Sin sentido han salido las hordas a infectarse instigados por autoridades sin sentido. Una justicia sin sentido avala clases presenciales en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA); un contrasentido que sólo busca contradecir la autoridad presidencial que pretende preservar la salud de la población.
Roberto Utrero Guerra / Especial para Con Nuestra América
Desde Mendoza, Argentina
Es un año electoral por eso no dudan en llevarse todo por delante, aunque confiesen que ya no tienen lugar en las terapias intensivas en los hospitales privados y estatales capitalinos. El primero fue el ex-presidente con la presentación de ¿su? libro, interesado en ocupar nuevamente la reposera presidencial; luego viene Horacio Rodríguez Larreta con su exitosa gestión a favor de la educación presencial y, desde luego, no faltan sus socios radicales, Cornejo y Negri que quieren un mayor protagonismo que el banco de suplentes de estos últimos años. Cinismo al palo, cuando ya todos tenemos algún pariente o amigo que ha sido alcanzado por el virus.
El otoño austral transcurre indiferente al drama humano generado por la pandemia. Los días cálidos de abril parecerían un premio inmerecido a la tontera colectiva que ha terminado enmoheciendo la razón. Nunca como ahora ha estado en discusión la ciencia y sus logros evidentes en este Occidente arrogante capitalista; mientras los países orientales van saliendo bajo el mandato tácito: “cuídate que así nos cuidamos todos”, por este lado, el individualismo y la falsa ilusión de libertad, son los peores enemigos de la salud.
Estados Unidos lidera en infectados y muertes, seguidos por Brasil y otros países europeos. Argentina luego de haber estado entre los primeros diez mejores en gestionar la pandemia en 2020, ahora con vacunas y todo, se encuentra desbordada.
El AMBA, la CABA y los conglomerados urbanos de Santa Fe y Córdoba vienen batiendo records de contagios y muertes. Sin embargo en la Capital del país insisten con las clases presenciales en las escuelas, combate de por medio en diversos estrados judiciales. Con todo, a último momento se dictó la conciliación obligatoria frenando el paro de transportes del lunes 26 por reclamos de los conductores afiliados a la Unión Tranviarios Automotor UTA por mejores salarios y vacunas para sus afiliados. Otro tanto vienen reclamando los docentes y trabajadores de la salud de esa urticante jurisdicción, sentidos por tanto contrasentido.
El sin sentido fue ganando la calle desde la “infectadura” en adelante, expresado a cacerolazos; cacerolazos que fueron reemplazando a los aplausos crepusculares con los que se reconocía la labor denodada de los sanitaristas.
La estupidez humana no tiene límites aunque éste sea la extinción de la especie. El seductor paradigma del progreso ilimitado nos ha dejado al borde del abismo y no escarmentamos. El pánico generalizado por este azote que arrasó con las categorías lógicas de razonamiento y el sin sentido que las contienen, deberían haber frenado la soberbia, o impuesto al menos respeto ante lo desconocido. Pero no. La desobediencia y el desafío a la muerte promocionado por las usinas de odio de la derecha en nombre del vapuleado concepto de libertad, que no es más que el viejo libertinaje de los suburbios de la conducta díscola, retumba como eco en la montaña. Hay que azuzar, derramar gasolina en el fuego del ánimo para divertirse con los que se inmolan. Lo hace la prensa desvergonzada todo el tiempo; los diarios cronistas de la necrofilia. Esos que se asombran elaborando el obituario de los famosos devorados por el virus, como niegan los esfuerzos logrados en su lucha. Lo importante es contribuir al desquicio, a la confusión.
La oscuridad no permite ver ni lo bueno ni lo malo. Sin embargo, contra viento y marea de disparates dichos sobre la vacuna rusa, la Sputnik V de elevada eficacia, va a elaborarse en el país en los laboratorios Richmond con el elemento activo ya centrifugado por el Instituto Gamaleya. Es la primera vacuna rusa y local en fabricarse en América Latina y su destinatario será el Estado Argentino. Está prevista una producción de cinco millones de dosis mensuales[1], una vez aprobados todos los pasos requeridos para ello.
El viejo y transgredido sentido común prima en quienes eligieron la salud de la población por sobre la economía u otro objetivo colectivo, esperemos que los beneficiarios sepamos advertirlo.
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