El presente artículo es la visión de un etnohistoriador, que rehúye de las historias personales en un tiempo circunscrito y reducido, que prefiere las panorámicas dentro de la globalidad en un amplio espacio-tiempo y, como antropólogo, tratar a los seres humanos en todas sus vertientes: economía, tejido social, forma de gobierno y sus características culturales.
Eusebio Manga Quispe / Para Con Nuestra América
Desde Cusco, Perú
El coloniaje español y Tupac Amaru II: El primer intento de terminar con el coloniaje fue organizado por uno de los descendientes de los Incas. Tupac Amaru II (descendiente de los Qhapaq Ingas) y su esposa Micaela Bastidas Phuyukhawa (entre los años 1780 y 1781) quienes decidieron organizar un movimiento que cuestionaba la forma y el propio colonialismo. El líder aprovechando la nueva ideología (Ilustración), reunió para estructurar este movimiento a mestizos, criollos, que se gestó nueve años antes de la propia Revolución Francesa (1789). Una de sus primeras acciones fue liberar a los esclavos de la raza negra. Esta rebelión revolucionaria recogía a todas las sangres, pero fue abortado por los traidores y colaboracionistas de la colonia. Tomado prisionero Tupac Amaru II, sus familiares y otros líderes fueron ahorcados y humillados, terminando Tupac Amaru II descuartizado por cuatro caballos en la plaza principal del Cusco. Terminando este genuino movimiento que hubiera dado lugar a un Perú conformado por todas las sangres, una nación con propia identidad y amor a la tierra.
Nuevas Repúblicas Ilustradas: pasados cuarenta años se retomaron los movimientos independentistas, en este caso protagonizados desde Europa, por los criollos, en su mayoría masones, que se sentían desplazados por los nacidos en la metrópoli. Los criollos iniciaron su nuevo proyecto sustentándolo, en esta ocasión, en los logros de la Revolución Francesa (con división de poderes reales entre el legislativo y el judicial). En el caso europeo, el legislativo conformado por los burgueses y el judicial quedándose en manos de los antiguos nobles (condes, marqueses, etc.). Sin embargo, en los países iberoamericanos, los mismos criollos formaron parte de los dos poderes. Este desligamiento de la metrópoli fue para dar visibilidad a los criollos y, en segundo plano, a los mestizos pro-hispanistas, los nativos quedaron excluidos (como consecuencia de los rezagos del colonialismo racista). El Perú, como centro virreinal del poder español en América del Sur, estaba más pertrechado armamentísticamente que cualquier otra área de la región, razón por la cual fue una de las últimas en conseguir su independencia que, por cierto, no fue reconocida por la metrópoli, razón que les asistió a intentar volver a retomar sus antiguas colonias (combate del 2 de mayo de 1866).
Conseguidas las nuevas repúblicas, entre estas la peruana, se continuó con la misma relación económica del coloniaje (encomenderos y esclavos). Aprovechando las ya organizadas, haciendas y explotaciones de ingenios (de tejidos, aguardiente de caña de azúcar) al mando de particulares y organizaciones clericales. El término “mis indios” cambió por el de arrendires, yanaconas, servicios de pongaje (un turno de servicio gratuito en la casa de los hacendados). Las incipientes leyes obligaron a los nuevos dueños a un pago por los servicios prestados, pago miserable al que en la zona del Cusco se le llamaba “socorro”. En la costa, en el siglo XIX, se potenció la extracción del salitre (pólvora, abonos). La rivalidad comercial entre Perú y Chile fue azuzada por una potencia europea a un enfrentamiento (guerra del Pacífico). En el siglo XX se dedicaron a moler los peces (para convertirlos en abono, hasta agotar la pesquería de la zona) del que se preciaban los cándidos “somos la primera potencia en la harina de pescado” (¿Con una producción extractiva?).
Por otra parte, se continuó con la desconexión total entre las ciudades y el campo, como en la colonia, entre las ciudades españolas y el campo de la sierra y el altiplano. El Perú continuó dividido en dos partes, como nutridores de alimentos del campo y de las minas y como receptores de la contaminación sin contraprestaciones. Por tanto, el Perú surgido en la independencia dio pie a un Perú centralizado a ultranza y fragmentado en el campo social, un Perú con un solo pie, desde entonces la nación arrastra incomprensiones, a la pregunta de: ¿Dónde se jodió el Perú? La respuesta sería ¡aquí se jodió! (el Perú nació con bases racistas).
