Los valores de la actuación colectiva han cobrado mayor relevancia frente la noción de la supervivencia individual, al igual que los principios de solidaridad y cooperación, que se han colocado por encima de la competencia y los intereses parciales.
Leopoldo Puchi / El Universal
Probablemente el mundo será distinto luego de la pandemia del Covid-19. Pero no ocurrirá así de manera automática, porque tal vez se busque la reactivación de la economía mundial dentro de los mismos parámetros del modelo económico y social predominante en la actualidad. Un retorno al estado anterior, en el que se comenzaría desde más abajo a escalar los mismos peldaños del crecimiento sin fin de la producción de bienes, del consumo y de la acumulación de ganancias empresariales.
Sin embargo, el carácter de las respuestas concretas que se han dado a la pandemia, que sitúan al Estado como pieza central de las acciones que se acometen y dan prioridad a la atención pública, se ubica en una racionalidad distinta al modelo social liberal extremo.
Del mismo modo, los valores de la actuación colectiva han cobrado mayor relevancia frente la noción de la supervivencia individual, al igual que los principios de solidaridad y cooperación, que se han colocado por encima de la competencia y los intereses parciales.
VALORES COLECTIVOS
De manera que pudiera esperarse que la reconstrucción se emprenderá sobre la base de una mayor presencia reguladora del Estado, por lo que no extraña que se acuda a modelos keynesianos, se revalorice el concepto de distribución de la riqueza y se contemple el fortalecimiento de los servicios públicos y la atención social. Un capitalismo reformado, dentro del paradigma de la socialdemocracia y de los movimientos verdes.
También debe pensarse en una reconfiguración geopolítica del mundo, en la que las economías nacionales tiendan a conservar cadenas enteras de los procesos productivos por medio de un mayor peso del proteccionismo. En el caso latinoamericano, esto debería empujar los procesos de integración, lo que obligaría a superar la ideologización actual del Mercosur.
Del mismo modo, se puede prever una mayor consolidación de la multipolaridad, con una cierta disminución del peso geopolítico estadounidense.
VENEZUELA
En el caso de Venezuela, se trataría de reconstruir una economía sobre la que gravitan las consecuencias de políticas macroeconómicas erradas y una mala gestión pública, los muy duros efectos del bloqueo financiero y petrolero y ahora el impacto del coronavirus.
Con bastante seguridad, esa reconstrucción se hará desde la perspectiva de los valores que se han fortalecido en el mundo con la pandemia, es decir, los principios de solidaridad, cooperación, atención social y preeminencia del interés de lo público. A diferencia de las dos últimas décadas del siglo pasado, estos valores son hoy dominantes en la población y la mayoría de los distintos sectores dirigentes.
El punto central de una reconstrucción residiría en el incremento de la capacidad de gestión de lo público, las políticas que estimulen la activación del sector privado y la estabilización política por medio del diálogo y los acuerdos.
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