Esos intelectuales orgánicos de la opresión y el desprecio al pueblo dicen ahora que una alianza plural ciudadana se necesita y, bueno, en eso tienen razón: requerimos una alianza social o más bien la toma de conciencia de la clase trabajadora, el campesinado y los sectores populares para poner fin a esta angustiante realidad que vivimos, impulsada por esos intelectuales orgánicos del capitalismo, aunque hoy jueguen a ser críticos.
Cristóbal León Campos / Para Con Nuestra América
Desde Mérida, Yucatán. México.
El documento carente de lógica argumentativa, algo común en estos panfletos de la derecha, —recuérdese por ejemplo las misivas lanzadas por la Fundación Internacional para la Libertad encabezada por Mario Vargas Llosa—, busca encubrir con el juego de la libertad de expresión y la «crítica al poder» las revelaciones que pronto comenzarán a salir a la luz mediante las declaraciones que hará Emilio Ricardo Lozoya Austin, exdirector general de Pemex durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, en las cuales muchos nombres de los antiguos gobiernos se verán implicados por la corrupción y demás delitos, al igual que en el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, la bomba pronto detonará alcanzando a muchos de esos «intelectuales» vinculados de una u otra forma, ya sea por su silencio, por su participación en la construcción de las «verdades históricas» o literalmente por recibir dinero del erario público con el fin de tergiversar la realidad en sus columnas, libros, revistas, programas de radio o televisión y demás formas. Se sabe bien que muchos de ellos y ellas, como Enrique Krause, reciben hasta la fecha dinero de gobernantes pertenecientes a esos partidos de oposición que dicen defender tan preocupadamente la democracia. Tan solo en los últimos meses, se reveló que Krause recibió al menos 5 millones de pesos por pago de publicidad e imagen del gobernador neofascista de Jalisco Enrique Alfaro perteneciente a Movimiento Ciudadano (MC), quien, dicho de paso, se unió al grupo de gobernadores panistas en confrontación con la federación por intereses políticos mientras sus estados se encuentran infestados de contagios de la Covid-19. El documento como quienes lo firman, no es más que otra descarada revelación del cinismo orgánico de la ultraderecha mexicana.
En la misiva hablan de violación a la Constitución y de asfixia al pluralismo político, de la pérdida de empleos y de retrocesos democráticos en México, ¡y vaya que son cínicos!, si pudiéramos cuantificar su silencio en los gobiernos anteriores tendríamos cantidades exuberantes de hipocresía, nada dijeron contra la guerra de Felipe Calderón que ensangrentó al país, callaron cuando los 43 estudiantes de Ayotzinapa fueron desaparecidos y algunos de ellos asesinados, pidieron la represión del magisterio y la celebraron, fueron partícipes de la brutalidad de Atenco, reprodujeron el machismo sistémico junto a la discriminación y la neocolonización de los pueblos originarios (lo cual continúa con la 4T), evadieron los despidos de miles de trabajadores y el empobrecimiento extremo que el neoliberalismo aceleró, fomentaron la desarticulación del Estado y sus instituciones sociales, se sirvieron del plato de la corrupción, desearon la privatización de la salud que hoy tantas vidas está cobrando, volvieron a pedir represión para los movimientos sociales y la disfrutaron, atacan y atacaron cualquier proyecto político que fuera de izquierda o al menos lo pretendiera, y claro, ni qué decir del socialismo y el comunismo, llamaron a combatir el «populismo» apoyando al PRI y al PAN avalando fraudes electorales. Esos intelectuales orgánicos de la opresión y el desprecio al pueblo dicen ahora que una alianza plural ciudadana se necesita y, bueno, en eso tienen razón: requerimos una alianza social o más bien la toma de conciencia de la clase trabajadora, el campesinado y los sectores populares para poner fin a esta angustiante realidad que vivimos, impulsada por esos intelectuales orgánicos del capitalismo, aunque hoy jueguen a ser críticos.
Lo que se les olvida decir a esos intelectuales orgánicos es que la ciudadanía (eufemismo para no hablar de clases sociales) no puede ser su carne de cañón, la alianza de pueblo ha de ser para liberarse al fin de todos quienes en su nombre (sean del color político que sean) lo oprimen, explotan, marginan y condenan a la agonía de este mundo. Únicamente la organización, conciencia y lucha de la clase obrera, el campesinado y los sectores populares salvará a la humanidad de tanto cinismo y tanta inhumana desigualdad sistémica.
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