Panamá
inicia el año 2017 bajo el peso de una persecución implacable del sistema político-financiero
opresivo de EEUU. Sumándose a otros múltiples casos, hoy vence el plazo que
tienen los diarios La Estrella de
Panamá y El Siglo para
operar bajo condiciones financieras normales. Sólo puede salvar a los rotativos
una “licencia” de última hora del Departamento de Tesoro de EEUU.
Marco A. Gandásegui, h. / Para Con Nuestra América
Desde Ciudad Panamá
Cualquier
lector se pregunta, ¿qué tiene que ver una oficina administrativa en Washington
– sin jurisdicción en Panamá – con la publicación de dos diarios en un país tan
lejano? En realidad, nada. Sin embargo, el gobierno de EEUU se las ha ingeniado
para pasar por encima de la ley de su propio país y de los acuerdos
internacionales para perseguir y castigar a toda persona (incluyendo a las
jurídicas) sin juicio alguno. La famosa presunción de inocencia hasta probarse
lo contrario se echó por la ventana.
La
decisión tomada por EEUU en contra de los diarios panameños tiene sus
antecedentes. El objetivo declarado por Washington es desestabilizar a los
países donde ellos aplican estas reglas ‘administrativas’ (no tiene relación
alguna con delitos o el cumplimiento con la justicia). El primer país que fue
objeto de estas reglas creadas dentro del Departamento de Tesoro de EEUU fue
Cuba. Le siguió Corea del Norte e Irán. El propósito era aislar comercialmente
a estos ‘enemigos’ de EEUU de sus socios en el resto del mundo.
La
decisión política surtió excelentes resultados por una lado, pero no cumplió
con los objetivos finales perseguidos. En el caso de Cuba, el “bloqueo” obligó
a la economía de ese país a entrar en un estado de emergencia permanente.
Incluso, después de establecer relaciones diplomáticas con La Habana en 2016,
EEUU sigue aplicando las reglas del Departamento de Tesoro y no le permite a
terceros países tener relaciones comerciales normales con el país caribeño.
El
bloqueo de la isla, sin embargo, no logró que EEUU alcanzara su objetivo final:
La desestabilización de la economía y el derrocamiento del gobierno
revolucionario. Cuba sobrevive precisamente porque tiene un gobierno
revolucionario. Hace 50 años los cubanos defienden su soberanía y su dignidad.
Estos valores están por encima de los intereses económicos de unas pocas
personas, nacionales o extranjeros.
EEUU
consideró que esta política de desestabilización podía aplicarse con buenos
resultados en países que no son necesariamente sus enemigos declarados. No hay
que olvidarse que Washington se mantiene fiel a su consigna favorita: “EEUU no
tiene amigos, sólo tiene intereses”.
La Oficina de Control
de Activos Extranjeros (OFAC) de EEUU puede incluir a cualquiera en la llamada
Lista Clinton (Kingpin Act List). En el caso de La Estrella de Panamá,
cayó en la lista porque el dueño de la empresa fue señalado como persona con
una “presunta vinculación a una red de blanqueo de capitales procedentes del
narcotráfico”.
EEUU procede de manera
selectiva en su forma de incluir a personas o empresas en la Lista Clinton. Por
un lado, toma en cuenta las relaciones económicas y la posición política del
país. Por el otro, enfoca su interés en las operaciones de una empresa o grupo
de empresas y su relación con EEUU. Otras empresas que le son útiles a EEUU,
como HSBC o Wells Fargo, se les aplica una multa millonaria a sus ejecutivos y
accionistas y siguen operando, borrón y cuenta nueva. En el caso más reciente,
del Grupo Odebrecht, investigaciones del Departamento de Tesoro descubrió que
la constructora brasileña había repartido sobornos en 12 países por un total
cercana a los 800 millones de dólares. A funcionarios públicos y empresarios
panameños les tocó 59 millones. La empresa sigue trabajando en proyectos
repartidos en todo el mundo, incluyendo a EEUU.
Mientras que en Panamá
y otros países, los gobiernos buscan refugio ante la avalancha de corrupción,
EEUU se deleita viendo la carrera hacia el fondo del barril de los políticos
criollos. El gobierno panameño no ha podido defender a los ciudadanos del país
en el extranjero. Tampoco ha podido desarrollar una política que defina cual es
su posición frente a la injerencia extranjera.
El derecho que tienen
todos los panameños a ser informados y poder expresar libremente sus ideas está
consagrado en la Constitución Política. El gobierno panameño está en la
obligación de exigirle a EEUU explicaciones por este comportamiento que
desconoce los acuerdos internacionales. El pueblo panameño sí exigirá rendición
de cuentas a ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario