Las grandes compañías farmacéuticas mundiales, esas megaempresas que sacan una de las más grandes tajadas de las ganancias mundiales de nuestros días junto a las corporaciones del armamento y la industria del espectáculo, parecen haber copado las alternativas para la vacuna contra el Coronavirus.
Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa
Si por suerte le tocó a usted nacer en Alemania, no se preocupe, ya hay suficientes vacunas como para que lo inoculen más de una vez, pero si nació en Somalia, Sierra Leona o Belice, primero debe constatarse la solidez de las finanzas nacionales con las que se respaldará el pago. En Argentina se denunció que una de estas grandes corporaciones pidió como garantía de pago recursos naturales, comportándose como un Fondo Monetario Internacional cualquiera.
Si las grandes potencias han dejado la búsqueda de soluciones en manos de estas grandes corporaciones, ¿qué podíamos esperar de países como los latinoamericanos, que se encuentran a la cola de la inversión en ciencia y tecnología en el mundo? Países en los que, como se ha demostrado ya en esta pandemia, sus grupos dominantes no escatiman en el canallesco oportunismo que los caracteriza para profundizar en el modelo neoliberal, entre lo cual hay que mencionar el regatearle recursos a la educación.
La única honrosa excepción, no solo en América Latina sino en el mundo, es Cuba, que ha anunciado que, por si fuera poco, no ha desarrollado una sino ¡tres vacunas! Claro que tal noticia, que ameritaría encabezados de primera plana en cualquier periódico de cualquier parte del mundo, pasa desapercibida o se oculta porque, ¡horror de horrores, el “castrismo” les muestra en la cara los logros del socialismo!
Cuba planea tener vacunada a su población, y a los turistas que la visiten, a mediados de año. Producirá 100 millones de dosis, y priorizará en su distribución externa a los países hermanos del ALBA, es decir, a los que han recibido palo durante los últimos 15 años por ser identificados como los causantes de todos los males de nuestro continente.
Cuba, que en este momento tiene postuladas para el Premio Nobel de la Paz a sus brigadas médicas repartidas por todo el mundo, es un ejemplo de lo que puede hacerse cuando se ponen la ciencia y la educación al servicio de una visión humanista, es decir, sin priorizar intereses económicos de minorías que cada vez tienen más en detrimento de las mayorías. Es en ese contexto, en el que el país demuestra una vez más que el suyo es un proceso que pone por delante de todo al ser humano, en el que la administración de Donald Trump lo incluyó en la lista de países que… promueven el terrorismo (¡!).
Cuba está atravesando una difícil coyuntura económica y política. Una nueva generación de cubanos se está haciendo cargo de la administración del país en el contexto del recrudecimiento del bloqueo y enfrentando ajustes de su modelo, todo en medio de la peor pandemia sufrida por la humanidad en más de cien años. Pero, a pesar de ello, los logros de la Revolución siguen brillando. Que, con conocimiento y tecnología propia hayan logrado estas vacunas, son un testimonio fehaciente de ello. Con razón, los sectores dominantes de nuestros países no dicen ni pío de este logro trascendental: es la muestra de que el camino que, en medio de incontables dificultades, ha seguido Cuba, es el camino que salva a la humanidad.
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