sábado, 2 de julio de 2022

Colombia: Entre la euforia y el aterrizaje político

 Superaron grandes escollos por votar, celebraron en ciudades y poblados, ahora es la dura tarea de Petro de gobernar y enfrentar, por lo menos, 4 enormes desafíos.

Consuelo Ahumada / Para Con Nuestra América
Desde Colombia

Las poderosas imágenes del domingo de elecciones, transmitidas por redes y medios al mundo entero, muestran la magnitud del cambio que empieza a gestarse en Colombia. Hay dos momentos impactantes.

 

El primero, grupos de personas y familias, comunidades indígenas, afros y campesinas que caminan durante horas por trochas. Atraviesan ríos en lanchas y planchones y superan todo tipo de escollos y adversidades para llegar a votar.

 

Es una imagen repetida en toda la geografía nacional, pero en especial en los territorios más golpeados por el conflicto armado y por el abandono histórico del Estado: el Pacífico, el Caribe, el Amazonas, la periferia. Junto con Bogotá, le dieron el triunfo al Pacto. Son los mismos lugares en donde se impuso el SÍ en el plebiscito de la paz de 2016.

 

El segundo es la emotiva y enorme celebración del triunfo histórico, en territorios urbanos y rurales. La juventud rebelde e insumisa, la misma que se expresó en el estallido social, se tomó las calles, plazas, parques, canchas. Las barriadas populares manifestaron su júbilo. Hubo caravanas por todos lados.

 

En Ciénaga de Oro, Córdoba, cuna de Petro, un municipio olvidado como tantos otros, la emoción es enorme. Decenas de videos y fotografías dan cuenta de este momento. También como muchos, es un pueblo atenazado desde siempre por políticos corruptos, sin oportunidades de nada para la población. Lo conozco muy bien porque allí empecé mi carrera docente y política hace décadas, viví durante años y he mantenido contacto permanente.

 

En los municipios y veredas del Cauca, de donde proviene Francia, pero también en todo el litoral Pacífico, la gente bailó y celebró con alegría desbordante. Un Petronio Álvarez multiplicado. Por fin, después de siglos, surge la posibilidad real de empezar a vivir sabroso: el rescate de la dignidad y de la vida, la justicia social, el vivir sin miedo.

 

Muy bien lo expresa Laura Restrepo cuando se refiere a la alegría entendida no tanto como sentimiento individual, sino como aire que se comparte y se respira; “que el país se vea barrido por un soplo colectivo de esperanza precavida, o algo parecido” (…) momento propicio, apertura, como el “empuje del inmenso devenir colectivo” 

 

Es el triunfo de los nadies y las nadies como lo invoca Francia Márquez. Ella misma representa la suma de todas las exclusiones: mujer, negra, joven, pobre, madre soltera, víctima de la violencia y del desplazamiento forzado. Un referente preciso de los y las marginados del país y del mundo.

 

El recordado Eduardo Galeano se refirió a los nadies como a los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies, los ningunos, los ninguneados (…), muriendo la vida, jodidos, rejodidos: Que no son, aunque sean.

 

Quiero también recoger la emoción y profunda satisfacción de generaciones como la mía, forjadas en la lucha permanente por la transformación política y social. Fueron años y años de esfuerzos organizativos, de sacrificio, de derrotas. Este triunfo electoral, que muchos y muchas no pudieron ver, abre la posibilidad de alcanzar un sueño que parecía tan remoto, incluso cuando los países del vecindario empezaron a avanzar por ese camino.

 

Pero viene ahora el momento de enfrentar la realidad del poder, la dura tarea de gobernar, en medio de desafíos enormes. En su discurso de la victoria, Petro se refirió a los tres ejes de su gobierno: paz, justicia social y justicia ambiental.

 

Algunos de estos desafíos son:

 

Primero, la magnitud de la crisis económica, social y humanitaria del país, resultado del conflicto armado, el modelo neoliberal y el desastre del gobierno Uribe/Duque. El país está muy endeudado, con un enorme déficit fiscal y la olla raspada.

 

Segundo, como es lógico, el giro hacia un modelo productivo en el campo y la ciudad que saque al país de la crisis y propicie las bases del desarrollo nacional afecta los intereses del sector financiero y los grandes empresarios, tan acomodados con este modelo.

 

Tercero, la extrema derecha, derrotada y humillada, todavía no está herida de muerte. Hay indicios de que importantes sectores del estamento militar están renuentes a rendirle honores al nuevo presidente.

 

 Cuarto, el manejo de las relaciones con Estados Unidos no va a ser fácil, dada la profunda crisis de hegemonía global del país del Norte.

 

En este contexto tan difícil, la emergencia y concreción del Gran Acuerdo Nacional será fundamental para que el nuevo gobierno empiece a materializar sus propuestas. Se han dado pasos importantes en este sentido, en especial después de conocerse el resultado electoral. Las posiciones infantiles y sectarias de un par de congresistas del partido de gobierno deben superarse, porque causan desconcierto y confusión entre quienes esperan con ansiedad los cambios.

 

El Gran Acuerdo y la política del desarrollo del capitalismo nacional planteados por el Pacto Histórico son la concreción de los principios de frente único y defensa del desarrollo nacional, reivindicados por la izquierda desde hace décadas. Son componentes fundamentales de la revolución democrática del país.

 

Pero además, el proyecto del nuevo gobierno requiere avanzar en la reconciliación nacional.

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