La CONAIE jugó un papel decisivo en la caída del presidente Abdala Bucaram (1997), en la del presidente Jamil Mahuad (2000) y en el paro nacional que hizo trastabillar al presidente Lenin Moreno (2019). Ahora observamos una gran sublevación desde el 13 de junio contra el gobierno de Guillermo Lasso. Bucaram, Mahuad y Lasso fueron neoliberales que fracasaron en la aplicación de políticas neoliberales que castigan al pueblo. Moreno fue electo con un programa posneoliberal que le daba continuidad a los gobiernos de Rafael Correa (2007-2017), al cual rápidamente traicionó.
En un contexto latinoamericano que expresa que en la región la falencia económica neoliberal se ve acompañada de una crisis hegemónica, Guillermo Lasso se suma a los fracasos del presidente Sebastián Piñera en Chile (2010-2014/2018-2022) y de Iván Duque en Colombia (2018-2022) en pretender implantar paquetazos neoliberales. Mientras se observa en la región una segunda ola de triunfos electorales progresistas, Lasso subió el precio a los combustibles y con ello desencadenó la rebelión que ahora observamos.
La rebelión que encabeza la CONAIE pero que involucra también a centrales sindicales, maestros, estudiantes, clases medias, es expresión de que frente al progresismo posneoliberal, la derecha neoliberal no ofrece más que lo mismo. En los cinco años de Moreno y Lasso, la pobreza en Ecuador aumentó de 22 a 32% mientras que la extrema pobreza pasó de 7.4 a 14.7%. Esto significa que el neoliberalismo llevó la pobreza a los niveles que tenía cuando Rafael Correa asumió la presidencia.
El pliego petitorio de diez puntos de los sublevados revelan el malestar y consecuencias que generan las políticas neoliberales: congelar los precios del diésel y gasolina; moratoria y reducción de intereses para cuatro millones de familias endeudadas con bancos; frenar la precarización laboral; precios de garantía para los productos campesinos; control de precios en los productos básicos; detener el extractivismo minero/petrolero; detener las privatizaciones; garantizar salud y educación; respeto a los derechos colectivos y garantizar la seguridad pública ante el auge de la violencia delincuencial. Es de hacer notar que uno de los logros de Correa fue precisamente bajar sustancialmente esa violencia.
Lasso le apostó a la represión para apagar el movimiento, estableció el estado de sitio en seis provincias ubicadas en la sierra y con una gran población indígena. Hasta el momento de escribir estas líneas el saldo era 5 muertos, casi cien heridos e igual número de detenidos. Pero no ha podido contener la rebelión sino que la ha atizado. Ahora a los diez puntos iniciales los sublevados han agregado uno más: la renuncia de Lasso. Esta demanda es de incierta viabilidad porque se necesitan 92 votos en la Asamblea Nacional y solamente se tienen 42 de la UNES (el correismo) y 6 de los 24 de Pachakutik.
Al levantar el estado de sitio en las seis provincias y ofrecer mínimas reducciones a los precios de los combustibles, Lasso intenta apaciguar la movilización. En los próximos días veremos si lo logra. Por el momento, Lasso ha hecho más de lo mismo que sus predecesores neoliberales y ha enfrentado lo mismo: la rebelión popular.
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