El Perú y su bicentenario (1821 hasta el año 2021): Han gobernado ochenta y cuatro (84) presidentes, con una media en duración de dos años, cuatro meses y 17 días por cada gobernante. En estos gobiernos se alternaban los militares, surgiendo caudillajes con golpes de estado, durando el gobierno de los militares hasta 1872 (José Balta). A partir de 1872 entró por primera vez, un gobierno civil, representado por Manuel Pardo y la Valle. Hubo militares como los cuatro hermanos Gutiérrez, un general y tres coroneles que no podían aceptar la emergencia de los civiles y dieron un golpe de estado, reaccionando el pueblo y siendo ahorcados estos golpistas y luego quemados en la plaza de armas del Perú. Solo como hitos referenciales apuntaremos por su importancia tanto a bien como a mal a algunos de ellos. En la fase de los militares, el único que tuvo una visión de país fue el Mariscal Ramón Castilla, que gobernó en dos ocasiones (1845-1851 y 1855-1862), aunque fue parte también de la clase criolla, supo aprovechar la bonanza del guano de isla y con estas ganancias pagó la deuda externa, abolió los tributos de los indios, abolió la esclavitud (después de Tupac Amaru II), se ocupó de los criollos de la costa, pero olvidó la sierra, prefirió dar entrada a los asiáticos para ocuparse del cultivo en la zona costera.
Ya en el siglo XX, se destacó otro presidente que entró al poder, a través de un golpe de estado, que por primera vez se ocupó de la sierra, fue el general Velasco Alvarado, pero su presidencia fue boicoteada desde el exterior de la dirección norte. Este presidente terminó finalmente con la edad media peruana, sistema que funcionaba en la sierra sur y el altiplano, donde las haciendas estaban organizadas con el trabajo de los siervos, este esclavismo fue abolido en el año 1968 (tercera y definitiva abolición). Sin embargo, la implantación de cooperativas (concepción europea), como alternativa de las organizaciones nativas, fue un estrepitoso fracaso. Por otra parte, este gobierno dejó al país muy endeudado con el FMI, por la carrera armamentística que inició y la pretensión de inventarse guerrear a su vecino del sur.
Después de dos períodos presidenciales de este gobernante surgió un líder, Alan García (1985 – 1990), como representante de un partido político de solera (fundado en 1924), preparado exclusivamente para gobernar. Fue quien dictó medidas contra la corrupción pública, incluida la reorganización de las fuerzas policiales. Exoneró a las compañías petroleras de pagar la tributación. Tuvo que lidiar con la deuda arrastrada desde el tiempo de Velasco Alvarado al fondo monetario, que exigía el 60% de las exportaciones del país como pago, al que García solo se comprometió al pago del 10% (hecho que fue castigado desde el exterior). Su gobierno. personalista y caudillista (potenciado por el sistema presidencialista), término con la doble nacionalidad de los peruanos con España (a España la Unión europea le exigía que, antes de entrar a la Comunidad Europea, terminara con la doble nacionalidad de un país del tercer mundo). Esta situación fue conseguida con una trama organizada desde el Perú, que fue la llegada en un avión de pasajeros de Lima a París como pasajeros de periodistas, algunos congresistas para terminar su juerga en Europa, que intentaron desembarcar en París sin pasaportes. Ante la negativa de Francia, todos dijeron vamos a la “madre patria”, lo mismo en España, se les dijo que solo podían desembarcar los que tenían pasaportes (a lo que se negaron y decidieron volver a Lima), los ofendidos al llegar al Perú, convocaron a los políticos para romper relaciones (España se alegró y aplaudió esta decisión, ya que le solucionó el problema) y, a partir de este hecho, se rompió la libre llegada de trabajadores peruanos a España. En el gobierno de este “político profesional”, la reunión internacionalista de los socialistas (1986) fue acompañada por la matanza y tortura de presos políticos acusados de terrorismo; fueron ejecutados 200 detenidos de tres cárceles, a la vez. En su gobierno hubo una hiperinflación, se cambió de dinero dos veces, los ahorradores de a pie perdieron sus ahorros. Para este presidente existían peruanos de primera y peruanos de segunda categoría, los que descendieron de los barcos y los descendientes de la civilización vencida. Este Político desconocía totalmente el sentido y respeto que tenían los nativos a la naturaleza, por este hecho les acusaba de atrasados. Tanto en el primer período, antes del neoliberalismo, como en el propio sistema neoliberal, fue acusado de corrupción, prescribiendo la primera acusación. Pasados dos turnos de gobierno, ocupó el poder un desmantelador del estado peruano.
