La resistencia, en Honduras, más allá de ser un nuevo movimiento social, se ha convertido en una virtud ciudadana que implica un grado de conciencia elevada con relación a las y los indiferentes con el sistema vigente en el país.
Muchos académicos/as se niegan a reconocer al Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) como un movimiento social. Entre ellos, la actual rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). Pero, ¿por qué?
La principal razón es porque el FNRP, por su naturaleza y características, no calza en los modelos de movimientos sociales tradicionales que todavía la vieja academia universitaria enseña.
Las características de los movimientos sociales tradicionales son: una estructura organizacional/dirigencial articulada. Demandas ante el Estado y dentro del sistema establecido. Un objetivo común. Enmarcado en la lógica de la lucha de clases.
El FNRP carece de una estructura organizacional uniforme y definida. En algunos lugares el Frente es más horizontal y asambleario, y en otros, comités de delegados y asambleas consultivas. Este movimiento surge justamente ante el debilitamiento y ausencia estatal. Y, es más, expresamente la gran mayoría de sus integrantes se niegan a reconocer al gobierno actual por su génesis y prolongación inconstitucional. La demanda principal del Frente es el proceso de la Asamblea Constituyente para la refundación de Honduras, y no para oxigenar el ilusorio sistema existente. Quizás muchos/as sueñen con un sistema socialista (capitalismo de Estado), pero ninguno quiere la continuación del neoliberalismo. El denominador común es el rechazo del mortal sistema-mundo-occidental que pone en riesgo la permanencia de la vida en el planeta.
El FNRP es transfronterizo. Es decir, ante el ilegítimo Estado en proceso de autodestrucción, el Frente busca hacer incidencia en la comunidad internacional. La capacidad de incidencia de este movimiento se mide en la frenética pulseta actual que mantienen el gobierno de los EEUU. y UNASUR, más los países de UE y SICA, para reincorporar o no a Honduras a la “comunidad” internacional.
El FNRP es transfronterizo. Es decir, ante el ilegítimo Estado en proceso de autodestrucción, el Frente busca hacer incidencia en la comunidad internacional. La capacidad de incidencia de este movimiento se mide en la frenética pulseta actual que mantienen el gobierno de los EEUU. y UNASUR, más los países de UE y SICA, para reincorporar o no a Honduras a la “comunidad” internacional.
El FNRP es amplio. Los viejos movimientos sociales fueron excluyentes con quienes no comulgaban con la ideología que profesaba el movimiento. El Frente Nacional acoge a todas y todos que sueñen y apuesten por una Honduras de todos, con todos y para todos. Cristianos/as y ateos/as, ambientalistas y socialistas, liberales y nacionales, indígenas y mestizos, católicos/as y evangélicos/as, todas y todos han convivido ya por más de un año en el Frente porque han identificado a un enemigo común en el país: la muerte.
El FNRP es fundacional. Exige la concertación de una nueva partida de nacimiento del Estado de Honduras que exprese la voluntad genuina de todas y todos los hondureños. Las y los resistentes no demandan nada al Estado, más por el contrario, buscan construir un nuevo Estado y un nuevo país.
El FNRP es simultáneo y espontáneo. Las y los resistentes, desde diferentes rincones del país, y con ritmos diferenciados, se auto convocan y organizan alrededor de la demanda común, que es la Asamblea Constituyente fundacional. Existe una comisión nacional del Frente, pero ésta, hasta ahora, es más simbólica que real en su injerencia a nivel nacional. Cada quien acude a las asambleas según sus tiempos y convicciones. No existe mecanismo alguno de coacción (obligación) en los colectivos. Ésta es una de las diferencias con los sindicatos (movimientos sociales clásicos), pero al mismo tiempo frena los avances del movimiento.
El FNRP es multitudinario. Son multitudes de personas que se movilizan, de manera simultánea y espontánea, en diferentes momentos. No son representantes quienes van a las marchas de protestas y/o a las asambleas, sino las que puedan y quieran movilizarse según el grado de sus convicciones.
La resistencia, en Honduras, más allá de ser un nuevo movimiento social, se ha convertido en una virtud ciudadana que implica un grado de conciencia elevada con relación a las y los indiferentes con el sistema vigente en el país. Por eso, ser resistente implica identidad y orgullo, mientras que ser golpista es un insulto intelectual y moral.
Con estas y otras características, el FNRP es un nuevo movimiento social que supera el nacionalismo metodológico (actúa fuera de las categorías del Estado nación) y los paradigmas ideológicos de izquierda y derecha. Y, esto ocurre, porque la conciencia individual y colectiva intuye y siente las nefastas consecuencias a las que nos encamina esta cultura de la muerte, oficialmente instaurada en Honduras. Por eso, en la Honduras actual, el ejercicio de la ciudadanía pasa necesaria por la práctica de la virtud de la resistencia propositiva.
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