Cada país -y cada pueblo- tienen legítimo derecho a regir su destino como mejor le parezca. En nuestro tiempo, y al calor de la experiencia continental, todos valoramos los principios de una política exterior que se afirme en la libre determinación de los pueblos y el respeto a la no intervención en los asuntos internos de los Estados.
Gustavo Espinoza / http://nuestrabandera.lamula.pe
(Fotografía: Ollanta Humala, candidato presidencial peruano)
Uno de los más significativos temas del debate político en nuestro país se refiere a la relación entre el nacionalismo y el internacionalismo, entendidos ambos como expresiones de una política concreta en un escenario también concreto.
Podría parecer inusual abordar este asunto cuando los medios de comunicación peruanos se ocupan cotidianamente de otros temas vinculados a la campaña electoral y a los avatares de la misma, incluyendo por cierto los hechos de violencia ocurridos en los días más recientes.
No lo es sin embargo, por dos razones. Porque el sustento político de Ollanta Humala es precisamente el nacionalismo, al tiempo que su contrincante -que no tiene opción en la materia- busca situarse a la sombra que proyecta ese mensaje, arguyendo que ella también lo suscribe.
Pero, además, porque a contracorriente, el Presidente García impulsó recientemente el encuentro de mandatarios de cuatros países –México, Colombia, Chile y naturalmente el Perú- para suscribir con gran pompa una suerte de “carta de intención” orientada a sustentar la existencia de un así llamado “Acuerdo del Pacífico”, que busca engarzar a los países de Sur y Centroamérica en una aventura económica y política de corte reaccionaria. Lea el articulo completo aquí…
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