verdades absolutas, ni recetas, ni justificar lo equívoco, ni temer a los antagonismos democráticos. Solo con pluralismo social avanzaremos hacia un nuevo pacto social.
Docentes en la Universidad de Panamá
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