La enmienda para la reelección presidencial, avalada por la Asamblea Nacional, es un asunto político más que jurídico, que por demás está establecido en los artículos 340 y 341 de la Constitución, y debe ser aprobada por el pueblo mediante referendo. Más democrático no puede ser y más ahora que se ha extendido a todos los cargos de elección públicos.
Raúl Cazal / Le Monde Diplomatique
Apenas culminaban las elecciones regionales en Venezuela y vista la arremetida de la oposición en los estados Miranda y Carabobo contra las misiones sociales, el presidente Hugo Chávez convoca al Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) para que discuta la posibilidad de hacer una enmienda en el artículo 230 de la Constitución para que permita al Presidente o Presidenta de la República ser reelegido o reelegida sin ninguna restricción.
Esta nueva convocatoria que hace Chávez al país ha puesto de cabeza a la oposición política que ahora, paradójicamente, se “preocupa” por el relevo del Presidente dentro de las filas del chavismo y lanza nombres de posibles sucesores con el propósito de alentar la división dentro de las filas del Psuv e intentar conseguir el escenario qué más desea: una elección sin Chávez.
Si hacemos un breve repaso electoral, en las presidenciales de 2006 Chávez obtiene 7.309.080 votos (62.84%) y su propuesta era la profundización de la revolución bolivariana contraponiendo el socialismo al capitalismo. Es por ello que en 2007 propone una Reforma Constitucional de 33 artículos que luego fue ampliada a 69 en discusión de la Asamblea Nacional (AN). Ésta fue sometida a referendo popular, como lo establece la Constitución, el 2 de diciembre de ese año y recibe el apoyo de 4.379.392 que votaron por el Sí, pero pierde por la estrecha diferencia de 124.962 votos.
Para la Reforma Constitucional la campaña que desplegó la oposición fue el desabastecimiento, la desinformación basada en guerra sucia y en promover el NO entre los chavistas. Su propaganda consistía en que no estaba en juego el gobierno de Chávez ni las misiones sociales. Estos dos últimos argumentos, también los utilizó para las elecciones regionales de noviembre de 2008 y en cierta medida contribuyó a la desmovilización de un sector electoral que no supo comprender que se enfrentaban dos modelos de hacer política para resolver los problemas sociales.
Mientras el gobierno de Chávez implementa misiones para lograr educación y salud universal, los nuevos gobiernos locales y regionales de oposición, en menos de un mes de haber asumido sus cargos, se alían con la supuesta iniciativa privada para tratar de solventar ciertas infraestructuras; contraponen el modelo de la solidaridad en que se basa la Misión Sucre con la implementación de un sistema de becas para estudiar en las más costosas universidades privadas; y crean un banco de consultas para que “médicos especialistas” accionistas de clínicas privadas donen horas de su tiempo –que seguro es oro– con el propósito de asistir a la población sin recursos, como si no existiese un sistema de salud pública, que aunque con deficiencias no se compara con el módulo de emergencia del municipio Chacao que segrega a la población que no presenta una carta de residencia de ese Municipio; cobra por las placas y los exámenes practicados allí; y remite a los pacientes a clínicas privadas cuando no consiguen una solución.
Con este panorama político, en el que sectores de derecha han ganado espacios en las recientes elecciones, Chávez ante una manifestación multitudinaria en Caracas en apoyo a la Enmienda dijo que era necesario que ésta se aprobara “para llevar adelante con éxito –sin ningún retorno posible– el proceso revolucionario con rumbo definido que ahora tiene contenido profundo: el proyecto socialista bolivariano.”
La enmienda es un asunto político más que jurídico, que por demás está establecido en los artículos 340 y 341 de la Constitución, y debe ser aprobada por el pueblo mediante referendo. Más democrático no puede ser y más ahora que se ha extendido a todos los cargos de elección públicos.
Para esta nueva convocatoria Chávez aspira obtener la misma cantidad de votos o superior a la que le dio la victoria en la reelección de 2006. Pero si la enmienda es aprobada por una pequeña diferencia de votos, nos preguntamos si la oposición estaría dispuesta a aceptarlo inmediatamente, así como hizo Chávez cuando fue derrotado con la Reforma de 2006 o en las recientes elecciones regionales del 23 de noviembre de 2008 cuando la oposición ganó gobernaciones por estrecho margen contra los candidatos del Psuv como sucedió en el estado Miranda donde la diferencia fue de 77.042 votos, mientras en Carabobo fue de 25.570 votos y en Táchira de 6.483 votos. Esperamos que la oposición política y sus seguidores estén a la altura de la democracia.
