Ayotzinapa es dolor, desesperanza, rabia, desconfianza
y muestra de la violencia de Estado, con la firma del Decreto por la Verdad
puede lograrse cambiar esos significados, estableciendo la esperanza en que la
verdad aflore y la justicia se establezca, pero para ello, sigue siendo necesaria
la participación consciente de los oprimidos reclamando el respeto a sus
derechos, el fin de la violencia sistémica y un nuevo orden social más
equitativo y justo.
Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra
América
Desde
Mérida, Yucatán. México.
Instaurar la justicia en el país será un proceso
complejo que requiere de la voluntad política y social, conjugar las acciones a
favor del esclarecimiento de lo acontecido el 26 y 27 de septiembre de 2014 en
Iguala, Guerrero, requerirá romper con las estructuras de corrupción que han
obstruido los procesos de investigación en torno a los 43 estudiantes
desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa y de las tres personas asesinadas en
esos mismos hechos, sanar las heridas nacionales es un requisito para poder
hablar de una nueva etapa en la sociedad mexicana.
La firma del Decreto para la Comisión de la Verdad de
Ayotzinapa es un paso necesario de reconocer, la indicación del presidente
Andrés Manuel López Obrador, para que todas las instituciones relacionadas se
pongan a disposición de la verdad, es una muestra de esa voluntad política
necesaria, tendremos todos en la sociedad que vigilar los procesos que se
instauren, las medidas que se tomen y sobre todo que realmente los actos que se
efectúen estén dirigidos al esclarecimiento de lo sucedido, el Crimen de Estado
debe ser juzgado y los culpables deben pagar por su participación en las
desapariciones forzadas y en la criminalización que han padecido los
estudiantes normalistas y sus familiares, es necesario dar fin a la violencia
sistémica que desde los años sesenta se aplica e impone sobre los movimientos
sociales, los activistas y demás ciudadanos conscientes que levantan la voz
para exigir mejores condiciones de vida, establecer la justicia en Ayotzinapa
sería un gran paso para frenar la guerra sucia que hasta hoy a ejercido el
poder en México.
La investigación tendrá que retomar el rumbo, deshacer
las trampas puestas por quienes estuvieron antes a cargo, pues mucha
información fue ocultada, manipulada, eliminada o falseada, para que el
gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto, pudiera dar a conocer su “verdad
histórica”, misma que se derrumbo a los pocos minutos de que fuera anunciada,
el cinismo acostumbrado del poder ha generado la desconfianza con que la
sociedad observa los resultados ofrecidos hasta la fecha, pero sobre todo,
generó el incremento del dolor con que los familiares ven esos procesos de
investigación sobre sus hijos, pues los estudiantes de Ayotzinapa han sido negados
de muchas maneras por el poder. Si hay voluntad real de escalecer los hechos se
manifestará en la forma en que se vayan realizando los peritajes y
averiguaciones, la manera en que se informe a la sociedad sobre los avances y
el trato que reciban los familiares, aún hay mucho escepticismo a pesar de la
firma del decreto y es normal por lo instituido de la corrupción en los
sistemas de justicia y por la constante impunidad que ha gobernado durante años
en el país.
La sociedad debe jugar su papel exigiendo
transparencia y veracidad, haciendo del tema un diálogo entre las partes, las
manifestaciones de repudio al crimen y a sus perpetradores continuaran hasta
que la justicia se establezca, la solidaridad con los familiares de los
desaparecidos es una constante muestra de humanidad, México en su conjunto fue
cimbrado en lo más profundo por el crimen de Estado, resarcir ese daño
transitará por el cumplimiento de las demandas sociales, hacer de la justicia
un hecho palpable y no sólo un derecho alienado de la vida cotidiana.
La justicia no vendrá del cielo ni por bondad, los
reclamos sociales han logrado que se firmara el Decreto para la Verdad de
Ayotzinapa, el hecho de que miles y miles de mexicanos se expresaran y el apoyo
recibido desde diferentes puntos del mundo, pusieron el tema como prioritario
en la agenda política del nuevo gobierno, esas mismas voces multiplicadas
encarnarán el interés y la permanente demanda humana de que al fin se pueda
hablar de justicia en México. La verdad no es un acto que baje desde la
pirámide vertical del poder, es la expresión de la voluntad social organizada
de manera horizontal para dar luz a esta noche espesa y sombría que ha
significado la desaparición de los estudiantes normalistas.
Ayotzinapa es dolor, desesperanza, rabia, desconfianza
y muestra de la violencia de Estado, con la firma del Decreto por la Verdad
puede lograrse cambiar esos significados, estableciendo la esperanza en que la
verdad aflore y la justicia se establezca, pero para ello, sigue siendo necesaria
la participación consciente de los oprimidos reclamando el respeto a sus
derechos, el fin de la violencia sistémica y un nuevo orden social más
equitativo y justo.
¡JUSTCIA PARA AYOTZINAPA!
*Integrante
del Colectivo Disyuntivas
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