Una posible victoria del candidato de Gana Perú en la segunda vuelta, sería la victoria contra la impunidad, la corrupción, el saqueo de los recursos naturales, las ventajas del capital transnacional en menoscabo de los intereses nacionales.
Abner Barrera Rivera / AUNA-Costa Rica
Una de las características de los gobernantes de derecha en América Latina en las últimas dos décadas ha sido cerrar los ojos ante los derechos humanos de los pobres y, la de sus ideólogos y publicistas cerrar los oídos para no escuchar las razones que refutan las tesis inhumanas del neoliberalismo. De ahí que en varios países latinoamericanos, especialmente en los de Sudamérica, han sido los pueblos, quienes en las urnas han destituido dictadores, presidentes corruptos, gobernantes vende patrias, regímenes opresores y gobiernos sumisos al imperio. La bacanal ideológica del fin de la historia, que hasta hace algunos lustros repetían felices los predicadores neoliberales, hoy se estrella contra la realidad. Los pueblos han sabido ponerse de pie -con poca o ninguna organización-, para decirle basta a los defensores de este sistema excluyente y exclusivo.
Aunque el imperio creía tener controlado a la región, hoy la situación política de varios países latinoamericanos nos indica que, ese control no era total. Mientras George W. Bush -uno de los presidentes más villanos de los Estados Unidos-, se “distraía” con el negocio de sus guerras en Medio Oriente, en nuestra región los pueblos empezaron a resistir y luchar en busca de cambios políticos y, fueron de uno en uno sacando del poder a los títeres de Washington. Entre los más mimados por la Casa Blanca siempre estuvieron Álvaro Uribe y Alán García, cuyos gobiernos se recordarán siempre, por la sistemática violación a los derechos humanos.
En Perú, hoy el presidente García es un agitador más de los que tratan de cerrar filas contra el candidato Ollanta Humala, para evitar su triunfo. Una posible victoria del candidato de Gana Perú en la segunda vuelta, sería la victoria contra la impunidad, la corrupción, el saqueo de los recursos naturales, las ventajas del capital transnacional en menoscabo de los intereses nacionales.
Aunque en estos días la oligarquía limeña y su maquinaría mediática hacen todo tipo de esfuerzos por demonizar a Humala, construyendo una imagen falsa de él y presentarlo como un peligro para el desarrollo del país, sin embargo los recientes sondeos realizados por algunas empresas encuestadoras indican que Ollanta Humala continúa teniendo preferencia entre los peruanos. Humala no crea temor en el pueblo trabajador, empobrecido y excluido; ese pueblo es el que lo ha llevado a esta segunda vuelta. Los que tienen temor a Humala son los hombres de los “buenos negocios”; se trata del aprafujimorismo, de la clase política antidemocrática y autoritaria bendecida por la derecha católica que encabeza el cardenal Luis Cipriani del Opus Dei.
Hoy la prédica neoliberal de la felicidad no tiene lugar en la sociedad peruana, por eso la derecha, fiel a su incapacidad para analizar y debatir los grandes problemas de Perú, opta por lo más fácil: demonizar al adversario, mostrándose así espantada y con temor. El aprafujimorismo no acepta que todos los peruanos tengan derecho a recibir los beneficios del crecimiento económico. El hecho de que la derecha haya acudido a propalar mensajes apocalípticos en los medios y haya rehuido la confrontación de ideas en torno al fracaso de la propuesta neoliberal, no le ha dado ningún rédito político, por el contrario ha venido a fortalecer la candidatura de Ollanta Humala.
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