El Covid-19 se viraliza poniendo en evidencia los tentáculos de los mercaderes que han hecho de todo tipo de desastre, en un mundo enceguecido por el resplandor de falsos éxitos y desarrollos, la máquina perfecta de hacer dinero, en palabras de Engels: “[…] el medio mágico que puede transformarse a voluntad en todas las cosas deseables y deseadas”.
José Toledo Alcalde / Para Con Nuestra América
La historia de la humanidad está repleta de ejemplos de tronos plagados de personajes destructivos. Toda clase de entronados y entronadas que hicieron del poder la matriz acumuladora de sebo hedonista al servicio de retorcidas necesidades egocéntricas. Fieles y leales representantes de sistemas de destrucción masiva. Vivieron a costillas de sufrimiento de los demás, tal cual lo hacen los parásitos, bacterias, virus y toda suerte de microorganismos que irónicamente contribuyen con la preservación de la especie. Hay que reconocer que es a partir de los estudios sobre estos mismos microorganismos donde provienen las diferentes propuestas químicas que sirven como antídotos para los desequilibrios originados. Y, sobre todo es a partir de la entrada en acción de estos micros seres destructivos donde el sistema humano genera múltiples alternativas de defensa del sistema inmune. Y, en este contexto de incidencias constructivas y destructivas, la aparición de este nuevo personaje, COVID-19, pone en evidencia el poder, la corona, no sólo biológica sino económica, del macroorganismo destructor.
Podríamos llamarlo sospechas, rumores, leyendas, paranoias. Podríamos adjetivarlo de la forma que mejor nos haga sentir cómodos o incómodos pero todo parece evidenciar que existen intereses corporativos interesados en perpetuar enfermedades con la finalidad de hacer de la industria del fármaco tan duradera como las plagas pueden llegar a ser. De la misma forma, existen desastres, de toda índole, que mientras más destructivos y expansivos sean más se legitima y justifica el accionar “salvífico” de despiadadas recetas financieras. Ambas entidades destructivas, farmacéuticas y financieras, ya sean de orden natural o artificial, hacen del aniquilamiento de organismos, poblaciones enteras, la perfecta arma mercantilista de entronización sin límites.
En esta oportunidad será con Federico Engels que intentaremos verle el brillo a las joyas de la corona del virus que ya sea en tiempos de peste, dengue, carbunclo, cólera, covid-19 ó lo que venga, tiene por finalidad perpetuarse, sea cual fuere el costo, hasta que no tengamos, como individuos y pueblos, la capacidad de aislarlo social, psicológica, económica, comercial, política, ideológica y tecnológicamente. El reto será tener la capacidad de aislar y transformar formas arcaicas de pensamiento individualista, control de los cuerpos y sumisión mental antes que aislarnos los unos a otros.
Y, será necesario conocer la historia que se necesita transformar. Por ejemplo, es la narrativa que realiza Engels,[1]citando a Lewis H. Morgan,[2] sobre los periodos de desarrollo de lo que denominaron “prehistoria”, la que nos confirman la naturaleza, no del virus biológicamente entendido, sino de aquel que financiera y mercantilmente sacude y hunde, por siglos, a la humanidad de desastre en desastre.
Engels considera al mercader una clase social y económica construida con la finalidad de llevar los productos de mano en mano y ganar en el transporte la mayor cantidad de divisas superando con creces a la fuente productora: “[es una clase] que no se ocupa de la producción, sino únicamente del cambio de los productos […]”[3]
Estas entidades comerciales, farmacéuticas y financieras, ajenas a las unidades de producción, especuladores y manipuladores del precio final del producto, son los que atomizan el poder absoluto del universo de un mercado de transacciones convertido en ciencia y sus leyes en sagrados textos de un mundo predestinado a continuar con el hilo evolutivo de rodillas, y no erguidos, ante un dios con pies de barro, el Capital.
