sábado, 6 de julio de 2024

Los que saben querer, según José Martí. Ayer y hoy.

 La Edad de Oro, de José Martí, pronto cumplirá 135 años. Luego de una centuria, conserva el esplendor de los días aurorales y sigue marcando el destino de generaciones.

Marlene Vázquez Pérez / Cubadebate

Ello se explica porque no estamos solo en presencia de una mera publicación de entretenimiento para niños y jóvenes. Es un enorme proyecto cultural de contenido emancipatorio, consagrado a preparar para el siglo XX, entonces perfilado en el horizonte como futuro mejor, a los infantes de 1889. Ellos serían los llamados a conducir el destino del continente como ciudadanos de bien, orgullosos de su condición nuestramericana, a enfrentar con inteligencia y tenacidad los riesgos y tareas de su tiempo.
 
Esa publicación debiera llegar a la mayor cantidad de niños en todo el continente. Desde hace años, el Centro de Estudios Martianos ha favorecido coediciones con casas editoriales de varios países del área.  Esta  es una pauta de trabajo que continuamos fortaleciendo, en la certeza de que con ello contribuimos al mejoramiento espiritual de la niñez  y juventud de nuestra América, y también de aquellas personas encargadas de su formación, es decir, padres y maestros. Próximamente, en la Feria del Libro de Guatemala, será presentada una de ellas, y hay otras dos en proceso de impresión en otros territorios.
 
Desde la misma dedicatoria, deja claro su propósito el prócer cubano, en una frase que nos sabemos de memoria quienes aprendimos a disfrutar de la literatura en ese texto inolvidable: “Para los niños trabajamos, porque los niños son los que saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo (…)”. [1]
 
Esa debiera ser pauta indispensable para cualquier estrategia de desarrollo futuro en nuestros países. Encierra en su amorosa declaración la preocupación por el relevo generacional,  o lo que es igual, por  la existencia soberana de nuestras culturas y territorios, siempre amenazados por apetitos externos y errores propios.
 
Todavía nos desconocemos mucho unos a otros. No basta con el llamado de Martí al acercamiento, al conocimiento mutuo, dicho como si ya se hubiera conseguido, cuando declaraba que ya era la  hora de  “la marcha unida, como la plata en las raíces de los Andes”. [2]
 
Del Caribe a la otrora Tierra Firme de los mapas coloniales, hay mucho que andar, aún hoy, con la inmediatez de las nuevas tecnologías, y tampoco basta con su conminatoria y afectuosa invitación a Federico Henríquez y Carvajal, en carta memorable que ha pasado a la historia  como su testamento antillanista: “Hagamos por sobre la mar, a sangre y a cariño, lo que por el fondo de la mar hace la cordillera de fuego andino". [3]
 
Paraguay es una isla rodeada de tierra. La frase feliz, redonda, se debe a Augusto Roa Bastos, el más universal de los escritores de ese país y uno de los grandes de las letras en lengua española de los siglos XX y XXI.  Llegar allí, luego de largas horas de vuelo, para los nativos de una isla (esta sí rodeada de mar) es una experiencia interesante, sobre todo porque para nosotros es un territorio enigmático, distante en lo geográfico, al que circunda un halo de tristeza y tragedia, propiciado por las guerras fratricidas del siglo XIX y por una feroz dictadura en el XX,  que vela las verdaderas esencias de su historia y cultura.
 
Mirar Asunción desde el aire es un bello espectáculo. La capital se nos muestra en el esplendor de sus miles de luces, miríadas de luciérnagas que titilan sobre el negro insondable de la madrugada. Nosotros, que salimos en un momento álgido de crisis de energía eléctrica en Cuba, con apagones de muchas horas y la expectativa de que serían largos  días, tal vez meses,  en condiciones de restricción extrema, quedamos asombrados ante esa iluminación ostentosa y, por qué no, despilfarradora.
 
Luego caeríamos en la cuenta de que esa energía es generada por hidroeléctricas, de manera limpia, sirviéndose de los grandes ríos que surcan el país, el mayor de ellos el que lleva o le presta su nombre.
 
Fueron días fructíferos,  de aprendizajes y descubrimientos en muchos sentidos: desde las novedades editoriales de la Feria del Libro Chacú Guaraní hasta la maravilla de las artesanías y textiles, pasando por elementos de la historia, la cultura culinaria, las tradiciones orales y  la fuerte presencia de las culturas y lenguas originarias. Mucho hay por descubrir de los vínculos entre nuestros dos países, cuyo lazo más antiguo y firme data, precisamente, de la época en que Martí fue cónsul de Paraguay en Nueva York, hecho al que rodean aún gran número de incógnitas.
 
Las profundas desigualdades sociales  en contraste con la abundancia y el lujo serían también impactantes y nos impulsaron a dejar testimonio gráfico. Un niño descalzo, paupérrimo, desamparado, durmiendo en el portal de una empresa poderosa que ostenta el rótulo Inmobiliaria La América Latina: Por la Fuerza de la Familia y la Salud Moral de la Juventud, es una ironía trágica.
 
La infancia desamparada en cualquier lugar del planeta es una herida abierta en la conciencia de todos los ciudadanos responsables, una vergüenza para los Gobiernos. Si ellos son la esperanza del mundo, ¿qué hacer para salvar esa esperanza? Si ellos son los que saben querer, ¿cómo proteger el amor, el relevo generacional, el futuro de la humanidad?
 
NOTAS:
[1] José Martí: “La Edad de Oro”. Obras completas, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. 18, p. 302. (En lo adelante: OC).
[2] JM: OC, t. 6, p. 15.
[3] JM: Carta a Federico Henríquez y Carvajal, OC; t. 4, p. 112.

 

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