Se llevan a cabo estas reformas y recambios en un momento especialmente apremiante para la isla. No se trata solamente de las implicaciones que, al igual que en el resto del mundo, tiene en la economía el virus SARS-Cov-2, sino también de la profundización del bloqueo impuesto por Estados Unidos.
Rafael Cuevas Molina/Presidente UNA-Costa Rica
En este contexto, se llevó a cabo la unificación monetaria, que implicó un reacomodo general de precios y salarios, y se amplió el listado de actividades que pueden ser realizados por cuenta propia, ampliando así la esfera en la que ciudadanos individuales o cooperativizados pueden vender servicios o emprender negocios.
Se llevan a cabo estas reformas y recambios en un momento especialmente apremiante para la isla. No se trata solamente de las implicaciones que, al igual que en el resto del mundo, tiene en la economía el virus SARS-Cov-2, sino también de la profundización del bloqueo por las medidas tomadas por la administración de Donald Trump que, aunque había expectativas en contrario, no han sido revertidas por la actual administración de Joe Biden.
Aunque todos estos cambios habían sido planeados y anunciados hacía largo tiempo, y llevaban un ritmo de concreción que a algunos sectores les parecía que era muy lento, también hubo quienes consideraron que el contexto de la pandemia no era el idóneo para llevarlos a cabo. Argumentaban que la situación económica provocada por ella y el recrudecido bloqueo no ofrecía las mejores condiciones para hacer cambios drásticos.
En efecto, el desabastecimiento de productos básicos, que han provocado largas filas en las que no se guardan las normas para el no contagio en puntos de comercio, despiertan descontento entre la población que se queja de mala administración y de eventuales actos de corrupción. Las redes sociales están llenas de estas disconformidades producto de una situación de apremio que solamente tiene parangón con lo sucedido en el llamado período especial de los años 90.
Aprovechando estas circunstancias, se han intensificado desde los Estados Unidos las estrategias que buscan socavar los cimientos de la revolución. Un papel fundamental juega en ellas las redes sociales, que se han convertido en uno de los frentes más importantes a los que el gobierno debe prestar atención. Se provocan incidentes mediáticamente explotables por parte de pequeños grupos que se presentan como disidentes, disconformes o descontentos, esperando que se puedan convertir en la chispa que incendie la pradera.
La prensa internacional cartelizada está atenta a ellos. En esta oportunidad, ha sido al ámbito de la cultura artística a donde se ha trasladado la batalla. Primero, a las acciones protagonizadas por el llamado Movimiento San Isidro y, luego, a plantones ante el Ministerio de Cultura. Cada uno de estos movimientos o acciones, conformados principalmente por jóvenes artistas o personas que pretenden serlo, tienen un ánimo provocativo que busca poner en evidencia el supuesto talante autoritario e intolerante de las autoridades.
Es este el contexto en el que el Partido Comunista de Cuba hace el relevo de su dirigencia histórica. Un período difícil, complicado, lleno de retos en un mundo que ha cambiado mucho en los últimos treinta años, en el que se está reconfigurando el equilibrio internacional, un panorama en el que Cuba sigue teniendo un importante valor no solo simbólico, y en el que ha sabido moverse con inteligencia para sobrevivir en un mar lleno de tiburones furibundos que buscan darle la tarascada que mutile su ejemplar vocación de independencia y dignidad.
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