Es evidente que estamos frente a nuevas formas -encubiertas- de ejercer prácticas imperialistas. Es importante estar alertas y mantener una posición crítica, y no servil, frente a instancias que no surgen del consenso amplio de los países a escala mundial, sino de un reducido grupo de países, autoseleccionados o arbitrariamente seleccionados por los más grandes para conformar diversos grupos de poder.
Hugo Jácome / El Telégrafo (Ecuador)
La globalización ha sido prolífica en desarrollar instancias que han modernizado la dominación imperial sobre los países subdesarrollados. En este proceso se ha pasado del Banco Mundial y del FMI, a nuevas sofisticaciones. El GAFI -Grupo de Acción Financiera-, por ejemplo, es una de las últimas invenciones de una estructura imperialista.
Lamentablemente, tanto las estructuras usadas con anterioridad como la usada hoy -GAFI-, adolecen de los mismos defectos: poco o nada democráticas, una doble moral y la imposición de su doctrina como única vía a seguir. Es parte de la estrategia para establecer el grupo de los países buenos y obedientes versus el grupo de los países malos y “peligrosos”. Golpeando, por cierto, mucho más a los pequeños que pueden dar un “mal ejemplo” a los otros...
La inclusión del Ecuador en la lista de países con “deficiencias estratégicas” en el cumplimiento de las recomendaciones para la prevención de lavado de dinero y combate al financiamiento al terrorismo, no responde a un análisis profundo de la realidad del país y de los avances en los temas antes mencionados. Tampoco el análisis se sostiene si se hacen algunas comparaciones, por ejemplo, dónde se realiza el grueso del negocio del narcotráfico: los EE.UU., o dónde se mueve el mayor monto de recursos off shore, muchas veces producto de diversas operaciones fraudulentas: Suiza. En realidad, a los países poderosos o en donde los poderosos ocultan sus dineros no se les analiza a profundidad.
Más allá de la negligencia burocrática de la Unidad de Investigación Financiera o de la Procuraduría del país en enviar información al GAFISUD, es responsabilidad de las instituciones del Estado frente a la sociedad ecuatoriana, realizar acciones concretas, trasparentes y efectivas para combatir el lavado de dinero y financiamiento al terrorismo, la imagen del país no puede estar al antojo de los informes de este tipo burocracias internacionales.
Esta situación debe abrir un amplio debate a nivel nacional e internacional sobre el rol de estas organizaciones, que aparecen, incluso fuera del ámbito de las Naciones Unidas. Organizaciones, no transparentes ni democráticas, que utilizan mecanismos de presión sobre aquellos que no obedecen sus directrices políticas. Antes eran las “condicionalidades” del Consenso de Washington, hoy son las "recomendaciones" -en cualquier caso léase órdenes-, que pueden llegar incluso a la imposición de sanciones. Es decir, se convierten en órganos supremos con mayor poder que los gobiernos y que las instancias intergubernamentales internacionales creadas legítimamente.
Es evidente que estamos frente a nuevas formas -encubiertas- de ejercer prácticas imperialistas. Es importante estar alertas y mantener una posición crítica, y no servil, frente a instancias que no surgen del consenso amplio de los países a escala mundial, sino de un reducido grupo de países, autoseleccionados o arbitrariamente seleccionados por los más grandes para conformar diversos grupos de poder: el G-7, el G-8, el G-20, y que bajo ningún concepto deberían sustituir al G-198, es decir al pleno de Naciones Unidas.
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