Exquisitas joyas de la corona que se presentan históricamente como el antídoto para nuestros problemas, tablas de salvación en medio de los desastres: “[los mercaderes] so pretexto de desembarazar a los productores de las fatigas y los riegos del cambio, de extender la salida de sus productos hasta los mercados lejanos y llegar a ser así la clase más útil de la población, se forma una clase de parásitos, una clase de verdaderos gorrones de la sociedad, que como compensación por servicios en realidad muy mezquinos se lleva la nata de la producción patria y extranjera, amasa rápidamente riquezas enormes y adquiere una influencia social proporcionada a éstas y, por eso mismo, durante el período de la civilización, va ocupando una posición más y más honorífica y logra un dominio cada vez mayor sobre la producción, hasta que acaba por dar a luz un producto: la crisis comerciales periódicas.”[4]
El Covid-19 se viraliza poniendo en evidencia los tentáculos de los mercaderes que han hecho de todo tipo de desastre, en un mundo enceguecido por el resplandor de falsos éxitos y desarrollos, la máquina perfecta de hacer dinero, en palabras de Engels: “[…] el medio mágico que puede transformarse a voluntad en todas las cosas deseables y deseadas”.[5]
Estas crisis comerciales periódicas, como las que pasaremos y sin lugar a dudas será una de las más dramáticas de los últimos tiempos, antes de motivar el paso a estadios superiores de conciencia y nuevos modelos de relaciones sociales y económicas, son usadas, por la criminal e inhumana lógica mercantil, como la oportunidad de multiplicar exponencialmente el lucro sobre el Capital invertido.
Es en estos tiempos de convulsión y caos donde aparecen los mesianismos mercantiles y lucen al mundo entero el brillo de las joyas de sus coronas. Dejemos al FMI y el BM, en palabras de la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, y el presidente del Banco Mundial, David Malpass, que nos deslumbren con su sempiterno mesianismo: “Estamos comprometidos activamente con las instituciones internacionales y las autoridades de los países, con especial atención a los países pobres, donde los sistemas de salud son más débiles, y las personas más vulnerable […]”[6]
Las entidades parasitarias nacen para destruir. Empobrecen y enferman para vender soluciones prefabricadas. La vida sólo vale, para estos animálculos del statu quo, en la medida que es un instrumento de lucro y poder. Como reza el dicho: “crean problemas y venden soluciones”.
El equipo banca y laboratorios juegan a la perfección. Mercaderes que usan los Estados como gestores de sus transacciones financieras y a las naciones como almacenes de ganancias. Llegando de esta manera a la mercantilización no sólo del ser humano sino de la vida misma. Siempre terminan vendiéndonos la misma receta: “Tenemos instrumentos de financiación rápida que pueden ayudar a los países a responder a una amplia gama de necesidades. El fortalecimiento de los sistemas de vigilancia y respuesta sanitaria de cada país es crucial para contener la propagación de este y de cualquier brote futuro”.
Sí, es cierto, estamos hablando de la cosificación de la vida. El Capital sobre la vida como verdad absoluta y ley incuestionable. En palabras de Engels: “No tardó mucho en ser descubierta la gran “verdad” de que el hombre podía servir de mercancía, de que la fuerza del hombre podía llegar a ser un objeto de cambio y de consumo si se hacía del hombre un esclavo. Apenas comenzaron los hombres a practicar el cambio, cuando ellos mismos se vieron cambiados”.[7]
Mientras que países como Cuba, China y Rusia se hacen presentes en el mundo de forma solidaria ante la pandemia, el sistema financiero internacional mercantiliza sus préstamos negando todo tipo de apoyo a gobiernos, como Venezuela, que no se encuentren alineados con Washington y clientes.
Aquí la respuesta del FMI ante la solicitud de US$ 5 millones de dólares por parte del Gobierno Bolivariano de Venezuela como apoyo ante la pandemia: “Lamentablemente, el Fondo no está en condiciones de considerar esa solicitud” […] El compromiso del FMI con los países miembros se basa en el reconocimiento oficial del Gobierno por parte de la comunidad internacional, como se refleja en la membrecía del FMI. No hay claridad sobre el reconocimiento en ese momento”.
Nos queda claro que por su naturaleza el sistema depredador está destinado a su autodestrucción. La vigencia de su corona durara cuanto dure su exánime arrogancia. Es la codicia una las joyas de la corona del virus. Macroorganismo destructor. Entidad no-humana, dios de la riqueza (Mammon), que se nutre del sufrimiento, dolor, sumisión y esclavitud. El mundo gime por nuevas formas de cooperación y relacionamiento solidario, reciproco, equitativo mientras que el sistema del lucro propone cooperación desde el endeudamiento así como la industria del fármaco cando habla de prevención se refiere, no al cambio de estilo de vida sino, al consumo de fármacos preventivos. Al final de cuentas a la corona no le interesa la calidad del producto que expeles en el mercado, lo relevante es vender.
Engels lo tenía claro: “La codicia más vulgar ha sido la fuerza motriz de la civilización desde sus primeros días hasta hoy; su único objetivo, su objetivo determinante es la riqueza, otra vez la riqueza y siempre la riqueza, pero no la de la sociedad, sino la de tal o cual miserable individuo. Si a pesar de eso han correspondió a la civilización el desarrollo creciente de la ciencia y reiterados periodos del más opulento esplendor del arte, sólo ha acontecido así porque sin ello hubieran sido imposibles, en toda su plenitud, las actuales realizaciones en la acumulación de riquezas.”[8]
El obsceno cinismo de estas entidades destructivas debe parar. No se puede llamar cooperación a la mercantilización de la “solidaridad financiera”. Se mercantiliza con la pobreza, la enfermedad y el desastre de la naturaleza. Esta es la oportunidad de hacer de la crisis global la posibilidad de la irrupción del nuevo paradigma equitativo, justo y eco-humanizado.
Juzguen ustedes lo dicho por el FMI y el BM: “La cooperación internacional es esencial para afrontar el impacto económico y sanitario de la Covid-19. El FMI y el Banco Mundial están completamente decididos a brindar el apoyo a la gente que nuestros países miembros esperan de nosotros”.
Finalmente dos reflexiones que nos aproximan a la utopía de los nuevos tiempos:
Lewis H. Morgan nos lo dijo en 1877:
“La disolución de la sociedad se yergue amenazadora ante nosotros, como el término de una carrera histórica cuya única meta es la riqueza, porque semejante carrera encierra los elementos de su propia ruina. La democracia en la administración, la fraternidad en la sociedad, la igualdad de derechos y la instrucción en general, harán vislumbrar la próxima etapa superior de la sociedad, a la cual tienden constantemente la experiencia, la ciencia y el entendimiento. Será una reviviscencia de la libertad, la igualdad y la fraternidad […]”.[9]
Leonardo Boff nos lo vuelve a decir en 2020:
“Ha llegado la hora de cuestionar las virtudes del orden capitalista: la acumulación ilimitada, la competición, el individualismo, el consumismo, el despilfarro, la indiferencia frente a la miseria de millones de personas, la reducción del Estado y la exaltación del lema de Wallstreet: “greed is good” (la avaricia es buena). Todo esto se ha puesto en jaque ahora. Aquel ya no puede continuar. Lo que nos podrá salvar ahora no son las empresas privadas sino el Estado con sus políticas sanitarias generales, atacado siempre por el sistema del mercado “libre”, y serán las virtudes del nuevo paradigma, defendidas por muchos y por mí, el cuidado, la solidaridad social, la corresponsabilidad y la compasión”.[10]
¡Los pueblos tienen la palabra!
[1] Engels, F. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. En relación con las investigaciones de L.H. Morgan. Moscú: Editorial Progreso, marzo-junio 1884.
[2] Morgan, Lewis. H. La sociedad antigua o investigación acerca de las vías del progreso de la humanidad desde el salvajismo hasta la civilización, pasando por la barbarie. Londres: MacMillan and Co., 1877.
[3] Engels, F, pág. 165
[6] Salmoirago, Paolo. El FMI y el Banco Mundial dicen estar preparados para abordar los retos económicos del coronavirus. La OMC advierte de un impacto “sustancial” de la epidemia en la economía global. En: El País. Economía. Madrid 02/03/20 https://elpais.com/economia/2020-03-02/el-fmi-y-el-banco-mundial-dicen-estar-preparados-para-abordar-los-retos-economicos-del-coronavirus.html
[7] Engels, F, pág.176
[9] Morgan, Lewis. H., pág. 552
[10]Boff, Leonardo. Coronavirus: el perfecto desastre para el capitalismo del desastre. En: https://leonardoboff.wordpress.com/2020/03/20/coronavirus-el-perfecto-desastre-para-el-capitalismo-del-desastre/ 20/03/20
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