En abril de 2019 tuve el privilegio de ser parte de una delegación oficial de Morena que fue invitada a China a un viaje de intercambio con el Partido Comunista Chino. Por mis lecturas estaba advertido ya que el proceso iniciado en China con el gran viraje encabezado por Deng Xiaoping en 1978, distaba mucho del cuento de hadas pintado por el triunfalismo neoliberal.
Carlos Figueroa Ibarra / Para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
En abril de 2019, cuando visitamos China, en el país había 17.5 millones de pobres. La dirigencia china nos hizo saber que en diciembre de 2020, China habría erradicado la pobreza y se convertiría en “una sociedad medianamente acomodada”. El inicio en Wuham de la pandemia me hizo pensar que tal objetivo no se cumpliría. No sucedió así: en noviembre de 2020, un mes antes de lo previsto, China anunció que había terminado con la pobreza. En 2013, uno de cada tres condados de China estaban afectados por la pobreza, en total 832 que contabilizaban 80 millones de pobres. En un país que se acercaba a los 1,400 millones de habitantes, la cifra era baja y revelaba la proeza de haber sacado de la pobreza a 700 millones de personas.
Pero como China no es un país capitalista, el fomento del crecimiento del gran capital hecho por el Estado también se ve acompañado de severas penas si los grandes capitalistas rompen las reglas del juego impuestas por el PCCh. El caso más reciente es el de Jack Ma, el hombre más rico de China (37 mil millones de dólares, lugar 17 entre los opulentos del mundo), propietario de la empresa Alibaba y otras más. Ma se permitió criticar en público las regulaciones estatales a la empresa financiera que estaba colocando en la bolsa y el resultado fue que el gobierno le quitó esa posibilidad y ahora se encuentra en la congeladora. Otros magnates han caído en desgracia: el potentado inmobiliario Ren Zhiqiang y el empresario de seguros Wu Xiaohui, hoy condenados a severas penas carcelarias por actos de corrupción. Indudablemente China es una sorpresa no sólo por su crecimiento vertiginoso, sino también porque acaso esté reinventando el socialismo.
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