Los activos del narcotráfico en México nos muestran que son los impulsores de un conflicto bélico generado por su gran poder económico. Es a su vez el conflicto de violencia más prolongado y extenso del siglo XX y XXI.
Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Una de las paradojas de ese flagelo, es el hecho de que el jefe del combate al crimen organizado en el gobierno del ex presidente Felipe Calderón (2006-2012), fue un personaje que estaba coludido con el llamado Cartel de Sinaloa que comandaba el tristemente célebre Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como el ‘Chapo’ Guzmán. El ingeniero Genaro García Luna, en el gabinete de Calderón Hinojosa fue el encargado de la seguridad de su gobierno. Hoy se encuentra en prisión en los EU acusado por el gobierno estadounidense de tener vínculos con connotados narcotraficantes y de poseer una serie de recursos económicos y propiedades procedentes del narcotráfico. Formalmente el ex encargado de la seguridad en México fue acusado por el fiscal estadounidense Richard Donoghue y detenido en Dallas, Texas, en diciembre de 2019. Fiscal que llegó a afirmar que “García Luna está acusado de aceptar millones de dólares en sobornos del ‘El Chapo’ Guzmán Loera, líder del cártel de Sinaloa mientras controlaba la Policía Federal de México y era responsable de garantizar la seguridad pública en México (…) El arresto de hoy demuestra nuestra determinación de llevar ante la justicia a quienes ayudan a los carteles a infligir daños devastadores en los Estados Unidos y México” (https://eldiariony.com/2019/12/10/arrestan-a-genaro-garcia-luna-por-nexos-con-cartel-de-sinaloa-seria-procesado-en-corte-donde-juzgaron-a-el-chapo/).
Este personaje emergido de las ergástulas de la seguridad mexicana en épocas en que gobernaron los ex mandatarios del derechista Partido Acción Nacional, sirvió al ex presidente Vicente Fox, como titular de la Agencia Federal de Investigación (AFI). En tanto que con Calderón Hinojosa, García Luna fungió como Secretario de Seguridad Pública. Incluso los nexos de ese personaje de la seguridad calderonista con los jefes del narcotráfico se confirmó por parte de uno de los principales actores de esa lucrativa actividad de la economía sumergida y también infórmate de la DEA (Édgar Valdez Villarreal, alias "La Barbie"), quien llegó denunciar en carta dirigida al diario Reforma (México): "Mi detención fue el resultado de una persecución política por parte del C. Felipe Calderón Hinojosa quien instauró un acosamiento en contra de mi persona por la razón de que el suscrito se negó a formar parte del acuerdo que el señor Calderón Hinojosa deseaba tener con todos los grupos de delincuencia organizada”(htpp://blogs.periodistadigital.com/Hermosillo.php/2012/11/29/p325281).
Habría que recordar que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, desató la llamada “guerra contra el narcotráfico” en 2006. Clima y periodo de extrema violencia que ha generado en el panorama de la vida social mexicana durante catorce años más de 276 mil homicidios, gran parte relacionados con la delincuencia organizada según fuentes oficiales (El Universal, 21-01-2020). A la par habría que sumar una gran cantidad de desaparecidos que pueden llegar a sumar a más de cuarenta mil personas. Así, en ese escenario reiteradamente y a diario figura un ambiente de violencia criminal en México. Esta serie de actividades acontecen en su expresión más cruda en masacres atribuidas a los llamados carteles de las drogas, a los enfrentamientos entre distintas agrupaciones del crimen organizado (bandas de secuestradores, polleros o coyotes de migrantes irregulares, en el accionar de los llamados sicarios, traficantes de drogas y de hidrocarburos, entre otros). A lo que también hay que sumar los enfrentamientos entre las fuerzas armadas y policías contra narcotraficantes y todo tipo de delincuentes organizados. Es decir, es un paisaje de cruda violencia que ha heredado el gobierno progresista del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como herencia de los gobiernos de corte neoliberal. Política que impregnada por la corrupción por los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto acrecentaron el poder del crimen organizado. A la par que debilitaron a la estructura estatal y dejaron al grueso de la población indefensa ante esa ola de violencia. Tal son los casos más conocidos como por ejemplo, la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa la noche del 26 de septiembre de 2014 atribuida al grupo delincuencial “Guerreros Unidos” patrocinados por las autoridades de la ciudad de Iguala, estado de Guerrero y en colaboración con policías de la misma entidad. Más recientemente otro caso de esa extrema violencia, fue el atentado con el que se buscaba asesinar al jefe de la policía en la Ciudad de México, Omar Hamid García Harfuch, presuntamente llevado a cabo por el llamado cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), el pasado viernes 26 de junio de 2020. Así como la violencia desatada el domingo 28 y lunes 29 en el estado de Chihuahua cuando fueron asesinadas 14 personas producto de las pugnas entre grupos antagónicos de sicarios, ‘Gente Nueva’ del cártel de Sinaloa y ‘La Línea’, al servicio del cártel de Ciudad Juárez (La Jornada, 30/jun/20).
Ideológicamente, esa delincuencia organizada se le puede ubicar como la derecha narcotraficante mexicana. Tiene una estructura de poder que se apoya en las lealtades familiares (por ejemplo, los hijos del ‘Chapo’ Guzmán controlan gran parte del Cartel de Sinaloa y los hermanos Arellano Félix han controlado el Cartel de Tijuana). Estructuras del crimen organizado que le dan sustento y continuidad a sus ramas y lazos de su poder económico y del ejercicio del uso de la violencia como cohesión de grupo social. A quien acepta las reglas del poder del narco y su subordinación o a quien rompe la lealtad se aplica la estrategia de “plata o plomo”. Así, han contado con una fuerza humana reclutada en sus estructuras organizativas, con elementos procedentes de los sectores marginados, a los que se les brinda una rápida y estruendosa movilidad social a través del ejercicio de la violencia criminal. En las estructuras del poder político o empresarial se negocia sus acuerdos a través de la corrupción económica.
Si se prefiere, los activos del narcotráfico en México nos muestran que son los impulsores de un conflicto bélico generado por su gran poder económico. Es a su vez el conflicto de violencia más prolongado y extenso del siglo XX y XXI. Podemos concluir que ese fenómeno del crimen organizado en México y en los países latinoamericanos donde se ha desarrollado como en Colombia, Honduras y Brasil, principalmente, nos muestran como lo señalamos en nuestro libro (“El narcotráfico en América Latina”, México, Siglo XXI, 2008, p. 231), que esencialmente: “El crimen organizado, dedicado al tráfico de drogas ilegales, no pretende buscar la guerra, lo que quiere y busca es aprovechar la oportunidad que le brinda el mercado capitalista para impulsar su margen de ganancia, ocupándose en satisfacer el gusto y la demanda del consumidor estadounidense y del Primer Mundo, usuarios que viven en plena decadencia como producto del deterioro del sistema económico, de salud y educativo del imperialismo hegemónico de principios del nuevo milenio”.
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