El Secretario de Empleo del Ministerio de Trabajo acaba de mencionar
un término desusado, coloquial y hasta
escatológico: “descomer”, para el caso con la finalidad de justificar y
promover una flexibilización laboral macrista, tanto más cruel en estos tiempos donde se erige como un
fantasma el fin del trabajo vaticinado
por el Premio Nobel Joseph Stiglitz.
Carlos María Romero Sosa /
Especial para Con Nuestra América
Desde Buenos Aires, Argentina
Hubo una vez en la política argentina un pobre hombre, aunque sin duda
de auténticas convicciones llamado Herminio Iglesias. Cierto día dijo aquello de “conmigo o sinmigo” y las burlas
no se hicieron esperar. Qué podía pedirse, según el razonamiento de muchos, de ese caudillo duro
de la ciudad de Avellaneda, el antiguo feudo de Barceló y “Ruggierito” donde la
forma de hacer política, fuera en los años treinta de ideología conservadora o
de sentimiento peronista después de los cuarenta, se caracterizaba por mantener
rasgos patoteriles y populacheros; o de vacío populismo como se dice ahora.
Lo grotesco del personaje aparecía nítido en el neologismo con
resonancias de vocablo arcaico
pronunciado por el vociferante candidato a gobernador de la provincia de
Buenos Aires en 1983. Pero Herminio Iglesias no fue elegido por el pueblo
bonaerense que dio su voto al médico radical Alejandro Armendáriz y su estrella
declinó pronto, más allá de alcanzar una diputación en 1989 y una concejalía en
Avellaneda diez años después. El tosco y
derechoso personaje dejó de representar un peligro para la escasamente
afianzada cultura democrática del país a poco salido de la dictadura del
Proceso.
Pasaron las décadas y en 2015 llegó un gobierno de buenas maneras y
anuncios de cambio a tambor batiente. Sin embargo hoy, dando un
nuevo argumento a la teoría del “corsi e ricorsi” de la historia
propuesta en su hora por Giambattista Vico, otro hombre público, Secretario de
Empleo del Ministerio de Trabajo para más datos, acaba de mencionar un término desusado,
coloquial y hasta escatológico:
“descomer”, para el caso con la finalidad de justificar y promover una
flexibilización laboral macrista, tanto más cruel en estos tiempos donde se erige como un
fantasma el fin del trabajo vaticinado
por el Premio Nobel Joseph Stiglitz.
Me pregunto si será tomado tan en chiste y recibirá parecido escarnio
por parte de los medios, la dirigencia y gran parte de la ciudadanía el actual
funcionario y exitoso empresario del grupo Techint, como en su momento los sufriera Herminio,
quien pese a todos sus desaguisados y más que reprochables exabruptos de corte
fascistoide, firmó en septiembre de 1979, junto a Deolindo Bittel, el documento
del Partido Justicialista saludando a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos de la OEA, cuando tantos bien hablados callaban. O peor todavía
justificaban, mientras lucían orgullosos y serviles en los cristales de sus
automóviles, calcomanías con la miserable expresión de que los argentinos
éramos derechos y humanos.
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