Estos gobernantes, en lugar de realizar intercambios comerciales que beneficiaran la situación del país que gobernaban, se contentaron con las normas impuestas por los países colonialistas que se adueñaron en la mesa de negociaciones de la mayor parte de la tarta, solo dejando las migajas para los serviles negociadores. El control de la industria sería para los países colonialistas y los serviles se quedarían como conseguidores de materia prima, con mínimos resultados económicos, que fue suficiente para los pocos de las élites que recibirían su parte. Las naciones emergentes firmaron “reglas de juego, con cartas marcadas”. Y contentándose con ser llamados “países en vías de desarrollo”, cuya ingenuidad no les permitía atisbar que ningún país ha llegado por simple “evolución” a país desarrollado con la subida de la media del PIB. Esta subida no dice nada si no está acompañada de los estándares de vida de la población en el “desarrollo humano”, caso contrario es simplemente maquillaje estadístico. El único medio para un desarrollo global es controlar e invertir en ciencia, tecnológica y cultura.
Alberto Fujimori fue el protagonista de la imposición del diabólico neoliberalismo a ultranza. En su gobernanza de diez años, entre autogolpes y otras artimañas, preparó una constitución para potenciar que la economía se priorizara ante los políticos y la propia población. Al final de su mandato renunció a su cargo cobardemente desde el extranjero, que era Japón. Este gobierno vendió todas las compañías nacionales a las multinacionales, su descendencia ha quedado como los nuevos millonarios del Perú. Después de su gobierno han llegado a la presidencia ocho mandatarios, de los que seis están acusados de corrupción y el único de este grupo que no estuvo implicado en corruptelas fue Valentín Paniagua. En este momento se halla en el poder Francisco Zagasti, con incapacidad de administrar la pandemia, pero que sigue creyendo que el estado está a su servicio y que la espera patética de la llegada de unos cuantos miles de vacunas, con toda la televisión al servicio, era solo para los líderes, entre la que estaba la vergonzante vacunación de estos miserables, olvidando a su pueblo.
A partir de la imposición general del neoliberalismo, la corrupción se expandió y llegó aun a los pueblos más pequeños, así en administraciones de 2000 habitantes se presentaban a la alcaldía 14 candidatos. Cualquier obra pública triplicaba su costo de construcción, fue el camino para la corrupción, se construyeron templos, campos de fútbol, escuelas sin profesores, pistas de cemento para jugar, pero no podían hacer puentes ni carreteras para unir pueblos. Surgieron partidos políticos como hongos, naciendo de la noche a la mañana, asociaciones convirtiéndose en partidos, sin ninguna preparación política, bastaba con haber trabajado en la administración, haber ocupado algún puesto o haber estado representando en algún organismo internacional como “invitados de piedra” para levantar la mano en las votaciones al servicio de las multinacionales.
Los doscientos años de República peruana se han convertido en un tiempo fallido, que no consiguieron o no dieron la necesaria capacidad de autosuficiencia que requiere una nación para enfrentarse a situaciones de catástrofes o pandemias. Se ha seguido manteniendo a ultranza el centralismo en una nación tan abrupta que de por sí se hacen difíciles las comunicaciones. El exacerbado amor de los antiguos andinos a un dios que les servía y respondía a las necesidades de su pueblo, se fundió con el nuevo dios que traían los occidentales, dando lugar a la emergencia de partidos teocráticos.
