La capacidad del pueblo mexicano seguramente será quien imponga su proyecto electoral y sus reales preferencias de acuerdo a sus verdaderos intereses y perspectivas de hacer una mejor vida democrática.
Adalberto Santana / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México
Por ejemplo, se señala por el diario mexicano El Economista (lunes 3 de mayo), medio de comunicación orientado como lo señala su nombre a los sectores de finanzas, que el nivel de aceptación del mandatario mexicano cerró en abril de 2021 con un nivel de aprobación ciudadana de 61 por ciento y una desaprobación de 39 por ciento. Si esto se llega a reflejar en los resultados del proceso electoral, con una cantidad semejante de votos o muy cercana, quiere decir que el bloque de fuerzas que apoyan a su proyecto repetirá en el control de la Cámara de Diputados federal, órgano legislativo que se renueva cada tres años. Lo cual podría mostrar que Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) agrupen en su conjunto al mayor número de representantes populares. De manera semejante en otras encuestas respecto a la revocación del mandato de López Obrador, dada a conocer a principios de 2021, mostró que el 63% votaría a favor de la continuidad en su cargo y solamente el 33% preferiría que no continuara.
En tanto que en una encuesta de encuestas (Polls.mx) realizada sobre las tendencias para la elección de diputados federales mostró que el bloque lópezobradorista lograría sumar a más de un 40% de la votación, en tanto que la oposición del bloque de partidos de derecha aglutinada como “Va por México”, Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD), sumaría aproximadamente un 30% de la votación; restando otro 6.5% en otro segmento más disperso en el Movimiento Ciudadano (MC) y 2.2% en el Partido Encuentro Social (PES) entre otros.
En esa elección que se considera la más grande de la historia contemporánea de México, y la más costosa del mundo, con autoridades electorales muy cuestionadas, se decidirán gubernaturas en 15 estados de la República Mexicana. Las encuestas apuntan a que Morena y sus aliados (PT y PVEM) obtengan el triunfo probablemente en 8 o 9 estados: Baca California (fronterizo con los Estados Unidos que tiene el paso más transitado de un país a otro en la ciudad de Tijuana); Tlaxcala y Colima, dos de las entidades territorialmente más pequeña de la federación; Guerrero, una de las entidades donde se concentra la mayor exclusión social con altos niveles de pobreza y donde el narcotráfico ha ganado un amplio espectro; Nayarit, Sinaloa y Sonora, son estados ubicados en el litoral noroccidente del Pacífico, cuentan con las mayores producciones agropecuarias del país y también son territorios donde acciona el cartel del “Chapo” Guzmán; Zacatecas, es uno de los principales enclaves mineros del país y Michoacán en el centro occidente mexicano figura como una de las entidades más laceradas por la disputada de los carteles del narcotráfico, especialmente por el Cartel Jalisco Nueva Generación, entidad que junto con Colima padecen las mayores expresiones de violencia del crimen organizado. Ambas entidades al contar con dos de los principales puertos del Pacífico –Lázaro Cárdenas y Manzanillo-, se han convertido en puntos estratégicos del tráfico de precursores químicos y otras sustancias psicoactivas. Lo que ha implicado que en esos puertos y los del resto del país, el gobierno federal los haya asignado a la Secretaría de Marina para contener el poder de los carteles de la droga.
En disputa muy cerrada figura la gubernatura del estado de Campeche, ubicado en una estratégica zona, por la producción de petróleo donde tres entidades partidarias se disputan el triunfo electoral, competencia que aparece demasiada cerrada donde la Alianza por México (PRI/PAN/PRD), Movimiento Ciudadano (MC) o Morena/PT/PVEM, pueden ganar por un escaso margen. Semejante situación ocurre en el centro del país donde se ubica el estado de San Luis Potosí, nudo de las comunicaciones ferrocarrileras y carreteras donde el bloque progresista aparece escindido. Por un lado, figuran el PT y PVEM en alianza con un candidato que suma el 26.5% del electorado. En tanto que Morena postula a otra candidata con un menor porcentaje 24.6%. Así la división del sector progresista que en conjunto sumaría más del 51%, favorece al bloque de derecha que únicamente alcanza el 32.4%. Este tremendo yerro político, es responsabilidad del presidente de Morena sesgado por su sectarismo.
En tanto que, en los estados de Querétaro al centro del país, Chihuahua en la frontera norte y el estado peninsular de Baja California Sur, sus candidaturas aparecen seguras para un holgado triunfo del Partido Acción Nacional respaldados por el PRI y PRD. En tanto que el estado de Nuevo León, cuya capital es Monterrey, se ubica como una de las entidades con mayor dinamismo industrial y acumulación de riqueza. Ahí el MC figura encabezando las preferencias, pero muy cerca pisándole los talones se ubica la alianza derechista.
A la par de esos procesos electorales, figuran también la disputa por 15 congresos de diputados locales y una diversidad de elecciones por el control de los ayuntamientos. Situación que en términos generales seguramente serán mayoritariamente para el bloque obredorista, pero también la oposición de derecha alcanzará algunos triunfos y espacios de poder, con lo que será más evidente la amplia pluralidad de la vida electoral y política mexicana.
A esta situación se suma la segura disputa de impugnaciones y alegatos para revertir triunfos cerrados o casos de manejos irregulares y fraudes de los que no se encuentra exenta la nueva democracia de partidos mexicana. Así como la lacerante violencia generada por el poder del narcotráfico y la delincuencia organizada que desde el gobierno conservador de Felipe Calderón quedó fuertemente afincado y genera una permanente violencia como expresión de su poder. A la par figurará en esa coyuntura electoral, la gran presencia de observadores electorales internacionales, los cuales pueden jugar un papel legitimador de ese proceso electoral pero también intervencionista. Especialmente la representación de la Organización de Estados Americanos (OEA), que su presencia en otros procesos electorales de la región latinoamericana ha sido altamente cuestionada por su visión e intromisión sesgada hacia las fuerzas de derecha.
A todo esto, se suma la presencia a dos días de la elección de la vicepresidenta de los EU, Kamala Harris, la cual abierta, sigilosa o disimuladamente, pueda calificar las elecciones de un país soberano si la polarización política se hace mucho más evidente y confrontativa como lo instrumenta conspirativamente la derecha y más todavía la ultraderecha mexicana, que pugna por un golpe blando. Con todo, la capacidad del pueblo mexicano seguramente será quien imponga su proyecto electoral y sus reales preferencias de acuerdo a sus verdaderos intereses y perspectivas de hacer una mejor vida democrática.
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