El 30 de junio participamos en un conversatorio sobre la película Planeta local: la revolución silenciosa, documental de 50 minutos producido por la organización Local Futures (El Futuro es Local) que resultó extraordinario porque logró reunir las voces de unos 40 renombrados pensadores, líderes, activistas, científicos, filósofos y artistas procedentes de 26 países que en conjunto delinearon una alternativa radical para cambiar al mundo (https://bit.ly/3uEWiRG). Entre otros el documental incluyó a Noam Chomsky, Jane Goodland, Naomi Klein, David Holmgren, Vandana Shiva, Rob Hopkins (fundador del movimiento Traslationn Towns), Masahiko Yamada (exministro de agricultura de Japón), Joanna Macy (autora del célebre libro El trabajo que reconecta) y Helena Norberg-Hodge, la fundadora de El Futuro es Local. El documental desenmascara a la globalización como un proceso insano y perverso y traza una ruta diáfana de transformación a partir de lo local. El documental denuncia la dictadura croporativa que domina sin escrúpulos, corrompe a los políticos, evade impuestos, oculta sus fortunas en paraísos fiscales, y pone las reglas del comercio global en su favor. De otra parte la visión local rescata la acción política al ámbito de lo concreto y de la escala humana, donde los individuos se ponen en acción cara a cara y se retorna a la comunalidad, a lo colectivo, a la ayuda mutua y a la solidaridad, que fue la fórmula secreta por la que la humanidad logró evolucionar durante 295 mil años.
Además de la parte conceptual y filosófica, el documental ofrece ejemplos exitosos en Bristol, Detroit, Budapest, Ladakh, Nueva Escocia y Sierra Norte de Puebla, México. Destaca el caso del proyecto Balle en la frontera de Canadá y Estados Unidos, una alianza de negocios para una economía local y regional que resulta más rentable que el de los circuitos convencionales.
Estas iniciativas se encuentran en igual sintonía que otros dos grandes proyectos antiglobalizadores: El Consorcio TICCA (https://bit.ly/3avZ6JX) y la Agroecología. El primero conforma la mayor organización indígena del mundo con presencia en decenas de países y cientos de comunidades, que proponen la creación de territorios de vida a partir de una realidad nunca imaginada, y que fue revelada por la ciencia: los 7 mil pueblos indígenas del mundo poseen en conjunto un territorio equivalente a entre 25 y 32 por ciento de la superficie terrestre del planeta. El consorcio impulsa estos territorios de vida ahí donde las comunidades y pueblos gobiernan, manejan y conservan sus entornos (paisajes, hábitats, especies, recursos) de manera adecuada.
Mientras, el movimiento agroecológico que se opone desde hace tres décadas a los sistemas agroindustriales globalizados y bajo el dominio de las corporaciones ha ganado importantes batallas en la academia, las instituciones internacionales (la FAO ha tenido que aceptar su existencia desde 2015) y en la escala de la producción, circulación y consumo de alimentos, principalmente en Latinoamérica, India, y países de Europa y África. La agroecología ha sido adoptada por Vía Campesina, la poderosa unión que agrupa a 182 organizaciones de 80 países y 200 millones de afiliados, como su principal instrumento de lucha política (https://bit.ly/3PgJAAr).
Estamos entonces ante una opción que enfrenta por vez primera la locura globalizadora desde una perspectiva consensuada, que traza caminos exitosos de todo tipo bajo conceptos comunes, y que ilumina la posibilidad de un futuro diferente. Se trata de multiplicar, expandir y conectar las miles de experiencias ya existentes, que aparecen como islas de esperanza en un mar agresivo y tormentoso. Por todo lo visto se puede afirmar que el futuro del planeta será local o no será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario