El jueves 4 de marzo en el parlamento de El Salvador, quedó decretado el día del monseñor Romero, el voto fue masivo, salvo por los dedos divinos de ARENA que no levantaron la mano, solo las cejas de la duda, celosos de la historia y la condena, culpables de esos disparos del recuerdo y el maldito olor de la pólvora de los años 80 que aún se enredan entre las nostalgias del poder que ostentaba el partido ultraderechista ARENA, una suerte de club de buitres de empresarios glorificados con el agua bendita donde nadan los dólares de la embajada estadounidense en San Salvador.
Y qué importa que no se vote por el santo varón de todos los santos de la santísima iglesia de la trinidad de la historia salvadoreña, el monseñor Oscar Arnulfo Romero ya cruzó el umbral de la verdad con sus manos extendidas en paz, con la conciencia al servicio de los pobres y humillados, con la fe en los excluidos y reprimidos por el poder criminal de siempre.
El 24 de marzo es el día que se le encenderán las velas a San Romero, el santo de los humillados, el santito rebelde, el santo de los pobres, San Romero ruega por nosotros en esta hora y en las deshoras de nuestra América perdida…
Encenderemos las velas y la vida con San Romero, cada 24 de marzo, entonces sí habrá “Romerías”, para venerar al santo milagroso de la vida y de la dignidad… La historia condenará a los títeres del ateísmo capitalista, que solo creen el u.s dollar y no en el milagro diario del pan y la vida...
A esos que traicionan la patria con el puñal oscuro como en una villa de lobos, a esos que huyen con la frente manchada de vergüenza entre el delirio y el sortilegio de la mentira, a esos nadie los perdonará, a esos nadie los santificará aunque mensualmente den el diezmo dorado del incienso imperial.
El pueblo te venera ¡oh! San Romero, padre del milagro, el pan danos hoy, la vida y la fuerza de luchar contra los traidores del juicio histórico que abusan del pobre.
Paz y bendición para los diputíteres que no legislan para el pueblo, y que San Romero los perdone.
Porque unas son de Karl y otras de arena.
Amén.
(*) Caricaturista hondureño y columnista de ContraPunto
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