Esta nueva convocatoria que hace Chávez al país ha puesto de cabeza a la oposición política que ahora, paradójicamente, se “preocupa” por el relevo del Presidente dentro de las filas del chavismo y lanza nombres de posibles sucesores con el propósito de alentar la división dentro de las filas del Psuv e intentar conseguir el escenario qué más desea: una elección sin Chávez.
Si hacemos un breve repaso electoral, en las presidenciales de 2006 Chávez obtiene 7.309.080 votos (62.84%) y su propuesta era la profundización de la revolución bolivariana contraponiendo el socialismo al capitalismo. Es por ello que en 2007 propone una Reforma Constitucional de 33 artículos que luego fue ampliada a 69 en discusión de la Asamblea Nacional (AN). Ésta fue sometida a referendo popular, como lo establece la Constitución, el 2 de diciembre de ese año y recibe el apoyo de 4.379.392 que votaron por el Sí, pero pierde por la estrecha diferencia de 124.962 votos.
Para la Reforma Constitucional la campaña que desplegó la oposición fue el desabastecimiento, la desinformación basada en guerra sucia y en promover el NO entre los chavistas. Su propaganda consistía en que no estaba en juego el gobierno de Chávez ni las misiones sociales. Estos dos últimos argumentos, también los utilizó para las elecciones regionales de noviembre de 2008 y en cierta medida contribuyó a la desmovilización de un sector electoral que no supo comprender que se enfrentaban dos modelos de hacer política para resolver los problemas sociales.
Mientras el gobierno de Chávez implementa misiones para lograr educación y salud universal, los nuevos gobiernos locales y regionales de oposición, en menos de un mes de haber asumido sus cargos, se alían con la supuesta iniciativa privada para tratar de solventar ciertas infraestructuras; contraponen el modelo de la solidaridad en que se basa la Misión Sucre con la implementación de un sistema de becas para estudiar en las más costosas universidades privadas; y crean un banco de consultas para que “médicos especialistas” accionistas de clínicas privadas donen horas de su tiempo –que seguro es oro– con el propósito de asistir a la población sin recursos, como si no existiese un sistema de salud pública, que aunque con deficiencias no se compara con el módulo de emergencia del municipio Chacao que segrega a la población que no presenta una carta de residencia de ese Municipio; cobra por las placas y los exámenes practicados allí; y remite a los pacientes a clínicas privadas cuando no consiguen una solución.
Con este panorama político, en el que sectores de derecha han ganado espacios en las recientes elecciones, Chávez ante una manifestación multitudinaria en Caracas en apoyo a la Enmienda dijo que era necesario que ésta se aprobara “para llevar adelante con éxito –sin ningún retorno posible– el proceso revolucionario con rumbo definido que ahora tiene contenido profundo: el proyecto socialista bolivariano.”
La enmienda es un asunto político más que jurídico, que por demás está establecido en los artículos 340 y 341 de la Constitución, y debe ser aprobada por el pueblo mediante referendo. Más democrático no puede ser y más ahora que se ha extendido a todos los cargos de elección públicos.
Para esta nueva convocatoria Chávez aspira obtener la misma cantidad de votos o superior a la que le dio la victoria en la reelección de 2006. Pero si la enmienda es aprobada por una pequeña diferencia de votos, nos preguntamos si la oposición estaría dispuesta a aceptarlo inmediatamente, así como hizo Chávez cuando fue derrotado con la Reforma de 2006 o en las recientes elecciones regionales del 23 de noviembre de 2008 cuando la oposición ganó gobernaciones por estrecho margen contra los candidatos del Psuv como sucedió en el estado Miranda donde la diferencia fue de 77.042 votos, mientras en Carabobo fue de 25.570 votos y en Táchira de 6.483 votos. Esperamos que la oposición política y sus seguidores estén a la altura de la democracia.
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