Para entender plenamente sin grandes narraciones el fracaso de 200 años de gobierno republicano con la ideología liberal y neoliberal, simplemente vamos a comparar los resultados del bicentenario con los resultados de los fastos con que rememoraban la llegada de España al nuevo mundo hace quinientos años (1492 a 1992).
Conmemoración de la “conquista” de América en España (1492 a 1992):
España preparó con suntuosidad su gesta a nivel mundial con una “Feria internacional en Sevilla” para conmemorar el año 1992. En esta solemnidad se realizaron congresos de historiadores, teniendo cuidado en no dar apoyos a investigaciones que escarbaran el pasado de la conquista. Se publicaron documentos relativos al descubrimiento, pero teniendo especial cuidado de no tocar determinados documentos que comprometían dichos actos, como la relación del origen y gobierno de los Incas, escrito por Hernando de Santillán, “La relación”. La obra de Cristóbal de Molina “el almagrista”, la obra “Historia del nuevo mundo” de Girolano Benzoní [1565], La apologética historia sumaria de Bartolomé de las Casas ([1552]1958); todos ellos muy críticos con la conquista española. Para presentar el postureo o escaparate prepararon en Sevilla un lugar de 215 hectáreas donde se construyeron lugares de exposición donde intervinieron 108 países, llevando cada país lo mejor que tenía. Yo, como residente en dicho país y ejerciendo mi profesión como historiador y antropólogo en la enseñanza y, a la vez, formando parte de los movimientos sociales y políticos en dicho país, pero llevando en el corazón y en forma privada mis investigaciones de la civilización del Tawantinsuyu, tenía la obligación de visitar este evento para el que conté con tres días, con una previa estrategia que me ayudó a dar una visión global de este escaparte. Los antiguos países colonialistas y el nuevo imperio del siglo XX (EE. UU.) destacaban con su alta tecnología en el campo audiovisual, trenes de alta velocidad, puentes levadizos, reproducciones de cohetes espaciales y todo lo imaginable, que para ver estas aportaciones con detenimiento se hubiera necesitado semanas.
Pero, mi objetivo era otro, observar lo que aportaban los países de nuestra América hispanohablante donde incluimos a Brasil. Tenía interés en observar sus contribuciones a la civilización después de 500 años de aprendizaje de la vida occidental, pero mi sorpresa fue frustrante y desilusionadora. Plasmé mi desencanto en un artículo escrito en una revista de la ciudad de Montilla (lugar donde vivió el Inca Garcilaso de la Vega), en 1992.
Cinco siglos no habían enseñado nada a los cachorros occidentales, que estaban turnándose en el poder de las nuevas repúblicas. Solo enseñaron restos anteriores a la llegada de los “invasores”, o sea, restos de las culturas destruidas por los autodenominados “conquistadores”. Enseñaron maquetas de templos, restos arqueológicos, máscaras, joyas en oro y plata, costumbres folclóricas (gauchos, tango), la guagua un autobús de colorines. Los peruanos, las figuras eróticas de la cultura moche, el señor de Sipán, fotos de Machu Picchu. Y todas las naciones invitando a los turistas a visitar para observar en directo los restos de aquellas antiguas culturas que sus antepasados habían destruido. Los cachorros de occidentalismo, en quinientos años no habían aprendido a vivir con independencia de las antiguas colonias, solo vivían sirviendo de saltimbanquis al servicio de los patrones occidentales, de Norteamérica y de Europa. No supieron entrar al mundo de la industria por dos motivos, obedecer esas prohibiciones o, dicho de otra manera, contentarse con recoger migajas, solo potenciando el servilismo y recogiendo ganancias particulares, pero los descendientes de los vencidos seguían en la miseria. Por mi parte, sentí vergüenza ajena, estos dirigentes se contentaban con enseñar los restos de civilizaciones destruidas. Me pareció una falta de vergüenza. Esto simplemente significaba que dichos dirigentes vivían solo para agradar a su madre patria, al servicio de sus metrópolis como proveedores de materia prima. Si alguna ciudad serrana emergía de su anonimato, solo era a costa de desnudarse ante la mirada de los turistas y cobrar por ser fotografiado. Surgiendo lugares sin ninguna estructura de producción. Que ahora el COVID ha desnudado y presentando un país desestructurado.
*Etnohistoriador antropólogo
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