sábado, 12 de noviembre de 2022

Colombia: Los dientes de la justicia

En los años 60 se montaban tribunales de guerra para combatir la protesta popular. Los estudiantes que arrojaban piedras y quemaban llantas eran sometidos a la justicia penal militar. No han cambiado mucho las cosas en medio siglo, pero la situación de la gente ha empeorado.

William Ospina / El Espectador

En ninguna parte es tan justa la protesta popular como en Colombia, donde hay hambre, desempleo, pobreza y abandono por todas partes; donde el Estado es un inmenso aparato burocrático, irresponsable, minado por la corrupción, y por eso necesita ser tan represivo. Y nunca se justificó tanto la protesta como el año anterior, cuando un estallido social inexorable acabó de ser alimentado por una pandemia extenuante y por un gobierno insensible.

 

Eso se veía venir: miles de jóvenes abandonados por la sociedad, sin ingresos, sin formación, sin oportunidades, en manos del rebusque, tenían que salir a las calles a expresar su exasperación, a demostrar que a pesar de todo no estaban muertos, y que lo único que pedían era educación, empleo y dignidad.

 

Y ahí sí los tribunales, que nunca están para ofrecer justicia oportuna, salen ante los reflectores a demostrar que la justicia existe, del único modo que saben hacerlo: abusando del pobre. Porque Colombia se ha convertido en un país donde para el rico ladrón y para el político corrupto las cárceles están alfombradas, pero al pobre y al desvalido sí se le muestran los dientes de la justicia.

 

Un país donde se perdonan las masacres, se hacen tribunales especiales para los que obran violencia contra la población, donde se absuelve hasta el genocidio, pero donde la desesperación de los pobres se sigue castigando con la misma ferocidad con que antes se llevaba a los indios al cepo, se cargaba de cadenas a los esclavos y se llevaba a la pira a los infieles.

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